Trío sobrevive 33 días en una isla desierta después de un naufragio

Julia photo
Protagonista
Julia es una joven cubana que vivió una increíble historia: estuvo varada junto con dos amigos en una isla desierta cerca de Estados Unidos durante 33 días.
Contexto
El término «exilio cubano» se refiere a los numerosos cubanos que han emigrado en busca de condiciones políticas o económicas alternativas. La fecha del fenómeno se remonta a la Guerra de los Diez Años y las luchas por la independencia de Cuba durante el siglo XIX. En los tiempos modernos, el término se refiere al largo éxodo de cubanos a Estados Unidos desde la Revolución Cubana de 1959 y, en particular, a la actual ola de refugiados cubanos a Estados Unidos en las décadas de 1960 y 1980.

La mayoría de los exiliados cubanos actuales que viven en los Estados Unidos viven cerca de Miami. Sin embargo, otros exiliados se han mudado para formar grandes comunidades cubanoamericanas en Union City y West New York, Nueva Jersey (conocida como La Habana en el Hudson); Raleigh, Carolina del Norte; Los Angeles, California; y Palm Desert, California.

Los cubanos exiliados en Estados Unidos se describen como refugiados políticos. Este estatus les ha dado un trato diferente bajo las regulaciones de inmigración de los Estados Unidos que a los inmigrantes que no están categorizados de esa manera. Como resultado, los exiliados han estado huyendo en diferentes oleadas.

EL MAR CARIBE, Cuba – Pasé los días más largos de mi vida varada en una isla desierta.

Después de planear mi viaje de ensueño con dos amigos, nuestro barco naufragó.

Perdimos el conocimiento en medio del Mar Caribe. Cuando abrí los ojos, todo lo que podía ver eran palmeras, arena y agua.

Después de que nuestro barco se hundió, mis amigos y yo nadamos por el mar, casi inconscientes, hasta que llegamos a tierra firme.

Mi grito de ayuda retumbó en el eco.

La angustia

Allí estábamos, sólo nosotros tres, varados en una isla. Poco a poco, mis amigos fueron abriendo los ojos.

La desesperanza se instaló de inmediato. No había forma de comunicarse con nadie ya que sólo nos teníamos el uno al otro.

No sabíamos dónde estábamos y nos faltaba comida, ropa y suministros, así que tuvimos que improvisar para sobrevivir. Los primeros días fueron los peores y, a medida que se acercaba la noche, ansiábamos despertarnos en casa con un plato de comida y una ducha caliente.

Hoy, valoramos esos momentos.

Tratando de sobrevivir

Mis amigos y yo éramos los únicos habitantes de la isla, con suelo rocoso, palmeras y arbustos.

Me sorprendió la cantidad de ideas que nos vinieron a la mente para ayudarnos a sobrevivir.

En la isla, apenas había días de lluvia, por lo que no pudimos recoger demasiada agua. Los cocos fueron nuestra salvación ya que se convirtieron en nuestra única fuente de hidratación.

Con el paso de los días, nuestra boca se fue secando poco a poco y nuestra piel empezó a escamarse. Nuestro menú incluía ratas y caracoles. Suena asqueroso, pero para nosotros era un manjar, porque era el único alimento que entraba en nuestro estómago.

Recogimos hojas para atrapas las escasas gotas de lluvia y nos sumergimos en las aguas saladas para asearnos. Creamos diferentes armas de protección con ramas gruesas que aplastamos con piedras gigantes.

Estas actividades fueron nuestro pasatiempo.

El campamento improvisado y los suministros. | File photo
El campamento improvisado y los suministros. | USCG photo

Pensamientos negativos mezclados con esperanza

Mientras tanto, nos acostumbramos a estar ahí. A veces, pensábamos que nadie nos salvaría jamás, que viviríamos para siempre en esa isla desierta. Esta mentalidad negativa trajo más problemas.

A uno de mis amigos le dio fiebre y no tuvimos más remedio que ser creativos. Inventamos un remedio y, poco a poco, le bajó la temperatura.

A medida que pasaban los días, nos enfermábamos, cambiaba nuestro estado de ánimo y nuestros cuerpos se volvían cada vez más débiles.

Sin energía, todo se volvió un desafío mayor aún.

Escribimos «AYUDA» en la arena tal como en las películas, sólo que esto era la vida real. Recordarlo todavía me emociona.

Cada letra que escribíamos expresaba nuestro deseo de que alguien nos viera. Era nuestra única esperanza.

Las letras eran gigantescas. Todas las mañanas y tardes, las rodeábamos saludando al cielo.

«Alguien tiene que vernos», pensábamos. Al instante, mi mente repetía: «No estás destinada a quedarte en esta isla para siempre, Julia. Todavía hay esperanza».

Lejos de casa

Extrañaba a mi familia, ir a la universidad y el trabajo, y me olvidé de mi rutina, mi cama, mi silla y el olor de la deliciosa comida que preparaba mi pareja.

Todo lo que quería era volver a esos días y deseaba no haber estado nunca en ese barco. Pasaban las horas sin pena ni gloria.

Antes de la isla, solía mirar el reloj cada cinco minutos. Ahora no tenía noción del tiempo. Nos despertábamos, comíamos caracoles, nos hidratábamos con agua de coco y lo repetíamos una y otra vez.

Nos moríamos de frío, hambre y sed. Nos dolían los pies de tanto andar descalzos. El dolor y la angustia estaban en nuestros rostros, estábamos devastados.

Los días seguían pasando y nos estábamos quedando sin ideas. Nuestras llamadas de ayuda parecían en vano; no sabíamos qué más hacer. Las esperanzas que teníamos se agotaron con el tiempo y todo parecía ser inútil.

A medida que las defensas de mi cuerpo disminuían, iba perdiendo las fuerzas. No podía estar de pie, ni mucho menos pensar. Cuando los días se volvieron críticos, hasta se me dificultaba hablar. Balbuceábamos, pero nos entendiamos.

El momento más triste fue cuando, ya sin fuerzas, nos dimos por vencidos. Estábamos entre la vida y la muerte.

El rescate | File photo
El rescate | USCG photo

La esperanza se vuelve a encender

Una mañana abrimos los ojos y no sabíamos que todo estaba por cambiar.

Repetimos nuestra rutina típica. Abrimos un par de cocos y nos hidratamos. Por lo que se sintió como la milésima vez, escribimos la palabra «AYUDA», que cada vez era más y más grande.

Nos quedamos gritando sin parar hasta que nos quedamos sin voz. Hicimos movimientos con nuestras manos mientras miramos hacia el cielo. Nuestros ojos estában vidriosos, queríamos llorar.

Entonces, de repente, apareció un ángel entre las nubes, un salvador. Un avión de la Guardia Costera nos vio junto con nuestra palabra, «AYUDA». Les gritamos que bajaran y nos sacaran de allí.

No podíamos creer que estuviera sucediendo. Un revoltijo de sensaciones nos inundó y estábamos extasiados. Había llegado nuestro momento. Saldríamos de allí.

En ese momento, la Guardia Costera nos arrojó una bolsa con provisiones y una radio para que pudiéramos comunicarnos. Después de eso, todo fue una celebración.

Recibimos la alerta de que nos recogerían en los próximos días. Vivimos esos días como ningún otro. Regresó la felicidad. Nuestro insomnio, nuestros mil intentos de gritar pidiendo ayuda, cada momento en la isla para sobrevivir había dado sus frutos.

Con la comida que dejaron, ya estábamos mejor físicamente. Todavía hacía mucho frío, estábamos sucios y nuestras defensas estaban bajas, pero todo estaba a punto de cambiar.

El fin de una pesadilla

Por fin, esa pesadilla llegó a su fin. Cuando tocamos tierra firme, estábamos muy emocionados.

La Guardia Costera nos trasladó al Centro Médico de Lower Keys en Florida en los Estados Unidos.

Escuché a uno de los pilotos decir que fue fantástico que pudiéramos sobrevivir tantos días en una isla desierta; fue casi un milagro.

Treinta y tres días en la isla fueron una eternidad para nosotros.

El rescate fue un sueño y estábamos asombrados, relajados y tranquilos. Gracias al destino, viví para contar la historia.

Tejerdoras indias convierten basura en tapices

Rupjyoti Saikia Gogoi
Protagonista
Rupjyoti Saikia Gogoi, de 47 años, de India, descubrió una forma ingeniosa y creativa de lidiar con los desechos plásticos del Parque Nacional Kaziranga, un patrimonio mundial. Al tejer los desechos tóxicos en telares manuales tradicionales, Gogoi está ayudando a más de 2.000 mujeres pobres de la aldea a ganarse la vida, encontrar la libertad, salvar la vida silvestre y abordar la crisis climática a través de su empresa, Village Weaves, desde 2004.
Contexto
Según las Naciones Unidas, a cada minuto se compran un millón de botellas de plástico, mientras que cada año se utilizan 5 billones de bolsas de plástico de un solo uso en todo el mundo. Miles de toneladas de desechos plásticos no biodegradables contaminan la tierra, el agua y el aire del mundo.

En India, la situación es desafiante. Euronews informó este mes que, si bien India no produce la mayor cantidad de plásticos, sí ocupa el primer lugar por verter la mayor cantidad de plástico en el océano. En tierra, se ven cachorros de tigre masticando plástico a aves exóticas utilizando bolsas de plástico desechadas como material de anidación.

La diversa vida salvaje del Parque Nacional Kaziranga se está ahogando y muriendo en la suciedad humana.

La contaminación plástica está ampliamente documentada por científicos y ambientalistas de todo el mundo. Además de los animales, la vida marina y el medio ambiente, la contaminación plástica afecta de manera desproporcionada a los pobres, pone en peligro los medios de vida de las personas que dependen de los recursos marinos y causa problemas de salud para quienes comen directamente de las vías fluviales.

La ONU informó que las mujeres sufren riesgo de toxicidad relacionado con el plástico, debido a una mayor exposición agregada a los plásticos en el hogar e incluso en productos para el cuidado femenino.

NUEVA DELHI, India – El Parque Nacional Kaziranga es patrimonio mundial y está ubicado en el estado de Assam, en el noreste de la India.

Famoso por su rinoceronte de un cuerno, también es el hogar de muchos animales salvajes, incluidos tigres, panteras, elefantes y delfines. Las aves migratorias visitan sus bosques durante todo el año.

Lamentablemente, la caza furtiva desenfrenada, las inundaciones anuales y la contaminación plástica han devastado el hábitat del Parque Nacional Kaziranga.

En 2004, tomé cartas sobre el asunto. No pude detener el flujo de agua ni a los feroces cazadores furtivos, pero podría intentar transformar los desechos plásticos en algo útil.

Decidí convertir el plástico que cubría las calles de mi vecindario y el parque en productos autóctonos. Así nació Village Weaves.

La crisis del medio ambiente

Todos los años, el Parque Nacional Kaziranga es visitado por millones de turistas de la India y del resto del mundo. Las personas, generan una gran cantidad de desechos plásticos dentro y alrededor del parque y en los albergues turísticos, hoteles y restaurantes.

Los visitantes locales e internacionales dejan montones de basura. Arrojan desechos plásticos por todas partes sin pensar en cómo sus sobras dañinas crean una crisis climática y amenazan nuestra diversa flora y fauna.

Convivo con los problemas ambientales creados por la basura, desde botellas y envoltorios de alimentos hasta bolsas de plástico. A pesar de la prohibición de tirar basura, los desechos plásticos son una postal perturbadora. La eliminación es complicada.

La quema de estos plásticos libera carbono negro y contribuye a la contaminación del aire. El carbono no sólo daña a las personas y al medio ambiente, sino que también puede tener un efecto letal en los animales.

Mujeres cortando bolsas de plástico con tijeras.
Mujeres cortando bolsas de plástico con tijeras. | Village Weaves

Los plásticos están matando nuestra vida silvestre

Si una persona o una empresa libera desechos plásticos en un río, estanque o lago, los animales del parque beben agua contaminada. Cuando los microplásticos terminan en el agua, degrada la calidad con compuestos tóxicos y, a menudo, daña la salud de rinocerontes, tigres, elefantes y aves.

Lamentablemente, a menudo vemos que los animales confunden el plástico con la comida. Los animales salvajes incluso hurgan en la basura alrededor del parque, encontrando desechos plásticos tóxicos y objetos afilados arrojados en los contenedores.

Las bolsas de plástico asfixian a los animales. Cuando lo ingieren, obstruye el normal funcionamiento de sus órganos y esto los llevan a la muerte.

Cada año, durante la temporada de los monzones, las inundaciones devastan el parque. Cientos de animales mueren cuando las inundaciones masivas destruyen su hábitat. Mientras que muchos animales son arrastrados junto con la fuerte corriente de los ríos que cruzan el parque, algunos otros salen del bosque para buscar refugio en las áreas montañosas.

