Cada vez que me preseleccionaban para las entrevistas, el entrevistador parecía sorprendido de que yo fuera albina.
HARARE, Zimbabwe — Han pasado los años, pero todavía puedo ver sus caras de horror cuando entré a la habitación.
Agarro mi currículum, símbolo de mi orgullo, mi poder, mi habilidad; en mi mano mientras me acerco a su escritorio. Ellos conocen mi talento, pero no importa. Sus caras siempre se vuelven hacia mi tan pronto como entro por la puerta.
Esa era mi vida, la vida de alguien con albinismo en Zimbabwe.
Soy enfermera de profesión. Sin embargo, no fue fácil llegar a donde estoy hoy.
Antes de convertirme en enfermera, probé suerte en todos los trabajos. Una cosa siempre se destacaba cada vez que me llamaban para una entrevista: los gerentes de contratación se horrorizaban tan pronto como entraba a la habitación. Todo lo que vieron fue mi color de piel.
Me formé como operaria de caja durante más de ocho meses con la esperanza de que pudiera cambiar mi vida y mi economía en Zimbabwe, pero nadie estaba dispuesto a contratarme.
Estudié merchandising imaginando un salario decente y la capacidad de cuidar a mi familia, pero sucedió la misma historia. Nadie estaba dispuesto a que yo organizara sus compras. No estaban preparados para una mujer con albinismo.
Después de haber probado el funcionamiento y la comercialización de la caja registradora, cambié de enfoque nuevamente. Mi siguiente parada fue la terapia de belleza con el deseo de que las cosas cambiaran. Solo que nadie me permitiría tocarlos.
Creo que vivir con albinismo en Zimbabwe es como rogar para poder vivir.
En Zimbabwe, se estima que unas 70.000 personas son albinistas, en una población que alcanza los 15 millones. Muchos están desempleados y enfrentan condiciones difíciles. Sin trabajo no pueden valerse por sí mismos ni pueden pagar el protector solar y otras lociones corporales que necesitamos.
Siempre ha sido mi pasión ayudar a los niños con albinismo e iluminar a la sociedad.
En lugar de rendirme, decidí inspirar a otras personas con albinismo y comencé Miss Zimbabwe Albinism Trust (MAZT) como productora ejecutiva. Esta fue mi manera de luchar contra el rechazo social que experimenté durante mi búsqueda de trabajo e infundir confianza en otras personas que viven con albinismo.
Mi iniciativa ha enseñado a algunos de los participantes a dejar de lado los estereotipos que encontramos en nuestra vida diaria. El certamen los ha animado a vivir sus vidas con plena confianza en que son iguales.
Continuaré abogando por la equidad entre las personas albinas y no albinas en Zimbabwe a través de MAZT. Todos merecemos respeto y dignidad.