Ahora que yo mismo he recorrido este camino, entiendo que la discapacidad y la inclusión deben ir de la mano. Lucho todos los días, a través del deporte, por una sociedad que desmitifique la discapacidad para romper etiquetas y vivir juntos en un mundo más diverso y tolerante.
Argentina
Aguantamos bajas temperaturas con nieve y lluvia durante dos meses mientras nos resguardábamos al aire libre. Para el sustento, tomábamos agua de los charcos y tratábamos de derretir la nieve al sol; casi no comimos, ya que la escasa comida que nos proporcionaron fue de una calidad terrible.
En Argentina, varios grupos sociales y políticos, organizaciones de defensa, comunidades indígenas e individuos se movilizaron para protestar por mejores protecciones ambientales y acciones por parte del gobierno.
Alrededor de mi escritorio, hay fotos de mi familia junto a imágenes de misiones espaciales y fragmentos de paracaídas de robots hechos para recopilar datos de Marte. Este es mi trabajo: absolutamente terrenal pero extraterrestre al mismo tiempo.
Quería correr la voz sobre lo que habíamos encontrado en nuestra bicicleta tándem. Quería compartir nuestra nueva conexión, la confianza de mi hijo, este deporte inclusivo que acoge a todos, independientemente de la discapacidad. Así nació Empujando Límites.
Los Premios Anuales de Adquisición de Artes Visuales 8M buscan aumentar la diversidad de género del patrimonio cultural nacional y las colecciones públicas de arte
Me encantaba la vida que llevaba como monja y la echo mucho de menos, pero ahora Benja es mi prioridad. Paso mi tiempo cuidándolo y disfrutando de nuestra relación. Es mi nueva vida, y también me encanta esta.
A lo largo de los años, he desarrollado una reputación de ser una luchadora. No me interesan las conversaciones ni las negociaciones: quiero justicia para mis clientes y siempre estoy lista para el próximo desafío.
Antes de que naciera Emiliano, usaba cannabis de forma recreativa. Ni mas ni menos. ¿Quién iba a pensar que cambiaría la vida de mi hijo y, por tanto, la mía?
Al principio, mi inseguridad despertó muchas preguntas y dudas. Pero en nuestro segundo corto, me sentí en control de mi visión. Ya sea que se juzgue como bueno o malo, es mío. Asumo la responsabilidad de esta creación que sacamos al mundo.
Aún hoy, más de 10 años después de nuestro último encuentro, siento que después de haber conocido a Robledo Puch nunca volví a ser el mismo. No sé si se quedó con algo mío, o yo tomé algo suyo: algo que no tiene nombre y es sin forma, una especie de materia viscosa que se adhirió a las paredes del laberinto de mi existencia.
Para mí, el atletismo no es una experiencia emocional. No conservo mis trofeos ni medallas ni estudio historia del atletismo; no soy de los que miran carreras o leen demasiado sobre eso. Corro para mantener a mi familia, ese siempre ha sido mi objetivo.