Consumen el plástico tirado por ahí y mueren lenta y dolorosamente al cruzar el pueblo.

Las mujeres indígenas utilizan técnicas indígenas para transformar plásticos

Al ver esta crisis de primera mano, decidí ayudar a limpiar la naturaleza, eliminar los desechos de la Tierra y reducir el impacto de cantidades asombrosas de plásticos en el Parque Nacional Kaziranga. Planeaba integrar los residuos plásticos con hilos de algodón para tejer diferentes productos en un primitivo telar manual.

Vengo de un entorno humilde, por lo que no tenía suficientes recursos para adquirir máquinas caras. Debido a la falta de equipo, no fue fácil convertir botellas de plástico en algo útil. Entonces, decidí usar bolsas de plástico.

Las mujeres de mi pueblo no tienen una buena educación y no pueden obtener trabajos regulares en una oficina o una empresa, pero tienen otras habilidades únicas. Perfeccionaría sus habilidades y las ayudaría a ganarse la vida.

Estas mujeres están muy ligadas al patriarcado y su trabajo en el hogar no está remunerado. Dependen de sus maridos o familias para casi todo. Entonces, si se ganaran la vida, podrían volverse independientes, empoderadas y representarse mejor a sí mismas.

Turistas visitando el telar manual para ver cómo se tejían los productos.
Turistas visitando el telar manual para ver cómo se tejían los productos. | Village Weaves

Village Weaves nació en 2004

De las compras, obtenemos muchas bolsas de plástico. Muchos tiran la basura fuera de sus casas o la queman al aire libre. Están esparcidas por todas partes.

Junto con las mujeres de Village Weaves, recojo las bolsas de plástico que dejan los turistas y los lugareños y las lavo y las seco manualmente. Las bolsas se cortan en tiras con unas tijeras. Luego se atan a mano de un extremo a otro para hacer un hilo largo.

El hilo de algodón se teje verticalmente en un telar, y, con hilo de plástico se hacen los tejidos horizontales.

Creamos una tela duradera y flexible ideal para decoraciones del hogar y productos artesanales que no dañan el medio ambiente a través de nuestra técnica autóctona, como bolsos, felpudos, tapetes de mesa y tapices.

Trabajamos en telares manuales porque casi todas las mujeres de Assam saben tejer ropa. Sin embargo, dado que carecen de exposición, necesitan ideas sobre qué tipo de ropa tejer.

Empoderando a las mujeres

Las mujeres son expertas tejedoras y grapadoras, pero carecen de capacidad de comunicación. Tienen problemas con el idioma y no hablan bien el hindi. El inglés está más allá de su comprensión. Intento eliminar los obstáculos para que se sientan más plenas.

Es por eso que les enseño herramientas de comunicación para que tengan la confianza suficiente para promocionar sus productos por sí mismas. Realizo talleres para enseñar a las mujeres cómo mezclar plástico con hilos de algodón y salvar el medio ambiente.

Desde la creación de diseños hasta combinaciones de colores, comparto mi experiencia para mejorar su proceso creativo. También capacito a las mujeres en los aspectos técnicos de la producción y realizo el marketing de sus productos finales para que los puedan vender a través de Kaziranga Haat, una tienda de regalos que creé en 2012.

Me ocupo de la entrega de los productos reciclados para uso personal, mi casa es en el punto de venta para compradores en el extranjero que preordenan en línea para vender los productos únicos a su clientela. De esta manera, las mujeres pueden concentrarse únicamente en recolectar la basura y convertirla en un tesoro.

La Sra. Gogoi participa en un taller sobre cómo mezclar plástico con hilos de algodón. | Village Weaves

Las mujeres ganan y progresan

Durante los últimos 17 años, Village Weaves ha ayudado a empoderar a más de 2.300 mujeres en 35 aldeas de Assam.

Las mujeres de las aldeas han sido tradicionalmente amas de casa. Casados ​​en su infancia, cocinar cuatro veces al día, cuidar a los ancianos, mantener la casa en orden, atender las necesidades de sus hombres e hijos y proporcionar ropa limpia a los miembros de su familia definieron su existencia.

Vivían dentro de las cuatro paredes de sus casas y su movimiento estaba restringido. No podían aventurarse a salir de sus casas por la noche, por lo que no podían pensar en ganar dinero. La independencia financiera era un concepto ajeno.

Ahora, las mujeres han reunido el coraje para romper estos límites sociales y encontrar su verdadera identidad a través de Village Weaves.

Al ganar dinero y mantener a sus familias, tienen más confianza y son más conscientes de su potencial. No tienen educación, pero están enviando a sus hijos a la escuela. Ellas ganan 200 rupias ($ 2,70 dólares) al día y miran con entusiasmo hacia un futuro mejor.

Sigue habiendo obstáculos a medida que avanza el progreso

Mientras los lugareños y los turistas nos animan, el establecimiento no se condice con nuestros esfuerzos.

No estamos dirigiendo un negocio. El éxito de una empresa impulsaría a las industrias a producir más plástico. Nuestro motivo es reciclar plástico y limpiar el medio ambiente. Village Weaves es una iniciativa social.

No compramos plástico en las tiendas. Lo recolectamos de nuestros hogares, nuestro vecindario o las cercanías del Parque Nacional Kaziranga. Recoger, limpiar y producir productos reciclados lleva casi una semana. Requiere mucho tiempo y mucho trabajo.

No podemos cambiar a técnicas modernas debido a la crisis financiera que experimentamos y porque las mujeres no saben cómo operar máquinas. Es por eso que sólo podemos reutilizar bolsas de plástico, no botellas o vasos de plástico.

A pesar de nuestros mejores esfuerzos y la prohibición de los desechos plásticos, su consumo sólo está aumentando.

No podemos evitar que las industrias produzcan plásticos no biodegradables ni podemos evitar que los turistas creen montones de basura, pero podemos reducirlos reutilizándolos.

El pincel es más poderoso que el arma

Adailton Osorio
Protagonista

El nombre del joven de 22 años se mantiene en anonimato para cuidar su integridad física. Es estudiante de artes plásticas en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico. Desde 2012, comenzó a realizar colaboraciones artísticas y a dibujar graffiti.
Hoy se dedica al muralismo para seguir expresando su arte en medio del paro nacional.
Contexto
Las protestas en Colombia en 2021, también llamadas Huelga Nacional y nombradas por algunos medios como el estallido social de Colombia, son una serie de manifestaciones multifactoriales desencadenadas por el anuncio del proyecto de reforma tributaria propuesto por el gobierno de Iván Duque.
Durante las protestas, decenas de personas murieron y cientos más fueron reportadas como desaparecidas.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha condenado graves violaciones de derechos humanos en el contexto de las protestas. El presidente Duque primero se negó a aceptar una visita de trabajo inmediata de la CIDH a Colombia, que finalmente fue aceptada para el 8 de junio.
La protesta ocurrió en diferentes ciudades, municipios y carreteras del país y del exterior por colombianos residentes en España, Francia, Portugal, Reino Unido, Suecia, Rusia, Italia, México, Chile, Argentina, Canadá, Estados Unidos, Alemania, Polonia, Australia y Nueva Zelanda, incluso frente a las sedes de las Naciones Unidas en Nueva York y Ginebra (Suiza). También se destacan las acciones en Internet y las expresiones artísticas durante las protestas.

BARRANQUILLA, Colombia – Participo pacíficamente en manifestaciones en mi ciudad como estudiante y artista. A veces, pongo en peligro mi vida.

He estado involucrado en situaciones violentas, donde los disparos rozaron mi cabeza y más de un colega resultó herido.

Me expreso a través del arte. Mis armas para enfrentar la desigualdad, la violencia y el desempleo son los aerosoles, las pinturas, los pinceles y los rodillos.

Salgo a las marchas y, siempre que puedo, dejo mi huella artística en un muro de la ciudad pero no creo en la violencia ni en la agresión. Me expreso a través de mi arte y participo en protestas para ser escuchado.

Todos los que protestamos en Colombia nos unimos por la misma razón: construir un país mejor.

El arte, la clave de las protestas

El 15 de mayo, estudiantes de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico y grupos culturales participantes del Carnaval de Barranquilla concentraron su energía en la Casa del Carnaval.

Marchamos hacia el Parque Sagrado Corazón en el norte de Barranquilla.

Entre nosotros, la comunidad LGBTQIA + y grupos feministas expresamos pacíficamente nuestro descontento con el gobierno del presidente Iván Duque.

La protesta se manifestó a través de danzas y ritmos folclóricos del Caribe colombiano.

Al día siguiente, decenas de personas se reunieron en la calle principal al norte de Barranquilla y pintaron las calles aledañas.

Música, amistad, colores, comida y esperanza se fusionaron en una unión donde tratábamos de explicarle al mundo la situación en Colombia.

Una de las intervenciones y murales realizados por artistas de la ciudad que quieren hacerse oír por su arte.
Una de las intervenciones y murales realizados por artistas de la ciudad que quieren hacerse oír por su arte. | David Moran

La violencia, moneda corriente

Lamentablemente, los actos de violencia son habituales en estas movilizaciones en las distintas ciudades del país.

En las marchas, me he encontrado con infiltrados: personas que no pertenecen al grupo de manifestantes y que vienen a generar mala publicidad para la protesta.

He recibido amenazas de muerte e insultos de infiltrados, que intentan alentar disturbios para que el gobierno nos acuse.

Los he visto romper cosas y golpear a la gente cuando todos los demás protestaban pacíficamente.

Los llamamos infiltrados porque nadie dentro de los grupos organizados los conoce.

Cuando comienzan los disturbios, la policía reacciona y desaparecen, dejándonos indefensos.

Una de las intervenciones y murales realizados por artistas de la ciudad que quieren hacerse oír por su arte.
Una de las intervenciones y murales realizados por artistas de la ciudad que quieren hacerse oír por su arte. | David Moran

Sin miedo

No me asusta. Mi objetivo es mostrar al mundo que marchamos pacíficamente por un futuro mejor para nosotros y para las próximas generaciones.

Seguiré cubriendo la ciudad de arte en cada protesta para expresarme sin violencia ante los ataques que sufrimos.

Cabe destacar, el apoyo de la ciudadanía, es muy gratificante.

La gente es solidaria

En los días de protesta, el calor sofocante puede convertirse en un gran enemigo. Las temperaturas suben rápidamente y el asfalto levanta una ola de calor abrazadora en Barranquilla.

Los ciudadanos que no asisten a las marchas por el COVID-19, o por cualquier otro motivo, nos brindan comida y agua en cada uno de los días de protesta.

¿Por qué nos movilizamos?

Expresamos nuestro pensamiento contra los abusos de las autoridades y las violaciones de derechos humanos en el país.

Miles de jóvenes alzan la voz por el desempleo, la falta de educación y la falta de oportunidades.

En mi caso, recuerdo cuando estudiaba en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico y teníamos que hacer cola donde sólo había 30 almuerzos disponibles (éramos un total de 300 alumnos).

It was painful. A veces no teníamos dinero suficiente para pagar un almuerzo y los treinta almuerzos gratuitos no eran suficientes. No podíamos acceder a una comida decente, y varias veces pasé el día con el estómago vacío.

Además de la falta de recursos para la educación superior, Colombia ha descuidado el estado de las poblaciones más necesitadas.

Por eso, pido soluciones para vivir con dignidad independientemente del espacio social en el que nos encontremos.

Los jóvenes que trabajan sobre el mural almuerzan juntos y conversan durante su descanso.
3. Los jóvenes que forman parte del mural almuerzan juntos y conversan para descansar un poco. | David Moran

La unión artística también alza su voz

Además de recorrer las principales calles de Barranquilla, también participo en demostraciones artísticas.

Formo parte de estos espacios con mis amigos, diseñadores, fotógrafos, ilustradores y grafiteros. Realizamos actos conmemorativos y puestas en escena para expresarnos con pancartas, danza, música folclórica y grafitis.

Durante la actividad, que tiene una duración de varias horas, también se lleva a cabo la intervención de murales, ubicados en puntos estratégicos de la capital atlántica.

Mi lucha continúa, no sólo como ciudadano sino como artista urbano.

Desde mi cargo, alzo la voz para exigir al gobierno local más apoyo a los artistas, más espacios para la cultura y más inversión en los museos de la ciudad.

Mujer transforma transforma sufrimiento en activismo en México

Kenya Cuevas
Protagonista
Kenya Cuevas se ha convertido en una referente en la lucha por los derechos de la comunidad LGBTQ + en México.

Su historia está llena de hechos trágicos: se fue de casa a los 9 años, vivía en la calle, era adicta a las drogas y estuvo en prisión más de 10 años. A pesar de esto, su labor como defensora de los grupos vulnerables la convirtió en un emblema del empoderamiento femenino.

