Los bomberos apuntaron sus mangueras a la parte inferior de la atracción para contener el fuego, pero éste se propagó, incendiando el vagón de pasajeros situado junto a los pasajeros atrapados. Cuando se incendió el segundo vagón, estalló el caos. El miedo me consumía mientras miraba a los pasajeros.
LEIPZIG, Alemania El sábado 17 de agosto de 2024, mi tranquilo día en el festival de música Highfield, en el lago Störmthaler, se convirtió en una pesadilla. Al salir, esperaba pasar un día divertido con mis amigos, lleno de risas, algodón de azúcar y emocionantes atracciones. Esa emoción se convirtió en terror cuando la noria se incendió.
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El tercer día del festival de música Highfield, cerca de Leipzig (Alemania), de cuatro días de duración, mis amigos, mi novio y yo fuimos a ver a algunos de nuestros músicos favoritos. Necesitaba desesperadamente algo de tiempo libre en el trabajo. La música empezaba a las 6 de la tarde, así que llegamos pronto para disfrutar de las atracciones. Nos dirigimos a la rueda moscovita para ver todo el parque a vista de pájaro.
La cola avanzaba rápidamente, pero antes de darme cuenta, uno de los músicos empezó a tocar. La mayoría decidimos salirnos de la cola para asistir al concierto. Pensábamos volver a la noria más tarde. Apenas había tocado el músico su primera canción cuando me di cuenta de que la rueda estaba parada, con uno de los vagones de pasajeros detenido arriba. Los pasajeros parecían indiferentes. Tal vez pensaran que se había parado a propósito para que pudieran disfrutar de la vista.
Todo el parque se extendía bajo ellos, con música vibrante y colores intermitentes. Era precioso. Entonces, de la nada, oí un fuerte crujido. «Es sólo la atracción ajustándose», pensé, «o tal vez parte de la maquinaria hace ese ruido». A continuación, el vagón de pasajeros dio una ligera sacudida y todo el mundo empezó a gritar.
Empezó a salir humo de la rueda. Mis amigos y yo salimos corriendo del concierto y nos acercamos para ver si nuestra amiga, que se había quedado atrás, estaba bien. Los asistentes y el personal de seguridad no nos dejó acercarnos. Al principio, pensamos que debía tratarse de una pequeña falla, pero entonces estalló el incendio. Salió humo de la base de la rueda, primero un hilo muy fino, pero cada vez más oscuro. Todos entraron en pánico a nuestro alrededor. En el suelo, los asistentes empezaron a correr de un lado a otro mientras otros lloraban por sus familiares en los vagones de pasajeros.
La gente en la rueda moscovita, especialmente en la parte superior, empezó a gritar. Parecían indefensos y aterrorizados. Nuestra amiga, que estaba más cerca del suelo, consiguió bajar con más facilidad, pero se fracturó un pie en la huida. Rápidamente, el equipo de seguridad se precipitó hacia delante y rescató a algunas de las personas que se encontraban en los vagones de pasajeros.
Al resto, nos impidieron acercarnos. El personal corría frenéticamente, intentando controlar la escena. La gente gritaba desde lo alto de la rueda y desde el suelo. Los niños lloraban y todos parecían aterrorizados. Todos sabíamos que si el fuego se propagaba, nadie tendría ninguna posibilidad de sobrevivir, ni siquiera los que estaban en el suelo.
Enseguida oí la sirena de un camión de bomberos y vi caras de alivio, pero otras seguían presas del pánico. Los que escapaban de la rueda moscovita tenían heridas y fracturas, sangraban y sufrían. Mientras los bomberos controlaban la situación, algunos pasajeros seguían atrapados. No tenían forma de bajar y las escaleras no llegaban hasta ellos. Los bomberos colocaron sus mangueras en la parte inferior de la atracción para contener el fuego, pero éste se propagó y el vagón de pasajeros situado junto a los pasajeros atrapados se incendió.
Cuando el segundo vagón de pasajeros se incendió, estalló el caos. El miedo me consumía mientras miraba a los pasajeros. Me imaginé en el vagón de pasajeros. «Qué haría yo si estuviera en su lugar», pensé. Sentí alivio y culpa al mismo tiempo. Cogida de la mano de mi novio, también me sentí agradecida de que estuviera a salvo en tierra conmigo.
Nadie en esa rueda pensó que algo así podría ocurrir cuando subieron. Durante casi dos horas, los pasajeros permanecieron atrapados. Mientras tanto, otros asistentes salieron corriendo del recinto del festival para escapar del fuego.
Mientras las autoridades hacían anuncios asegurando que el fuego no iba a propagarse, la música continuaba, sirviendo de distracción. El fuego empezó a extinguirse y la rueda giró lentamente. Era una experiencia angustiante. Los bomberos contuvieron las llamas lo suficiente para que los operarios de la atracción pudieran girar la rueda manualmente. De a poco, acercaron a cada persona al suelo, pero no sin heridas.
Más tarde nos enteramos de que unas 30 personas resultaron heridas, pero nadie murió. Ver a los vagones finalmente llegar al suelo provocó una gran emoción. Todos los espectadores lloraban y los familiares de los supervivientes besaban y abrazaban a sus seres queridos. La gente temblaba visiblemente, sus piernas apenas podían sostenerlos mientras los bomberos los sacaban.
Cuando le pregunté a mi amiga si estaba bien, lo único que pudo hacer fue asentir con la cabeza. La realidad de lo sucedido era demasiado abrumadora, sobre todo para los que estaban en la rueda. Al principio, mi amiga no se dio cuenta de que se había fracturado el pie. Sentía dolor, pero no tenía signos visibles de la lesión. Cuando llegamos al hotel, vimos lo hinchado que tenía el pie y la llevamos al hospital, donde le diagnosticaron la fractura.
Mirando atrás, me doy cuenta de lo cerca que estuve del desastre. Si los bomberos hubieran actuado con demasiada lentitud o si la rueda se hubiera resistido a girar, las cosas podrían haber acabado mucho peor. Estoy segura de que los que escaparon se sienten afortunados de estar vivos. La experiencia me hizo apreciar mucho más el destino, sabiendo lo rápido que puede cambiar la vida.
Al ver este desastre ante mis ojos, ya no doy nada por sentado. Intento aprovechar al máximo cada momento. Ese día, mucha gente sobrevivió al incendio de la rueda. Incluso yo sobreviví por no estar a bordo. Me salvé por poco.
Vídeo cortesía de Josephine Dobrunz.