No caminamos mucho cuando se detuvo, se sentó en el suelo y volvió a quejarse de su estómago. Pasé de escéptica a preocupada en un segundo; él nunca me había detenido así antes.
Covid-19
Con muchos de los casos iniciales de COVID-19, los pacientes no recibieron un trato humano porque el pánico y el temor se apoderaron de ellos. Uno puede juzgar y decir que los equipos médicos involucrados son gente mala, negligente; sin embargo, el miedo los cegó.
Al principio, mi inseguridad despertó muchas preguntas y dudas. Pero en nuestro segundo corto, me sentí en control de mi visión. Ya sea que se juzgue como bueno o malo, es mío. Asumo la responsabilidad de esta creación que sacamos al mundo.
He tenido fallas y avances durante esta experiencia, pero esos momentos de saber que realmente hemos ayudado a otros seres humanos me recuerdan por qué estamos en esta misión.
Nos empujaron al agua, gritando vulgaridades mientras cruzábamos. Pensé que íbamos a morir, atacados y destrozados por los cocodrilos que llamaban hogar al río.
Vamos a morir, eso está claro. La certeza de la muerte me invita a una tarea relacionada con vivir mejor. La muerte es una gran consejera que nos llama a vivir el presente.
Los hombres se aprovechan de nuestra desesperación e ignorancia, usándonos para su placer y pagándonos muy poco.
Sin más opción, salí a la calle con un cartel ofreciendo clases virtuales de inglés por menos de un dólar la hora para generar ingresos. Nunca me imaginé el desenlace.
Los guardias me torturaron física y mentalmente. Me llamaron terrorista, alborotador, traidor, yihadista. No se me permitía cepillarme los dientes ni leer libros, y apenas podía dormir en mi celda diminuta, sucia y aislada.
Mis esfuerzos dan frutos para estos niños y sus familias. Al principio, llegaron con el estómago vacío y la ropa rota. Hoy vienen a aprender, ávidos de conocimientos y de esperanzas.
La policía me desnudó y me golpeó con palos y cinturones. Lloré, grité, supliqué. No me dieron agua ni comida durante cinco días. Tuve que masticar mi ropa. Tenía tanto dolor que podría haber comido hierba.
En 2021, algunas de las naciones más avanzadas y democráticas del planeta parecen estar envueltas en batallas políticas entre rivales, alimentadas por una gran cantidad de información errónea.