En 2019, fundó la Asociación Civil Casa de las Muñecas Tiresias, que busca brindar apoyo a poblaciones de bajos ingresos, personas privadas de libertad, adictas, personas que viven en la calle, personas que viven con el VIH, trabajadoras sexuales y todas aquellas personas que son parte de la comunidad LGBTQ +.

Un año después, en 2020, inauguró el primer albergue para mujeres transgénero en México, que lleva el nombre de Paola Buenrostro, en honor a una trabajadora sexual y amiga que fue asesinada en 2016 en la Ciudad de México.

Este delito, sumado a la falta de justicia para sancionar a los culpables por parte de las autoridades, motivó a Kenia Cuevas a organizar a sus compañeras trabajadoras sexuales para que las mujeres trans puedan llevar una vida digna, libre de violencia y discriminación, y con la posibilidad de una plena social reintegración.
Contexto
En 2019 en México, las mujeres trans tuvieron las mayores tasas de victimización con 64 transfemicidios según cifras de la CNDH. Según el Observatorio Trans Murder – de la organización Transrespect versus Transphobia (TvT) – en el mundo, la esperanza de vida media de una persona transgénero no supera los 35 años. Del 1 de octubre de 2019 al 30 de septiembre de 2020, México registró 57 asesinatos de personas transgénero y de género diverso, siendo el segundo país más alto del mundo. El primero es Brasil, que tuvo 152 informes, según TvT. Paola Buenrostro fue asesinada la noche del 30 de septiembre de 2016 por un presunto cliente que le disparó en la calle del centro de la Ciudad de México. Hoy, Casa de las Muñecas Tiresias atiende a 20 mujeres transgénero, y 16 de ellas están estudiando educación básica.

CIUDAD DE MÉXICO, México – Ser una mujer transgénero en México no es fácil y cuando decides serlo, lo pierdes todo: familia, amigos, oportunidades laborales, incluso, la dignidad.

Te quedas sin nada.

A los nueve años dejé mi casa. A partir de ese momento, comencé a trabajar en servicios sexuales y a consumir drogas.

Prácticamente toda mi vida sentí una sensación de abandono y soledad, pero la posibilidad de ayudar a otras mujeres transgénero le dio sentido a mi vida.

Mi nombre es Kenya Cuevas, tengo 48 años y vivo con el VIH desde los 13.

Durante la mayor parte de mi vida fui analfabeta.

De los 11 a los 28 viví en la calle pidiendo limosna para comprar drogas. Quería morir. Sentí que no le importaba a nadie, nadie me buscó.

Muchas veces pensé en suicidarme pero no me atreví.

Años después, terminé en la cárcel. Cumplí una sentencia de 10 años, ocho meses y siete días. Me acusaron de tráfico de drogas, delito que no cometí.

La discriminación llegó a tal punto que no tuve acceso a un abogado ni a un juicio. Me sentenciaron directamente, y eso fue todo.

Dentro de la prisión, experimenté violencia extrema debido a mi condición de género.

Otros abusaron sexualmente de mí y me obligaron a prostituirme con otros presos.

Ayudar a otros me salvó

Dentro de la cárcel, comencé a buscar formas de mejorar la vida de mis compañeras transgénero.

Cuidé a los pacientes con VIH, que hasta ese momento, no tenían la supervisión adecuada.

Les insté a hacerse la prueba y a tomar la medicación adecuada.

En 2010, salí de la cárcel y decidí luchar por el bienestar de las trabajadoras sexuales. Exigí pruebas de VIH, repartí condones y comencé a difundir medidas para prevenir infecciones.

Este proyecto transformó mi vida. Dejé las drogas y me convertí en una activista social que busca dignificar la vida de las mujeres transgénero en México.

Fundación Casa de muñecas Tiresias

En 2016, asesinaron a mi amiga Paola Buenrostro.

Paola y yo trabajamos juntas en el comercio sexual. Este evento violento sacudió mi vida y me obligó a buscar justicia para ella. Esta se convertiría en mi nueva causa en mi rol de líder social.

Meses después, tres sujetos intentaron matarme. Decidí dejar el trabajo sexual para dedicarme de lleno en la creación de la Fundación Casa de las Muñecas Tiresias.

Era hora de hacer realidad mi sueño.

A través de mi organización, las niñas transgénero pueden tener un apoyo integral en las áreas de educación, consejería, finanzas, trabajo y atención médica.

También, he hecho un esfuerzo por rescatar los cuerpos de muchas niñas y mujeres transgénero para darles un entierro digno.

Son mujeres transgénero que han sido asesinadas o han muerto a causa del VIH. Algunos mueren en la calle y no tienen familia. Las reclamo y les doy un entierro cristiano.

Es una forma de honrarlas incluso después de la muerte.

También ayudamos a las internas del penal de Santa Marta. Ayudamos a las mujeres transgénero con sus casos y les enseñamos a las personas del Dormitorio 10, donde están las reclusas VIH positivas, sobre la ley.

Casa Casa Paola Buenrostro

Con el paso de los días nos dimos cuenta de que teníamos que ofrecer un espacio donde las mujeres transgénero pudieran vivir seguras y con las condiciones adecuadas para su rehabilitación. Por eso fundé la Casa Hogar Paola Buenrostro en honor a mi amiga asesinada.

Es el primer albergue de su tipo en México. El albergue recibe a las niñas que salen de la cárcel, hospitales o instituciones gubernamentales. De esta manera, se integran a la educación primaria, aprenden finanzas personales e ingresan a un programa de capacitación laboral.

Entrar en el albergue significa que ya no pueden hacer trabajo sexual. Es como un internado donde la única obligación que tienen es estudiar y aprender oficios cuidando su salud física y emocional.

Una forma de dignificar su vida es entender que pueden tener un sinfín de profesiones y que vender su cuerpo y su dignidad no es su única opción.

Soy un ejemplo vivo de que podemos sobrevivir a uno de los trabajos más violentos, con la exposición más significativa al transfeminicidio, para llevar una vida mejor.

Ser feliz es nuestro objetivo

Como la de cualquier otra persona, la vida de las mujeres transgénero está llena de sueños destrozados por la falta de empatía y educación.

Mi mayor sueño es vivir en una sociedad respetuosa que no criminalice a las personas trans ni a ningún sector diferente al estereotipo establecido.

Mientras la sociedad continúe comportándose de esta manera, nuestra mayor venganza es ser feliz.

Un escape milagroso de las fauces de los terroristas

Kennedy O. Emailuk
Protagonista
Kennedy O. Emailuk es un sobreviviente del ataque terrorista en Garissa University College.

Él era un estudiante de Licenciatura en Administración de Empresas en ese momento. Después del ataque, se mudó a la Universidad de Moi, donde se graduó.

Hoy vive en Nairobi, pero el desafortunado ataque aún permanece en su mente.
Contexto
El 2 de abril de 2015, hombres armados irrumpieron en Garissa University College en Garissa, Kenia, matando a 148 personas e hiriendo a más de 80.

El ataque fue llevado a cabo por el grupo militante Al-Shabaab, afiliado a Al-Qaeda. Se informa que los pistoleros tomaron más de 700 rehenes y mataron a los cristianos mientras liberaban a los musulmanes.

Los cuatro atacantes murieron ese día y otros fueron arrestados más tarde.

Fue el peor y más mortífero ataque terrorista en Kenia en 17 años.

GARISSA, Kenia – El 2 de abril de 2015, me encontré cara a cara con terroristas.

Miré a los ojos a la muerte, pero no digo que sobreviví. Mi vida es un milagro, por eso vivo para contar la historia.

Nunca antes me había visto envuelto en una invasión, y el pánico se apoderó de mí.

En ese fatídico día, me desperté temprano y se sentí un poco aletargado. Me había ido a la cama temprano la noche anterior, tenía poca energía.

Mientras amanecía, sentía que el día sería aburrido. Me mantuve confiado, pensando que necesitaba algo para animarme. Me quedé en mi alojamiento con mis amigos mientras decidíamos qué haríamos ese día.

Lo que no sabía es que sobreviviría al ataque de la Universidad de Garissa, uno de los peores ataques terroristas en suelo keniano, que dejó 148 muertos y al menos 70 heridos.

Los movimientos estridentes encienden el miedo

Era de mañana y estaba escondido en mi alojamiento con mis amigos. De repente, escuchamos movimientos y sonidos guturales.

De inmediato, nos dimos cuenta de que algo extraño estaba sucediendo; estábamos en una situación que amenazaba nuestra vida y exigía que reaccionáramos rápido. Mientras temblábamos de miedo, actuábamos instintivamente.

Los estudiantes comenzaron a correr en busca de seguridad mientras los disparos de terroristas sonaban por el aire. Salimos corriendo del albergue, que de inmediato se había convertido en una zona de peligro.

Seguimos a otros estudiantes que escapaban de la amenaza sin pensarlo dos veces.

Era necesario encontrar un escape al tenso entorno que nos rodeaba. No sabía si la dirección que estábamos tomando era segura.

Los gritos y los disparos eran ensordecedores, así que seguimos corriendo en busca de un lugar seguro.

Corrí descalzo porque no tuve tiempo de buscar zapatos.

Teniendo en cuenta el terreno y el clima del noreste de Kenia, donde se encontraba ubicada la universidad, era insoportable correr descalzo.

A pesar del profundo dolor de mis pies, corrí a un lugar seguro. La agonía era abrumadora, pero el coraje y la determinación de estar fuera de peligro me mantuvieron en movimiento.

Encontrar un refugio

La fuga fue tediosa, pero salvó la vida de muchos estudiantes, incluida la mía. Huimos de los terroristas a través de una puerta cerca de un sitio de construcción en el campus. No pudimos usar la entrada principal porque los terroristas ya la habían invadido.

Los terroristas atacaron y mataron a los guardias de seguridad que operaban la puerta principal y atravesaron las aulas disparando a cualquier persona que se cruzaran. Desde las aulas, los atacantes corrían hacia los albergues, pero afortunadamente algunos de nosotros ya estábamos huyendo.

La pequeña puerta nos facilitó la huida del terror. Nos dirigimos al cercano campamento de las Fuerzas de Defensa de Kenia, a unos 2,8 kilómetros (1,7 millas) de la universidad, sin detenernos.

Cuando llegamos al campamento, encontramos a algunos estudiantes que ya estaban allí. Fue una suerte que supiéramos dónde estaba el campamento. Nos ofreció un refugio ya que la seguridad en la universidad estaba quebrada.

Por fin, sentimos algo de seguridad. Aunque todavía estaba tenso, los valientes soldados nos protegieron.

Un suspiro de alivio para mis padres.

Cuando la noticia del ataque terrorista en mi universidad llegó a los medios, los padres, familiares y amigos comenzaron a llamar. Aquellos que escaparon con sus teléfonos celulares hicieron llamadas rápidas o las recibieron y les aseguraron a sus seres queridos su seguridad.

Desafortunadamente, había perdido mi teléfono celular y estaba inquieto. No me pude comunicar con mis padres de inmediato. Cuando logré hacer contacto con ellos, respiraron aliviados.

Mis padres me dijeron que intentaron contactar a mis amigos para averiguar si habían hablado conmigo. Mi familia había estado preocupada por mí y deseaban encontrarme con vida.

Finalmente, para el deleite de mis padres y familiares, hice una llamada a casa. Pedí prestado un teléfono celular y rápidamente llamé a mis dos hermanos para asegurarles que estaba a salvo. Fue un alivio significativo para todos, levantando el estado de ánimo sombrío que los había tragado.

Algunos estudiantes se quedaron atrapados en el albergue.

Debido al miedo y al malestar que se apoderó de la universidad, algunos estudiantes se escondieron en el albergue. Fue una decisión desafortunada.

Los terroristas hirieron a algunos y mataron a otros.

Mi decisión de huir no estaba predeterminada; sucedió sin pensarlo dos veces. Por tanto, no se puede culpar a los que se quedaron en el albergue. No era que ellos fueran ignorantes. Ellos no sabían qué hacer en una situación como esa.

Nuestros corazones latían con fuerza y ​​fue un desafío tomar una decisión racional. Los instintos nos guiaron. Incluso aquellos que se escondieron en el albergue debían haber esperado que fuera seguro. Este incidente fue una situación de vida o muerte, y nadie sabía qué hacer. La única esperanza que teníamos era nuestro creador.

El personal de seguridad no pudo salvar a mis amigos de inmediato. Llegaron después de que se perdieron muchas vidas, pero su respuesta fue rápida dada la velocidad del ataque.

No habíamos realizado ningún simulacro sobre cómo responder a un ataque de este tipo. Cualquier adversidad que golpeara a mis amigos en los albergues era algo ineludible. Nosotros éramos vulnerables.

Amigos y compañeros perdidos

Cuando recuerdo a los amigos cercanos que perdí, duele.

Perder a mis amigos, a quienes consideraba hermanos, es insoportable. Fueron personas que me apoyaron en cualquier desafío que enfrenté. Es profundamente doloroso recordar este horrible evento.

Días después del ataque, también supe que mataron a algunos de mis compañeros y dejaron a otros luchando por vivir con cicatrices y heridas permanentes.

Aunque sobreviví, la carga de perder a mis amigos y compañeros de clase recae sobre mis hombros. Intento olvidar tanto como puedo, pero cada vez que me siento pensativo, los recuerdos se vuelven frescos.

El dolor al que todavía me enfrento no es sólo mío. Algunos de mis amigos sufren una agonía similar. Espero que por fin nos curemos y nos hagamos más fuertes.

Violación de la seguridad

El terrorismo es un problema mundial y ningún país o comunidad está a salvo de él. Requiere esfuerzos en el intercambio de inteligencia.

Mi universidad no tenía una seguridad consolidada para neutralizar a los atacantes antes de que lanzaran un asalto implacable contra estudiantes inocentes y personal empleado en la institución.

Puedo recordar que teníamos cuatro policías administrativos manejando la universidad por la noche. Durante el día, sólo había dos guardias de seguridad sin armas sofisticadas.

No soy un experto en seguridad, pero mirandola de mi universidad, no era fuerte, muy por el contrario, era vulnerable.

Los guardias de seguridad no recibieron la formación adecuada para protegernos de los terroristas armados. Los policías desplegados en la universidad no pudieron defendernos lo suficiente de un ataque terrorista.

Seguridad laxa

Cuando miro el ataque pienso que si hubieran reforzado la seguridad, no hubiéramos perdido tantas vidas.

Aunque algunos estudiantes tuvieron que encontrar una salida del peligro rápidamente, siento que muchos de mis amigos no habrían perdido la vida si nos hubiéramos preparado para tal eventualidad.

Además, algunos estudiantes no sabían qué hacer para protegerse. Quizás por eso algunos sintieron que refugiarse en el albergue era más seguro que huir.

Sin embargo, aquellos que entendieron adecuadamente el entorno de nuestro campus, conocían los posibles caminos que podían utilizar para evadir el peligro.

Algunos estudiantes se escondieron detrás del albergue mientras buscaban una manera de escapar. Los terroristas atacaron el frente del albergue y dispararon a algunos estudiantes que usaron las puertas principales para evadirlos.

Sin embargo, mis amigos en el patio trasero podrían encontrar una forma un poco más segura de escapar ilesos del campus.

Fue la educación lo que me llevó a la volátil región

La educación me llevó a esta parte de Kenia. Mi país ya estaba registrando una serie de ataques en la zona, pero tenía que irme.

El noreste de Kenia es una zona en peligro debido a su proximidad a la República de Somalía. Los terroristas que causan estragos en Somalia se infiltran en Kenia a través de las débiles fronteras para desestabilizar la región.

Solía ​​encontrar noticias de terroristas deambulando por la región. Sin embargo, como estudiante, estaba indefenso y no había forma de que pudiera tomar medidas para mantener segura la universidad a nivel individual.

Como joven inocente del oeste de Kenia, mi único deseo era adquirir una educación. Además, yo era un estudiante patrocinado por el gobierno sin la discreción de tomar una decisión final para mi universidad.

Cuando recibí una carta de admisión para inscribirme en Garissa, que para ese entonces era un colegio constitutivo de la Universidad de Moi, estaba aterrorizado.

No había visitado la región, pero mi deseo por la vida y la educación en el campus me inculcó un espíritu de determinación y perseverancia. Este espíritu me convenció de ir con la esperanza de que todo saldría bien.

Creí que iría a la universidad y volvería a casa con éxito. Mis padres se sintieron diferentes. Querían que me uniera a una universidad alejada de los lugares considerados susceptibles a los terroristas.

Nuestro estado financiero no nos lo permitía, así que me uní a la universidad para hacer realidad mis sueños.

Me convencí de que siempre estaría a salvo. Desafortunadamente, esta horrenda invasión hizo añicos los sueños de los kenianos que venían de todas partes del país.

Mudarse a la Universidad Moi

Después de un poco de asesoramiento y curación, se nos permitió unirnos a la Universidad de Moi mientras el gobierno aceleraba los esfuerzos para reanudar las operaciones en la Universidad de Garissa.

Estaba feliz por la decisión de trasladarnos. Habría sido traumático y devastador si el gobierno nos hubiera ordenado regresar al mismo lugar que nos había puesto en peligro.

Recibimos una recepción heroica en la Universidad de Moi. Los estudiantes fueron comprensivos y estaban listos para ayudarnos a aclimatarnos. El abrazo de mis compañeros fue increíble y me dio la esperanza de estar seguro.

Aunque los recuerdos del ataque vuelven, el apoyo que recibí me ayudó a sanar. Me concentré en mis estudios en la Universidad de Moi hasta que me gradué.

Fortalecimiento de la seguridad en las instituciones de aprendizaje

Si bien ya no soy un estudiante universitario, siempre abogaré por una mayor seguridad en las instituciones de aprendizaje. Los estudiantes sólo pueden concentrarse si están libres del miedo a ser atacados.

Animo a las administraciones universitarias y al gobierno a asegurar estas instituciones.

El ataque a la Universidad de Garissa fue desafortunado y espero que no haya tales ataques en ninguna otra institución de aprendizaje.

Los estudiantes están indefensos y las autoridades deben tomar las medidas necesarias para reforzar la seguridad y proteger a los estudiantes.

Mi vida estaba en juego, y la forma en que viví ese ataque terrorista seguirá siendo un milagro para mí de forma permanente.

Investigador de asesinatos de niños en Cisjordania lucha contra el horror

Ayed Abu Eqtaish
Protagonista
Ayed Abu Eqtaish es el Director del Programa de Responsabilidad de Defence for Children International – Palestina y ha trabajado para la organización desde 1999.
Ayed vive y trabaja en Ramallah, Cisjordania.

La familia de Ayed es de un pueblo llamado Imwas, entre Tel Aviv y Jerusalén, que fue destruido en 1967. Su familia fue expulsada ese año.

Ayed nació en un pueblo cercano llamado Bayt Liqya, Cisjordania, donde su familia se instaló durante un año mientras esperaban regresar a Imwas.
Su hermano fue una víctima fatal de la ocupación israelí.

Israel convirtió la ciudad de Imwas y sus alrededores en un parque recreativo llamado Ayalon Canada Park, patrocinado por el Fondo Nacional Judío de Canadá.

Ayed se graduó de la licenciatura en Trabajo Social en 1993 y tiene una maestría en Estudios Avanzados en Derechos del Niño de la Universidad de Friburgo en Suiza.

Defense for Children International – Palestine opera principalmente en Cisjordania, pero también en Gaza, donde tienen dos trabajadores de campo. Operan en Jerusalén Este.
Contexto
Los civiles en Israel / Palestina han sido asesinados, heridos y desplazados por el control territorial en el período más largo del mundo de violencia estatal.

El último estallido en Israel / Palestina comenzó cuando las familias palestinas fueron desalojadas de sus hogares en el barrio de Sheikh Jarrah en Jerusalén el pasado 2 de mayo.

Naciones Unidas estima que entre el 2 y el 21 de mayo murieron 242 palestinos, incluidos 66 niños y 38 mujeres.
La ONU estima que más de 1.900 palestinos resultaron heridos.

Durante el mismo período de tiempo, la ONU cree que hubo al menos 12 muertes israelíes, incluidos dos niños. Se han informado cientos de heridos a la ONU desde Israel.
La Puerta de Damasco, a la que se hace referencia en la historia, fue construida en 1537 y ahora se encuentra en la frontera con Cisjordania, desde que Israel capturó Jerusalén Este en 1968.

Más de 70 palestinos se enfrentan al desalojo de sus hogares en el barrio de Sheik Jarrah en Jerusalén.

Su caso ha estado ante la Corte Suprema de Israel desde principios de mayo y se enfrenta a una decisión en junio.

El plan para desalojar a los palestinos y reemplazarlos con simpatizantes de Israel de todo el mundo es emblemático y ha ocurrido violentamente durante los últimos 70 años.

RAMALLAH, Cisjordania – El 13 de mayo de 2021, Rashid Mohammad Rashid Abu Arra, un joven de 16 años de Aqaba, Cisjordania, fue asesinado a tiros por un soldado israelí.

Los disparos sonaron desde el rifle del soldado y la primera bala entró en la parte superior de la espalda de Rashid. El segundo disparo atravesó su abdomen. Las balas salieron por la parte delantera de su cuerpo, lo que indica que le habían disparado por la espalda.

Sangrando por heridas de bala, Rashid corrió a la tienda de verduras de su padre y se derrumbó.

Fue llevado al hospital de Tubas con sus padres, donde los médicos intentaron resucitarlo durante 20 minutos.

Rashid fue declarado muerto en el hospital poco después.

Cuando un niño muere en Palestina, es mi trabajo investigar qué sucedió. El equipo de Defense for Children International me trajo, ya que los relatos de testigos presenciales se contradecían entre sí.

Un niño descargando productos

El padre de la víctima dijo que estaba con su hijo descargando productos de su tienda de verduras para venderlos en la ciudad cuando su hijo fue asesinado.

Otro informe de un testigo presencial, el amigo del niño, indicó que los dos niños estaban arrojando piedras a cuatro jeeps militares israelíes cuando un soldado en el vehículo les disparó, matando a Rashid.

Cuando le presentamos la información del segundo informe al padre, nos dijo que dejó a Rashid fuera de la tienda con su amigo en el momento de la muerte de su hijo.

Mi investigación concluyó que la historia de los chicos arrojando piedras era la más lógica.

En el pasado, presentábamos quejas en un tribunal israelí cuando la policía o los colonos mataban a niños palestinos. Con demasiada frecuencia, esas quejas cayeron en oídos sordos.

Defensa pública

Ahora, nuestra documentación de muertes infantiles es sólo para la defensa pública.

La sentencia máxima por arrojar piedras a los soldados es de 20 años en el sistema judicial militar israelí.

Sin embargo, en este caso, Rashid recibió una pena de muerte inmediata.

Tengo que asegurarme de que todos los hechos sobre las muertes de niños en Palestina se verifiquen y analicen antes de revelar públicamente cuántos o de qué manera fallecieron.

Si creemos que las fuentes de los testigos oculares están exagerando, marcamos la información como poco confiable.

La objetividad es nuestro capital y nunca sacrificamos nuestra credibilidad por la información.

Comparamos nuestros datos con la organización humanitaria israelí B’Tselem para ver si existe alguna disparidad y por qué podría ser.

El peaje emocional

Este trabajo me afecta emocionalmente.

Me aplasta el corazón cuando estoy investigando la muerte de toda una familia, descubriendo lo que estaban haciendo momentos antes, durante un ataque militar israelí.

Los relatos de testigos oculares revelan quiénes eran estas personas, qué les gustaba y cómo vivían sus vidas.

Es como si los conociera, pero sólo después de que mueran.

Después de procesar los relatos de los testigos presenciales, el cuestionario y el informe final de un niño asesinado, atacado o encarcelado, borro todos los detalles de mi mente.

No podría decirles qué informe terminé de procesar ayer.

Esta técnica de memoria selectiva es la forma en que me enfrento a mi trabajo.

Es la única forma que conozco de seguir trabajando, contando los muertos, sin que me afecte gravemente.

Procesamiento de papeleo

Sólo este mes, procesé 74 informes de niños muertos.

Ahora que soy el Director del Programa de Responsabilidad, no hago tanto trabajo de campo como solía hacerlo.

En mi asignación más reciente, conocí a familias de niños encarcelados.

Defense for Children International representa a los niños en la corte militar israelí y yo me comunico con el abogado, las familias y los niños.

Casi todos los casos fueron por arrojar piedras, aunque algunos incluyeron cócteles Molotov.

Las familias me preguntan cuánto tiempo cumplirán sus hijos.

La mayoría de los niños pasan de cuatro a seis meses de cárcel por arrojar piedras.

Ayudar a defender a los niños

Cuando arrestan a un niño palestino, sus familias se ponen en contacto con nosotros para que los ayudemos a defenderlo.

El abogado y yo informamos al niño de sus derechos y lo ayudamos a entrenarlo para que no se incrimine a sí mismo si no es culpable y no contradiga las pruebas si lo es.

Le decimos al niño acusado que el interrogador israelí tratará de hacerse amigo de él y le dirá que será liberado si responde a la línea de interrogatorio, lo que siempre es una promesa falsa.

Nuestros abogados siempre piden que el niño sea puesto en libertad durante los procedimientos judiciales, pero esas solicitudes casi siempre son denegadas.

La mayoría de la gente de fuera de Cisjordania nunca podría imaginar cómo es la vida diaria aquí.

Si le digo a alguien de los Países Bajos que vivo en Ramallah, a unos pocos kilómetros de Jerusalén, pero no tengo permitido visitar Jerusalén, no lo podría entender.

Pueden viajar libremente por toda Europa.

Los palestinos son discriminados

Quiero que la gente de todo el mundo sepa que los palestinos son discriminados en los territorios ocupados, incluso cuando son ciudadanos israelíes que viven en Israel.

Creo que la muerte y destrucción que vimos desde el 10 de mayo hasta el 20 de mayo de 2021 en Israel / Palestina es incomprensible.

Keniano pierde a su esposa y su casa a raíz de violencia postelectoral

Kainda Rodgers
Protagonista
Kainda Rodgers fue una víctima de violencia postelectoral de la comunidad Kisii en Kenia.

Era un residente de la ciudad de Eldoret, uno de los focos de mayor tensión cuando las revueltas posteriores a las elecciones envolvieron a su país.

Se había mudado del área de Kisii para vivir en Eldoret, con la esperanza de una vida mejor en la ciudad.
Contexto
Kenia se sumergió en un derramamiento de sangre después de las acusaciones de manipulación en las elecciones de la generación de 2007.

Más de 1.000 murieron y 250.000 personas fueron desplazadas internamente.

El gobierno de Kenia ha estado intensificando sus esfuerzos para reasentar a las personas internamente desplazadas, pero algunas víctimas todavía están atrapadas en el trauma.

NAIROBI, Kenia – Caí en la depresión después de perder a mi esposa, mis dedos y mi propiedad durante la violencia postelectoral en Kenia.

La noche en que mi familia fue atacada, sufrí cortes profundos en todo el cuerpo. Sin la atención médica adecuada, habría muerto.

Personas como nosotros que vivíamos en áreas donde se les consideraba no nativos sufrieron pérdidas similares.

Hoy vivo sin mi esposa debido a ese caos. Después de convertirme en víctima de la violencia, me sentí triste, solo, abandonado y con mucho odio.

Fue una situación trágica que expuso el lado oscuro de la humanidad en medio de una elección.

Aunque sobreviví al conflicto, sigo sufriendo un trastorno de estrés postraumático.

No ha sido fácil superar estos hechos. A mi edad, lloro cuando recuerdo lo que le pasó a mi familia.

Mis hijos y yo vivimos el horror en carne propia. Estamos alerta cada vez que se acercan las elecciones generales porque tememos que se repitan aquellos hechos.

Día de votación

Como ciudadano respetuoso de la ley, el 27 de diciembre de 2007, mi esposa y yo nos levantamos temprano en la mañana y nos dirigimos al colegio electoral para emitir nuestro voto.

Votamos pacíficamente y regresamos a casa para esperar los resultados.

El conflicto radicaba principalmente en la elección presidencial, la puja era muy reñida.

Sin embargo, creí que la democracia prevalecería y la vida seguiría adelante.

Me quedé cerca de mi radio, esperando ansiosamente el resultado de una elección que creía que nos daría buenos líderes.

No obstante, los eventos se tornaron negativos cuando todos, incluidos mis vecinos, se pusieron nerviosos por un supuesto fraude.

Las acusaciones de manipulación se extendieron como la pólvora. Como resultado, la situación se salió de control y nos asustó.

La tensión aumentó cuando todos comenzaron a mirarse con sospecha. Las nubes oscuras flotaban en el cielo mientras yo permanecía en mi casa, preso del pánico.

Finalmente, se anunció el nuevo presidente electo y automáticamente se empezaron a preparar los enfrentamientos tribales que pusieron en peligro a personas no indígenas como yo.

Miedo en el aire

Ya era enero de 2008 y los enfrentamientos tribales se estaban intensificando. Estaba presa del miedo, pero esperaba que la violencia en curso no me afectara directamente.

Vivía en Eldoret, ubicado en el noroeste de la capital de Kenia, Nairobi. Por carretera, la ciudad está a más de 300 kilómetros (186 millas) de la ciudad de Nairobi. Eldoret fue uno de los focos más conflictivos.

Vivía en las afueras del pueblo de Eldoret, pero temía por mi vida. Vivía en las afueras del pueblo de Eldoret, pero temía por mi vida. Todos mis vecinos tenían miedo, la gente había perdido la bondad.

Me sorprendió que la gente estuviera dispuesta a cometer atrocidades contra sus compatriotas durante una elección.

Lamenté haberme mudado de un área dominada por los miembros de mi tribu, la gente rápidamente se volvió contra mí después de años de despreciarme.

Noche fatídica

El desorden escaló a un nivel inimaginable. Se masacraba, mutilaba y amenazaba a personas inocentes.

No salí de casa, sino que opté por quedarme con mi familia. Recolectamos cereales mientras esperábamos que la situación se normalizara para poder llevar nuestros productos al mercado.

Sin embargo, una tarde alrededor de la medianoche, mi casa fue allanada. Incluso antes del ataque, ya esta situación me preocupaba.

Aquella fatídica velada íbamos a preparar una comida, pero no teníamos hambre. Uno de mis hijos optó por preparar té en lugar de una cena pesada.

No pude disfrutar de mi té porque mi mente estaba completamente perturbada. Sentí que algo andaba mal, pero quería ser fuerte.

Había una voz en mi cabeza me aconsejaba que le dijera a mi familia que se escondiera, pero la ignoré. Me urgí a ser valiente porque vivía en una tierra que era mía, yo tenía derecho a estar allí.

Después de ignorar esa voz, nos preparamos para ir a la cama. Antes de irnos a dormir, escuchamos movimientos inusuales afuera. Sabía que estábamos en peligro y no podía hacer nada para revertirlo.

En un subidón de adrenalina, mis hijos corrieron en busca de seguridad. Ya estaba acorralado.

Mientras los atacantes me retuvieron, algunos de ellos abusaron sexualmente de mi esposa. No vi lo que le hicieron, pero es evidente ya que eran personas horribles dispuestas a matarnos.

Kainda Rodgers mostrando el dolor de la violencia postelectoral de Kenia
Kainda Rodgers muestra el dolor de la violenciapostelectoral de Kenia en 2007/08. | Obwin Owen Benjamin

Como perdí mis dos dedos

Uno de los agresores me atacó con vehemencia y levantó su machete con la intención de aterrizarlo en mi cabeza.

Antes de que pudiera concretar el golpe, me protegí. Tan indefenso como estaba, levanté mi mano derecha y rápidamente aparté del machete. Me cortó los dos dedos de la mano derecha y la mandíbula.

Los asaltantes no se detuvieron ahí. Después de no poder abrirme la cabeza, me golpearon con objetos contundentes. Ninguna parte de mi cuerpo quedó ilesa.

Me descartaron, casi sin vida, pero milagrosamente llegó la ayuda y me llevaron al hospital.

Mi cuerpo hoy no es el mismo que antes de la invasión. Tengo cicatrices permanentes que me recuerdan el día más oscuro de mi vida.

No puedo hacer tareas desafiantes porque no levantar cosas pesadas como solía hacerlo. A veces siento que no tengo vida. Siento que estoy muerto en vida.

Estas lesiones corporales me recuerdan cómo fui degradado a rogar por mi vida.

La muerte de mi esposa

Mientras luchaba por sobrevivir, mi esposa ya estaba muerta. Fue atacada y brutalmente asesinada.

No tengo el relato completo de cómo abusaron sexualmente de ella hasta la muerte, pero el caso es que perdí a mi bella esposa. Perdí al amor de mi vida.

Como familia, fue una pérdida que cambio mi vida. Nadie desearía perder una vida en circunstancias tan horrendas, pero sucedió.

No asistí a su entierro porque estaba en el hospital luchando por mi vida. Fue enterrada en el cementerio local y eso me duele hasta el día de hoy. Culturalmente, debería haber sido enterrada en casa.

Sin embargo, fue imposible porque el país estaba sumido en el caos.

Con todo el dolor de mi alma, mis hijos perdieron a su madre. Al igual que yo que me quedé sin esposa.

El caos posterior a las elecciones trajo oscuridad a mi vida. Fue un hecho lamentable que nos provocó un daño permanente.

Trastorno de estrés postraumático

Los acontecimientos del conflicto posterior a las elecciones todavía me persiguen. Ya no estoy en paz como antes, y, a menudo, siento que he perdido la cabeza. No volví a tener paz en mi vida, a pesar de que los hechos ocurrieron hace más de una década.

Mi familia todavía está sufriendo y tratando de descubrir cómo vivir.

Hoy, no vivo con mis hijos. Llevo una vida solitaria que parece cuesta arriba. Siempre que estoy en mi casa, me persiguen los horribles recuerdos de lo que le sucedió a mi familia.

Lloro en silencio en mi pequeña habitación, preguntándome si nací para sufrir por la violencia que no causé.

Me la paso reflexionando y reviviendo una y otra vez lo ocurrido. Mi mente está perturbada y siento que no tengo una razón para seguir viviendo.

Sin embargo, en medio de los desafíos y el trauma que estoy atravesando, todavía espero que mi vida mejore.

Pérdida de mi propiedad

Perdí todo lo que tenía, prendieron fuego a mis casas. Ellos quemaron todo el cereal que había cosechado. También perdí mi ganado lechero.

Esencialmente, destruyeron mi sustento en cuestión de minutos.

Sé que no fui el único que lo perdió todo. Muchas víctimas perdieron su tierra. Esa pérdida me ha reducido a un mendigo. Era una persona dinámica y las pocas propiedades que tenía eran suficientes para mantener a mi familia.

Sin embargo, arrasaron con todo lo que teníamos. Aunque todavía tengo la propiedad de la tierra, el hecho es que perdí mi sustento. No he ido a vivir allí porque me duelen los recuerdos.

Mantenerme alejado de ese lugar, hasta cierto punto, me ayuda a olvidar la atroz experiencia. El sufrimiento por el que estoy pasando hoy se debe a la pérdida de mi propiedad. No ha sido fácil reconstruir mi vida.

No estaría viviendo esta vida desesperada si no fuera por las revueltas que se armaron después de las elecciones. A decir verdad, me arrojó a la pobreza más absoluta.

Empezando desde cero

Después de sufrir un golpe tan grande, estoy decidido a reconstruir mi vida. Con el tiempo, he aprendido que incluso en los peores escenarios, perder la esperanza es autodestructivo. Mi filosofía rectora ha sido «avanzar y mantener la concentración».

Este ideal es el único principio que me da esperanza; de lo contrario, me habría suicidado hace mucho tiempo.

Me mudé a la ciudad de Nairobi hace unos 14 años después de recuperarme con el optimismo de conseguir un trabajo. Este cambio fue la única opción viable que tuve después de que me dieron de alta del hospital.

Mudarse a Nairobi parecía ofrecer una revancha.

Sin embargo, resultó que los trabajos ocasionales que obtengo no pueden sostenerme. Es difícil generar ingresos suficientes para mantener a mis hijos, incluso si no vivo con ellos.

Estoy comprometido con reconstruir mi vida en medio del trastorno de estrés postraumático, el desempleo y el alcoholismo.

Hoy, bebo alcohol si gano dinero porque es la única forma en que manejo mi estrés. Entiendo que el alcohol no es saludable, pero trato de ser prudente.

He sido guardia de seguridad, pero a veces renuncio cuando me siento frustrado. El salario que ofrecen es escaso y no puede mantener mi vida por completo. Sin embargo, tengo la esperanza de que algo se abra.

Víctimas de violencia postelectoral

En 2007/2008, la violencia postelectoral en Kenia provocó la pérdida de 1.000 vidas. Más de 200.000 personas fueron desplazadas, mientras que algunas sufrieron lesiones corporales y otros traumas que continúan atormentándolas.

Desde este derramamiento de sangre, el gobierno ha tratado de ofrecer algunas reparaciones y reasentar a algunos desplazados internos. Sin embargo, algunas de las víctimas aún viven en la miseria.

Cada vez que se acercan las elecciones generales, las víctimas reclaman una indemnización, lo que sugiere que no han recibido ninguna ayuda significativa.

Deseo que mis compatriotas sepan que no podemos trasladarnos a otro país. Espero que la gente mantenga la paz en las próximas elecciones. No puedo permitirme presenciar o experimentar otro episodio de violencia política.

Es la peor experiencia que le puede pasar a las personas y a un país. Personas inocentes pierden sus vidas, medios de vida y propiedades debido al caos que podemos prevenir viviendo en unidad, paz y civismo.

Llamado a la convivencia pacífica

Cada vez que se acercan las elecciones generales, retrocedo. No existe tal compromiso por parte de los kenianos de ser no violentos durante las elecciones, incluso después de todo lo que sufrimos en 2007/2008.

Las personas como yo que nos vimos directamente afectadas desearían que las elecciones fueran pacíficas.

Estoy cansado de estar inquieto cada vez que se acercan las elecciones. El año que viene, Kenia llevará a cabo elecciones generales y espero que no alteren la paz.

Es mi llamado a que el gobierno y los políticos no nos polaricen por motivos étnicos. Sembrar semillas de desunión puede desencadenar violencia.

Hago un llamado a todos a ser cariñosos y a recordar que la violencia política es algo que debemos esforzarnos por prevenir.

Creo que podemos realizar elecciones pacíficas. No quiero ver a un amigo, pariente o compatriota pasar por lo que estoy enfrentando hoy como víctima de la crueldad política.

Aunque las elecciones generales de 2013 y 2017 aún no estuvieron libres de violencia, espero que en 2022 la situación esté en calma.

La política de sucesión del próximo año puede ser polarizante, pero el gobierno debe asegurarse de que salgamos pacíficamente de las elecciones generales.

Quiero paz y unidad en el país en cada elección. Han sido muchos años de trauma y la única forma en que me siento tranquilo es cuando las elecciones son no violentas.

Gloriosa revancha para una estrella de fútbol amputada

Dalmas Otieno
Protagonista
Dalmas Otieno es atleta, bailarín y orador motivacional de Kenia. Otieno es uno de los primeros jugadores de la selección de fútbol para amputados del país.
Contexto
Según un informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Kenia, las personas con discapacidad tienen derecho a la movilidad personal, a la libertad de movimiento, a la accesibilidad, a la inclusión, entre otros derechos que benefician a las personas afectadas. Sin embargo, el mismo informe reconoce que el país no termina de beneficiar a las personas con discapacidad.
Durante mucho tiempo, las personas con discapacidad física en Kenia han sido excluidas de muchas oportunidades, incluidas las actividades deportivas. Según boxscorenews.com, rara vez se veía a los amputados practicando este deporte hasta la introducción del fútbol para amputados en Kenia en 2010.
El equipo de fútbol de amputados de Kenia hizo su primera aparición histórica en la Copa Mundial de México de la década de 2014. Este logro destacó la necesidad de otorgar a las personas discapacitadas la misma oportunidad que en todo Kenia.
En 2016, Dalmas Otieno fue uno de los tres futbolistas amputados profesionales internacionales que salió de Kenia y jugó en otra liga que no fuera la local.
Hoy en día, el deporte ha atraído a cientos de personas con discapacidad física en Kenia y se han formado clubes de fútbol para amputados en Nairobi, Mombasa, Kakamega, Bomet, Kiambu y el condado de Trans Nzoia.

NAIROBI, Kenia – Como la mayoría de los niños sanos, nací con dos piernas. Cuatro años después, todo cambió.

Me desperté una mañana esperando tener un día normal, lleno de diversión. Mientras jugaba en la calle, un autobús me atropelló.

No recuerdo mucho del accidente, especialmente después del impacto, pero recuerdo que había salido con mis primos y amigos a jugar.

Tuvimos que cruzar la autopista Thika-Garissa, la carretera principal que conecta mi ciudad natal con la ciudad capital, Nairobi.

Todos los demás niños habían cruzado la calle y yo me quedé al otro lado.

De repente, un autobús universitario perdió el control, viró hacia donde estaba parado y me derribó.

Las personas que vieron el accidente me dijeron que el autobús chirrió en mis piernas. Perdí piel desde el área de la cadera hacia abajo.

El daño fue tan severo que los médicos sugirieron que la mejor opción era amputar la pierna en lugar de intentar emparcharla.

Después del impacto, sólo recuerdo estar en la ambulancia rumbo al hospital. Luego del desmayo, me desperté al día siguiente sin una pierna.

Consentimiento para la amputación

Mis padres estaban presentes en el hospital. Los médicos les informaron de la situación y, sin más remedio, aceptaron la amputación.

Pasé dos semanas en el hospital. Me dieron de alta para que me recuperara en casa mientras mi herida ya había sanado.

Siendo tan joven, no recuerdo exactamente cómo me afectó.

Mi vida acababa de comenzar, así que me adapté cómodamente a vivir con una sola pierna. Siempre supe que vivía con una enfermedad compleja y que era diferente a los demás niños.

Sin embargo, para mí, cada experiencia en la vida cuando era niño era nueva. Vivir con una pierna sólo generó otra curva de aprendizaje.

Algo que definió mi experiencia fue la decisión de mis padres de enviarme a un internado para discapacitados.

Mis padres se enfocaron en mi recuperación.

La vida en un internado para discapacitados

Mis padres creían que enviarme a un internado para niños discapacitados era la mejor decisión. Para mí, fue agridulce.

Desarrollé el hábito de alejarme del compromiso social, especialmente de las interacciones sociales con las niñas, pero la escuela también fue donde comenzó mi amor por los deportes.

Me encantaba jugar al fútbol y nadar. En ambos, me destacaba. Los desafíos de mi discapacidad eran evidentes cuando practicaba deportes. Aunque mi escuela secundaria estaba dirigida a niños físicamente desfavorecidos, algunos de mis compañeros de equipo tenían ambas piernas. No podpia medir con precisión mi capacidad como amputado jugando al fútbol contra ellos.

Por otro lado, el tiempo que pasé lejos de mi sistema de apoyo me hizo valiente e independiente. Me ayudó a convertirme en el hombre que soy hoy.

No hay suficientes adaptaciones para personas con discapacidad.

En Kenia, la sociedad excluye a las personas con discapacidades físicas de muchas actividades, incluyendo los deportes. Cuando tienen la oportunidad de participar, hay una distorsión de la dinámica, donde las personas con discapacidades físicas deben competir con las personas sin discapacidades.

Existe una falta de infraestructura adecuada para acomodar a las personas que viven con una discapacidad en Kenia. En las primeras etapas de mi vida, no era fácil andar por la ciudad. Hoy en día, veo algunas mejoras.

Con la creación de un equipo formal de fútbol para amputados en el país, he tenido la suerte de canalizar mi discapacidad hacia algo significativo. Me convertí en uno de los primeros futbolistas amputados profesionales de Kenia.

Finalmente, me uní al fútbol de amputados

Me acababa de graduar de la escuela secundaria y decidí mudarme de la casa de mis padres. Sabía que podía cuidar de mí mismo y ganarme la independencia.

Me aventuré en un pequeño negocio vendiendo pan y con el dinero que ganaba pude arreglármelas solo. Necesitaba trabajar porque mis padres no podían pagar la matrícula y las cuotas universitarias.

Mientras vendía pan para ganarme la vida, no renuncié a mi amor por los deportes. En 2005, surgió la oportunidad de participar en baloncesto y natación en silla de ruedas.

Lo vi como una forma de alimentar mi pasión a pesar de no ser una fuente de ingresos. Seguí vendiendo pan hasta 2008, cuando acepté un trabajo en RaMoMA, el museo de arte moderno.

El nuevo trabajo me brindó un mejor estilo de vida y duró dos años hasta que surgió una nueva oportunidad. Tuve la oportunidad de explorar mi pasión por el fútbol.

El entrenador turco hace posible el fútbol amputado en Kenia

Al Sr. Mehmet Turkes se le asignó un puesto en Kenia. Después de colaborar con el equipo nacional de fútbol de amputados de la Federación Turca de Deportes para Discapacitados y varios otros clubes de amputados en Turquía, puso su mirada en Kenia. En 2010, introdujeron el fútbol para amputados aquí.

Tuve la suerte de conocer al entrenador a través de un amigo en común. El Sr. Mehmet era bastante nuevo en el país. No sabía cómo moverse por Kenia o armar un equipo. Mi amigo me recomendó.

Me convertí en uno de los miembros inaugurales del primer equipo de fútbol de amputados de mi país. Esta medida ha sido uno de mis logros más importantes.

El cielo era el límite

Estaba extasiado cuando el equipo de Kenia se clasificó para la Copa Mundial de Fútbol para Amputados en 2014.

Fue un gran logro obtener nuestra primera participación sólo cuatro años después de que el fútbol para amputados llegara a Kenia. Los juegos se llevarían a cabo en Culiacán, México, y viajar allí fue una experiencia increíble.

Luego de un mes en la competencia, quedamos eliminados. Otros equipos nos tenían poca fe y con razón. De los siete partidos que jugamos, sólo ganamos contra Columbia.

Sin embargo, nunca sentí tanto orgullo en mi vida. En comparación con países como Rusia, Turquía, Inglaterra y Uzbekistán, que jugaron durante años, nosotros apenas estábamos comenzado. Una victoria fue un gran logro para todo nuestro equipo.

Aunque todas estas experiencias ocupan un lugar especial en mi corazón, cuando pude jugar al fútbol en el extranjero, en Turquía, fue una experiencia fantástica.

Durante siete años, jugué la segunda división para el club de fútbol de amputados Eyyubiye FC en Turquía. Después de eso, pasé por otros tres equipos turcos: Aybesk FC, Adana FC y Şanliurfa FC.

Jugar al fútbol profesional en Turquía, un país que se ganó una excelente reputación, fue muy gratificante.

Casi lo pierdo todo por una lesión en el pie

Experimenté una buena cantidad de desafíos en Turquía. No hablaba el idioma y nadie más en el equipo podía hablar inglés. Creó dificultades, pero el mayor desafío fue cuando mi carrera casi llegó a su fin.

En 2017, me rompí el tobillo durante un entrenamiento de mitad de temporada. Confiaba en mi pierna sana como la única forma de jugar el juego. La herida fue devastadora.

El médico dijo que necesitaba someterme a una cirugía, donde me insertó una placa de metal en el tobillo. Me preocupaba que mi carrera y mis pasiones fueran truncadas.

Además del fútbol para amputados, era nadador. Había mucho en juego. Estas actividades me dieron un propósito en la sociedad y me proporcionaron una fuente de ingresos.

El equipo de fútbol de Eyyubiye Amputee me apoyó durante mi lesión y siguió pagando mis cuotas aunque no jugara.

Afortunadamente, me recuperé en seis meses y volví a jugar al fútbol. A pesar de ese momento aterrador, mi carrera vería aún más victorias.

Segunda victoria antes de colgar los botines.

Nuestra segunda competencia en la Copa Mundial de Amputados 2018 en México resultó ser un logro colosal.

El equipo enfrentaba desafíos financieros en ese momento, pero avanzamos y llegamos al torneo más decididos que nunca.

A diferencia de nuestra Copa del Mundo anterior, esta vez vencimos a grandes equipos como Estados Unidos e Irlanda. Incluso vencimos a Turquía durante la fase de grupos. Ellos eran una fuerza poderosa.

Al final del torneo, el equipo de Kenia ocupó el puesto 12. Estamos felices de lograr tal mejora en comparación con nuestro desempeño en la primera Copa del Mundo.

Después de muchos meses de jugar al fútbol, ​​mi lesión en el tobillo me alcanzó y provocó mi retiro del fútbol para amputados.

Utilizo mi experiencia para motivar a los niños pequeños.

Mientras estaba en Turquía, visité escuelas y pronuncié discursos motivadores.

Sé que mi historia es única e inspira a la gente, porque pude lograr todo con una sola pierna. Ayuda a otros a creer que pueden lograr sus propias metas.

A menudo, cuando hablaba, la gente se me acercaba y decía que leían sobre mí o escuchaban una de mis charlas. Estas experiencias me dieron el impulso para embarcarme seriamente en una carrera de oratoria motivacional, especialmente en las escuelas primarias y secundarias de Kenia.

Emocionante regreso

Aunque me retiré del fútbol para amputados, considero volver al deporte. No tengo un comodín que me permita reincorporarme al equipo.

Más bien, como cualquier jugador hambriento, tendría que trabajar duro para luchar por un lugar en el equipo. Si lo hago, podría representar a Kenia en la Copa Africana de Naciones de este año en octubre y en la Copa Mundial de Fútbol para Amputados del próximo año.

Mi impulso para continuar este viaje antes de colgar mis botines es el deseo de mejorar el desempeño general de Kenia.

Sé que tengo lo que se necesita y estaría encantado de mostrar mis habilidades una vez más.

Enfermera transgénero rompe el techo de cristal

celina esteban
Protagonista
Celina Esteban es una mujer transgénero de 34 años. Realiza sus funciones de enfermería en el Centro de Enfermería del Hospital Santojanni N ° 7. Fue elegida por votación como jefa de residentes.
Contexto
Ley 26.743 – Sobre Identidad de Género
La Dirección de Convivencia de la Diversidad promueve la igualdad de trato de los diferentes grupos que integran la sociedad porteña.
Fue sancionada el 9 de mayo de 2012 en Argentina y permite que las personas trans sean registradas en sus documentos personales con el nombre y género de su elección. También, ordena la inclusión de la expresión de género para todos los tratamientos médicos adecuados en el Programa Médico Obligatorio, lo que garantiza la cobertura de las prácticas en todo el sistema de salud, tanto público como privado.
De acuerdo con las tendencias en la materia, es la única ley de identidad de género que no patologiza a una persona por ser transgénero.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, casi todas las personas transgénero viven en la pobreza y la indigencia en Argentina. Muchos de ellos fueron expulsados de sus hogares durante su juventud porque sus familias rechazan su identidad de género.
Un informe elaborado por la Asociación de Travestis, Transexuales y Trans de Argentina (ATTTA) y la Fundación Huésped revela datos de 452 mujeres trans y 46 hombres trans en siete regiones de Argentina, lo que explica la alta incidencia de ideas suicidas en personas de este grupo durante la adolescencia, lo que evidencia la ausencia de apoyo socio-familiar y acceso a los servicios de salud mental que sufre este colectivo.
La población transgénero es estructuralmente pobre porque se la excluye de los sistemas educativos formales, de los mercados laborales formales e informales. Como consecuencia directa de este hecho, el 90% de las mujeres transgénero subsisten practicando el trabajo sexual. Como trabajadoras sexuales, están principalmente expuestas a la violencia masculina, que a menudo adopta la forma de violencia policial. Sometido a tres dimensiones de opresión por su condición de mujeres, trabajadoras sexuales y personas transgénero, este grupo tiene una esperanza de vida de entre 35 y 41 años.

BUENOS AIRES, Argentina – Enfrenté la discriminación y luché para convertirme en la primera Jefa de residentes transgénero del país.

Para alcanzar este objetivo, me enfrenté a mis superiores, quienes me llamaron travesti y dijeron que si me elegían, bajaría el estatus del hospital.

Mi sufrimiento, sin embargo, no comenzó en el trabajo.

Infancia dura

Mi infancia fue imposible. En la escuela, me dolía que mis compañeros me llamaran por mi nombre de nacimiento, que no coincidía con mi manera de autopercibirme. Me hicían sonrojar y me avergonzaba.

A medida que fui creciendo, se volvió más difícil manejar esas situaciones incómodas. Cuando le entregaba a alguien mis documentos, a menudo me miraban con desdén porque la forma en que me vestía no coincidía con mi nombre.

Finalmente, dejé de ir a las citas médicas y de hacer trámites. Dejé la escuela varias veces hasta que finalmente terminé la secundaria en un instituto para adultos.

Inmediatamente entré a enfermería, siguiendo los pasos de mi hermana Paula, con quien comparto esta vocación.

Allí, competí con 200 enfermeras y terminé entre los diez primeros puestos. Este resultado me permitió elegir la atención primaria como mi especialidad.

A pesar de cumplir con todos los requisitos, mis superiores intentaron frenar mi candidatura. La discriminación de la que parecía haber escapado volvió una vez más para detener mis sueños.

Seguí adelante de todos modos y, finalmente, logré mi objetivo.

La ley, mi escudo

Al hablar de las dificultades de mi vida, utilizo el tiempo pasado. Tuve una vida dura.

Uno de los pasos que di hacia la inclusión en la sociedad fue cambiar mi género en mis documentos.

En 2012, en Argentina, se promulgó la Ley de Identidad de Género y mi vida cambió.

Gracias a la Ley, pude obtener mi nueva identificación y terminar la secundaria, el lugar que había dejado debido a la discriminación.

Una vez que mis documentos coincidieron con mi manera de autopercibirme, los profesores me respetaron gracias al marco legal. Ellos probaron los límites. Mis maestros, a veces, usaban mi apellido, Esteban, para molestarme.

Un mundo cambiante

Lo que me pasó es noticia, pero no debería serlo. La inclusión debería ser normal.

Poco a poco, la gente como yo va ganando más espacio, aunque la segregación de diferentes grupos todavía obliga a algunas personas a mantenerse al margen.

En la comunidad transgénero, hemos sido marginados en todas las áreas de nuestras vidas, incluido nuestro trabajo. Para muchos de nosotros, eso significa que la única opción que queda es ganar dinero a través de trabajos como la prostitución.

La falta de atención médica debido a la discriminación hace que la expectativa de vida sea muy baja.

Mi rol, ayudar a la comunidad

Uno de mis objetivos es ayudar a la comunidad transgénero creando campañas para que regresen a las clínicas.

Hoy en día, no hay pacientes transgénero que acudan al centro de salud. Por eso quiero crear guías para que sepan a dónde tienen que ir.

Además, me gustaría motivarlos a registrarse para sus vacunas, recibir consejos sobre métodos anticonceptivos y enfermedades de transmisión sexual, e, incluso, hacerse chequeos de rutina.

Actualmente, hemos incorporado pruebas rápidas de enfermedades de transmisión sexual en las citas de seguimiento. Este logro me da una gran alegría y orgullo porque reafirma cada día mi vocación de enfermera.

Espero que mi historia sea la primera de muchas y que cada vez sea más común que las personas trans ocupen diferentes posiciones vitales en la sociedad.

Espero que cada vez más entremos al sistema de salud pública.

La primera carreta eléctrica de Kenia crea potencial para una transformación verde

Kenneth Guantai
Protagonista
 Kenneth Guantai nació en las laderas montañosas del pueblo de Kiraa del condado de Meru.
Hoy en día es el Director Ejecutivo de Auto Track East Africa, responsable de la fabricación de carros y tuk-tuks eléctricos y otra maquinaria eléctrica.
Contexto
En Kenia, los empujadores de carretas, comúnmente conocidos como empujadores de Mkokoteni, son operadores que transportan mercancías a través de la ciudad utilizando carros de mano manuales. Son comunes en las calles de Nairobi con una concentración en el Distrito Central de Negocios, donde los bienes se compran y redistribuyen principalmente.
Aunque es reconocido por las ganancias potenciales que aporta a los trabajadores informales, el sector empresarial de Mkokoteni tiene la reputación de destruir la capital de Kenia, Nairobi.
La disfuncionalidad en el flujo de tráfico en la ciudad de Nairobi se atribuye a los empujadores de carretas que ocupan la mayoría de los espacios abiertos, callejones y calles. Bajo el liderazgo del exgobernador Dr. Evans Kidero, Nairobi estaba congestionada, mal administrada y gobernada por vendedores ambulantes, tripulantes de matatu, operadores de taxis, pasajeros de Boda Boda, artesanos de Jua kali y vendedores de carros de mano, afirma The Standard.
Según el Comité de Descongestión Urbana y Transporte (TUDC) de 2014, los atascos de tráfico le cuestan a la ciudad aproximadamente 50 millones de chelines (aproximadamente $ 463 382) diarios en consumo de combustible, pérdida de productividad y contaminación. La contaminación del aire ha despertado una grave preocupación ambiental, vinculada a haber contribuido a algunas enfermedades en Kenia.
El Dr. Evans Kidero respondió a las quejas sobre el estado de Nairobi, pero luego fue destituido de su cargo por acosar presuntamente a los trabajadores del sector informal y utilizar un enfoque aletargado para administrar la ciudad.
Desde entonces, se han hecho muchas sugerencias para controlar a los empujadores de carretas como por ejemplo que ellos sólo deben poder operar fuera de las horas pico.
El negocio de Kenneth Guantai son algunas de las fuerzas privadas que han tratado de lidiar con los atascos y el caos exacerbado por los operadores de carretas mientras abordan el cambio climático.
Guantai desarrolló la primera cerreta motorizada en Kenia y en África. La carreta eléctrica fue patentada de 2016 está construida con un motor de CC de eje transversal y un sistema de controlador. Sus carretas tienen como objetivo reducir las emisiones de carbono a través de bloqueos de tráfico inducidos. Kenneth Guantai afirma que la innovación ayudará a mejorar el estado de salud de los empujadores ya no tendrán que usar una inmensa energía para empujar las carretas manualmente.
A través del proyecto, la adopción de tecnología de movilidad eléctrica verde ayudará a promover el crecimiento de los niveles de vida de los más vulnerables de la sociedad.

NAIROBI, Kenia – Fue alrededor de mayo de 2015 cuando compré algunos artículos para mi tienda en Nairobi. Estaba buscando un empujador de carretas para transportar los artículos desde la otra punta de la ciudad hasta mi tienda.

Desafortunadamente, no había ningún empujador de carretas para transportar mis mercancías. Todos los operadores estaban ocupados manifestándose en el ayuntamiento.

Las manifestaciones tuvieron lugar porque el entonces gobernador del condado de Nairobi, Dr. Evans Kidero, había impuesto restricciones. Alegó que las carretas estaban causando una obstrucción en la carretera e impactando la congestión del tráfico.

Inmediatamente, me pregunté cómo se las arreglarían estos jóvenes que empujan carros de mano para sobrevivir en Nairobi sin sus negocios. También era consciente de que potencialmente estaban perdiendo negocios debido a la ineficiencia.

Estaba perturbado.

Innovación encendida

Se me ocurrió la idea de desarrollar carretas motorizadas que fueran más rápidas, redujeran el ruido y fueran ecológicas.

Decidí crear la primera carreta eléctrica de Kenia para promover el crecimiento del negocio al mismo tiempo que ofrecía eficiencia en el transporte de carga, el movimiento y la lucha contra el cambio climático.

Comencé una investigación rigurosa para descubrir cómo podía conceptualizar la idea en un producto viable.

Algunas cosas se interpusieron en mi camino.

Los profesores se burlaban de mí y de mi idea, mientras que yo no tenía dinero ni apoyo.

Sabía que este invento cambiaría positivamente a Kenia. Ese era mi incentivo.

Primer paso de abastecimiento

Primero, recorrí diferentes firmas de ingeniería en Kenia para preguntar si la tecnología que necesitaba para ensamblar mis carretas eléctricas estaba disponible localmente.

Sin embargo, ninguno de estos profesionales parecía tener idea sobre la tecnología de abastecimiento.

Aunque sabía que estaba comprometido con la fabricación de las carretas, no tenía dinero para financiar este proyecto. Me enfrenté al dilema de dónde conseguir capital para importar los componentes.

Debido a la falta de financiación, mi concepto permaneció estancado durante unos seis meses.

Luego, mientras abordaba un matatu (minibús) para trabajar, vi a un hombre leyendo un periódico del Daily Nation.

Subvenciones disponibles

En una página había un anuncio del Programa de Emprendimiento Tony Elumelu (TEEP) que buscaba ideas de personas que pudieran transformar África a cambio de una subvención.

Cuando llegué a mi destino, compré ese periódico y lo revisé para obtener más información.

Armé mi concepto y apliqué. Más de 20.000 participantes de África solicitaron esta subvención, pero yo confiaba en mi idea.

Los resultados llegaron en febrero de 2016 y yo estaba entre los ganadores de África.

Más tarde, viajé a Nigeria para un entrenamiento y me otorgaron $ 5.000 (USD), que usé para conceptualizar la idea en un prototipo.

Escollos

Cuando pensé que había superado todos los obstáculos que se me presentaban, regresé a casa y encontré más problemas.

Tenía el dinero que necesitaba, pero no tenía expertos que me ayudaran a crear el producto.

Fui a los fabricantes de vehículos de Kenia (KVM), en Thika, para solicitar ayuda a sus ingenieros, pero el director me dijo que lo habían intentado antes sin éxito.

Me dijo que lo creara yo mismo y les trajera el negocio para producirlo en masa.

Recurrí a la subcontratación de sus ingenieros y alquilé un espacio junto a su fábrica para comenzar a trabajar en el prototipo.

Prototipo funcional

Hicimos nuestro mejor esfuerzo, trabajando incansablemente, y produjimos un prototipo funcional.

La creación de un prototipo funcional fue un gran avance y un sueño hecho realidad.

Este modelo fue una validación de mis muchos días de trabajo de investigación.

Todos los que estaban trabajando en él estaban orgullosos de que hubiéramos decidido continuar con el sueño.

La carreta eléctrica recibió luz verde para un lanzamiento después de todos los controles necesarios.

Cuando finalmente llegó el día del lanzamiento, todo fue alegría, no sólo para mí, sino para todo el equipo técnico.

Emocionante lanzamiento

Los carros fueron lanzados públicamente por el Gobierno en el Servicio Nacional de la Juventud. Nuestro producto fue el zumbido de toda la semana en los medios de comunicación y en las redes sociales.

El hecho de que dos secretarios de gabinete, Joe Mucheru y Margarate Kobia, participaran en su lanzamiento fue todo lo que necesitábamos para tener una gran ventaja inicial.

Noté que había muchos otros funcionarios gubernamentales presentes, incluidos el Secretario Principal, los directores ejecutivos, el personal superior de la ONU y otros dignatarios. El estado de ánimo estaba extasiado.

El lanzamiento les dio la esperanza y la fuerza suficientes para seguir sosteniendo mi mano mientras seguíamos adelante.

Toneladas de comentarios

Desde entonces, han ido llegando muchas consultas. He recibido comentarios de kenianos que elogian el invento como la mejor opción a sus carretas convencionales.

Han declarado que será un alivio no sólo para los operadores de Mkokoteni (carretas), sino también para todos los sectores de la economía, donde está involucrado el transporte ligero de mercancías de un punto a otro.

Cuando se me ocurrió la idea de inventar la primera carreta eléctrica de Kenia, mi investigación me llevó a las universidades locales.

Al compartir mi concepto con los profesores de ingeniería, algunos me llamaron loco, me decían que necesitaba dejar de pensar más allá de lo práctico.

Hoy, la supuesta idea «poco práctica» se hizo realidad.

Éxito para inspirar

Comparto esta historia con jóvenes y futuros inventores.

A pesar de la condena, nunca deben renunciar a sus ideas. Además de la charla motivacional, también he estado vinculando a varios inventores con oficinas gubernamentales relevantes para acceder a cualquier apoyo que necesiten en sus áreas particulares.

He tenido la suerte de convertir mi idea en un producto funcional.

Tengo la intención de ayudar a que eso sea una realidad para otros inventores, creando ideas que instiguen un cambio positivo.

El movimiento de ciudadanía makonde consolida el estatus en Kenia

Thomas Nguli
Protagonista
Thomas Nguli es el presidente de la comunidad Makonde, con 3.764 miembros, en Kenia.
Nació en Kenia en 1956. Sus padres vinieron de Mozambique durante la época colonial para trabajar en las granjas de sisal en la costa de Kenia.
Contexto
La gente Makonde está, en su mayoría, en Mozambique y se ha extendido por Kenia y Tanzania.
Sus antepasados ​​llegaron a la costa de Kenia para trabajar en granjas de Sisal en la década de 1960.
Después de años de lucha y cabildeo finalmente, el gobierno de Kenia les otorgó la ciudadanía en 2016.

MAPUTO, Mozambique – El 13 de octubre de 2016, la Comisión de Derechos Humanos de Kenia llevó a más de 600 personas de Makonde a la casa estatal en la capital de Nairobi para presentar una petición por nuestra ciudadanía.

A casi 1.200 millas de nuestra tierra natal en Mozambique, el presidente emitió un decreto: para fin de año, el pueblo makonde sería la 43ª tribu en Kenia.

El anuncio cambió nuestras vidas.

Eliminar las etiquetas de refugiados e inmigrantes nos brindó una nueva libertad y erradicó nuestro miedo.

Hoy tengo una cuenta bancaria. He comprado un terreno y puedo andar libremente por mi país.

Nuestros hijos reciben una educación en la universidad y compiten en el mercado laboral como cualquier otro keniano.

Uno de los nuestros está en las fuerzas de defensa de Kenia, ocho que sirven en las prisiones de Kenia como guardias, uno en la unidad de servicios generales y otro en la Policía de Kenia.

Las comunidades locales nos han acogido.

El viaje desde nuestra patria

Hace dos generaciones, nuestros abuelos se fueron de Mozambique a la costa este de África en busca de trabajo.

En cambio, aceptaron trabajos en granjas de sisal propiedad de colonos blancos.

Cultivaban principalmente fibra de sisal, tradicionalmente utilizada para fabricar cuerdas o cordeles.

En 1963, Kenia declaró su independencia de Gran Bretaña, pero nuestro pueblo continuó trabajando en las plantaciones hasta la década de 1980, cuando el presidente Daniel Arap Moi asumió el poder.

Moi ordenó que todos los extranjeros que trabajaran en Kenia sin documentos legales y permisos de trabajo fueran o deportados o arrestados y encarcelados.

Nuestros abuelos dejaron de trabajar y se dispersaron por diversas zonas de la costa de Kenia. Sabían que si se quedaban en las granjas, serían arrestados.

Su capacidad para trabajar y pagar sus tarjetas de identidad de inmigrante fue despojada.

El pueblo Digo, que vive entre Mombasa y Tanga, dio tierras en secreto a algunos de los Makonde.

Como resultado, los makonde fueron arrestados ocasionalmente pero liberados después de pagar un pequeño soborno. El Digo también nos dio sitios para enterrar a nuestros muertos.

Recientemente, me encontré con la policía por hacer negocios como extranjero sin papeles.

Con el tiempo, la policía se familiarizó con nosotros, sugiriendo que podríamos sobornarlos con al menos un dólar a cambio de nuestra libertad.

Cuatro décadas después de la orden de Moi, finalmente tenemos nuestra ciudadanía.

Ha significado tanto para nosotros que el presidente expresó su pesar y se disculpó por tomarse tanto tiempo en considerarnos sus hermanos y hermanas.

Luchando por nuestra historia

A lo largo de los años, nuestros hijos y nietos se han casado con otras tribus de Kenia, por lo que resulta difícil saber quién es de Mozambique.

Nunca he estado en mi tierra natal y ni siquiera sé cómo llegar. Soy keniano por definición, y mis hijos son casados con lugareños.

Sin embargo, incluso después de que la segunda generación makonde se haya establecido en Kenia como inmigrantes, hemos continuado con nuestra cultura ancestral.

La gente de Makonde es conocida por el arte de tallar madera.

Hoy tallamos y vendemos nuestro trabajo en las playas de Mombasa.

Algunos miembros mayores de la comunidad continúan hablando el idioma makonde y practicamos nuestros ritos culturales de iniciación, como la circuncisión.

Las tías les dan a nuestras niñas lecciones especiales sobre el cuidado de la familia y los niños.

Mirando hacia el futuro

En la actualidad, soy el presidente de las 3.764 personas makonde en Kenia.

Mi prioridad como líder es asegurar que la generación joven esté educada para posicionarse bien en el mercado laboral.

También, estoy educando a mi comunidad sobre los aspectos básicos de los procesos gubernamentales, como los registros de nacimiento, para que los niños puedan ingresar a los sistemas y recibir su documento de identidad.

Continuamente le digo a mi comunidad que se saque la idea de la cabeza que están en un país extranjero. En cambio, la gente debe mantenerse firme en su ciudadanía.

Hemos iniciado un grupo comunitario llamado The Makonde Development Organization, que sirve como vehículo para la movilización y expresar nuestras preocupaciones.

Hoy, la gente de Makonde puede unirse al servicio de policía, votar y participar libremente en Kenia.

Somos kenianos, no mozambiqueños, pero ese estatus no llegó en bandeja de plata. Vivimos una vida de agonía y sufrimiento durante muchos años en la costa de Kenia.

La pandemia amenaza el intento de récord mundial de triatlón

Jonas Deichmann
Protagonista
Jonas Deichmann tiene 34 años y nació en Stuttgart, Alemania.
Es un deportista de alto rendimiento especializado en ultraciclismo. Busca imponer su estilo de fuerza humana para ayudar al medio ambiente y concienciar a la sociedad.
Contexto
Un ultramaratón (también llamado ultra distancia) es cualquier evento deportivo que incluya una carrera de distancias mayores que la longitud de un maratón tradicional de 42,195 kilómetros (26,2188 millas).
Hay dos tipos de eventos de ultramaratón: los que cubren una cierta distancia y los eventos que ocurren durante un tiempo específico (gana el que cubre la mayor distancia en ese período de tiempo). Las distancias más comunes son 50 km, 50 millas (80 km), 100 km y 100 millas (160 km).
Otras distancias y / o tiempos incluyen carreras de 24 horas y carreras de varios días, una especialidad conocida como Multiday. Las carreras de varios días pueden cubrir una distancia de 1,000 kilómetros o más, como la carrera de 3,100 millas más larga del mundo que se celebra cada año en la ciudad de Nueva York (carrera de 3100 millas Self-Transcendence).
Muchos ultramaratones, especialmente aquellos enfocados en desafíos, presentan obstáculos severos, como inclemencias del tiempo, cambios de elevación o terreno accidentado.
La International Ultra Runners Association (IAU) organiza los campeonatos mundiales de varias distancias de un ultra maratón, que incluyen 50 km (31 millas), 100 km (62 millas), 24 horas y carreras de ultra trail, que la Asociación también reconoce. Federaciones Internacionales de Atletismo (IAAF).
Muchos países tienen sus propias organizaciones de carreras de ultramaratones, a veces reconocidas por la federación nacional de atletismo o respaldadas por dichos organismos atléticos nacionales.
La IUA reconoce récords mundiales de diferentes distancias, términos y categorías.

https://jonasdeichmann.com/
https://www.planetatriatlon.com/jonas-deichmann-triatlon-mas-largo-del-mundo/

VLADIVOSTOK, Rusia – Mi fiel compañera es mi bicicleta.

Juntos, hemos atravesado el mundo, celebrado victorias y respirado el aire en lo alto de maravillosas montañas. Nunca me siento solo en compañía de mi bicicleta.

Persiguiendo nuestro cuarto récord, nos quedamos varados por la pandemia de COVID-19 en Vladivostok, Rusia.

Aunque mi sueño está en peligro, nada detendrá mi objetivo de nadar, correr y pedalear 17.000 kilómetros (10.563 millas).

A esta travesía la llamo «Triatlón 360 grados» y es más que una competencia contra mí mismo. Lo estoy utilizando para crear conciencia sobre la importancia de reducir la huella de carbono. Las ganancias apoyarán a una ONG que protege la selva tropical.

Rompiendo un nuevo récord

Mi viaje comenzó pedaleando y nadando de Europa a Asia. Me enfrentaré a 5.040 kilómetros (3.131 millas) a través de América del Norte hasta llegar a Nueva York para mi próximo desafío. La fase final de mi viaje cruzará el Océano Atlántico, parando en Lisboa, Portugal, y finalmente llegando a mi destino en Munich, Alemania.

Mi esfuerzo equivale a 120 competiciones Ironman.

Vida de deportista

Antes de este triatlón, mi vida estaba vacía y necesitaba dar un giro rotundo.

Había batido otros récords. Viajé de Alaska a Argentina en bicicleta en 97 días y de Noruega a Sudáfrica en 75 días. Con cada objetivo logrado, la felicidad fue seguida por la angustia y la incertidumbre.

Pensaría mil veces en este proyecto, en Triatlón 360. Los desafíos son increíblemente importantes, pero mi pasión supera todos mis límites.

Si bien el rendimiento es de 17,000 kilómetros (10,563 millas), debo recorrer una distancia total de 40,000 kilómetros (24,854 millas) para completar este objetivo. Sé que voy a estar agotado, pero sigo adelante todos modos.

El cruce

En una fría mañana de septiembre de 2020, monté mi bicicleta en Munich, Alemania, y me dirigí a Croacia.

Lleno de esperanza y lleno de emoción, comencé a pedalear en lo que, hasta el día de hoy, es el mayor desafío de mi vida.

El camino a Croacia fue fácil. Las rutas estaban en buenas condiciones y los vítores de la gente al pasar por pueblos y ciudades eran energizantes.

El siguiente paso fue nadar 456 kilómetros (283 millas) a lo largo de la costa hacia Montenegro, la natación más larga del mundo.

Lo logré y, a escasos metros de la llegada, me esperaba una recepción increíble. Jugadores de la selección local de waterpolo flotaron en el agua para acompañarme en el último tramo.

Cuando levanté la mirada, una multitud me estaba esperando; incluso la prensa estaba allí con sus cámaras encendidas.

Cuando pisé tierra firme, me echaron champán marcando el inicio del festejo.

Nunca olvidaré esos momentos.

Cuando llegó el momento de volver a la carretera, tenía claro mi objetivo y sabía que nada podía distraerme de mi sueño.

De vuelta en la bici, crucé Europa y Asia hasta llegar a la costa china.

Podía sentir el aire fresco de las montañas en cada pedaleada.

Mientras avanzaba, pasando de pueblo en pueblo, la gente se detenía a saludarme, incluso, algunos me traían agua y comida.

Durante todo el triatlón, innumerables personas vinieron a ayudarme y a animarme. Sin ese apoyo, hubiera sido mucho más difícil.

Sé que donde quiera que vaya, siempre habrá gente animándome. Mi familia y amigos mis pilares fundamentales. A pesar de la distancia, la tecnología nos permite estar juntos. Aún así, los extraño todos los días.

Una piedra en el camino

La pandemia pausó mi meta. De no ser así, habría continuado en un velero que me llevaría a través del Océano Pacífico hasta San Francisco en los Estados Unidos.

Cuando la última etapa de mi triatlón me llevó a Rusia, mi futuro se nubló.

Actualmente, estoy pasando por mi 34ª semana de travesía varado en Vladivostok.

El invierno congela el país y trasladaron todos los veleros a Corea. Con el desafío adicional de la pandemia, mi estadía se está alargando más de lo esperado.

Mi opción alternativa era tomar un barco en el sur, pero ahora es imposible ya que Rusia requiere autorización previa para navegar.

Cuando parecía que el panorama no podía ser peor, me di cuenta de que mi visa estaba a punto de caducar. Por un momento, pensé: «¡Espero que mi sueño no se haga añicos!»

No me rindo. Paso mis días buscando la forma de cruzar el océano para cumplir mi objetivo.

Soy una persona que cree en esperanzas y sueños. Son el motor que me impulsa.

Contra todo pronóstico, mantengo la firme convicción de que pasaré por el mundo sin dejar rastro de carbono.