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Mujer transforma transforma sufrimiento en activismo en México

Dentro de la cárcel, comencé a buscar formas de mejorar la vida de mis compañeras trans: atendí a los pacientes con VIH, que no tenían ayuda.

  • 3 años ago
  • junio 25, 2021
6 min read
Kenia Cuevas (centro) en Casa Hogar Paola Buenrostro, el primer refugio para mujeres trans en México. Kenia Cuevas (centro) en Casa Hogar Paola Buenrostro, el primer refugio para mujeres trans en México. | Casa de las Muñecas Tiresias A.C.
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Kenya Cuevas
Protagonista
Kenya Cuevas se ha convertido en una referente en la lucha por los derechos de la comunidad LGBTQ + en México.

Su historia está llena de hechos trágicos: se fue de casa a los 9 años, vivía en la calle, era adicta a las drogas y estuvo en prisión más de 10 años. A pesar de esto, su labor como defensora de los grupos vulnerables la convirtió en un emblema del empoderamiento femenino.

En 2019, fundó la Asociación Civil Casa de las Muñecas Tiresias, que busca brindar apoyo a poblaciones de bajos ingresos, personas privadas de libertad, adictas, personas que viven en la calle, personas que viven con el VIH, trabajadoras sexuales y todas aquellas personas que son parte de la comunidad LGBTQ +.

Un año después, en 2020, inauguró el primer albergue para mujeres transgénero en México, que lleva el nombre de Paola Buenrostro, en honor a una trabajadora sexual y amiga que fue asesinada en 2016 en la Ciudad de México.

Este delito, sumado a la falta de justicia para sancionar a los culpables por parte de las autoridades, motivó a Kenia Cuevas a organizar a sus compañeras trabajadoras sexuales para que las mujeres trans puedan llevar una vida digna, libre de violencia y discriminación, y con la posibilidad de una plena social reintegración.
Contexto
En 2019 en México, las mujeres trans tuvieron las mayores tasas de victimización con 64 transfemicidios según cifras de la CNDH. Según el Observatorio Trans Murder – de la organización Transrespect versus Transphobia (TvT) – en el mundo, la esperanza de vida media de una persona transgénero no supera los 35 años. Del 1 de octubre de 2019 al 30 de septiembre de 2020, México registró 57 asesinatos de personas transgénero y de género diverso, siendo el segundo país más alto del mundo. El primero es Brasil, que tuvo 152 informes, según TvT. Paola Buenrostro fue asesinada la noche del 30 de septiembre de 2016 por un presunto cliente que le disparó en la calle del centro de la Ciudad de México. Hoy, Casa de las Muñecas Tiresias atiende a 20 mujeres transgénero, y 16 de ellas están estudiando educación básica.

CIUDAD DE MÉXICO, México – Ser una mujer transgénero en México no es fácil y cuando decides serlo, lo pierdes todo: familia, amigos, oportunidades laborales, incluso, la dignidad.

Te quedas sin nada.

A los nueve años dejé mi casa. A partir de ese momento, comencé a trabajar en servicios sexuales y a consumir drogas.

Prácticamente toda mi vida sentí una sensación de abandono y soledad, pero la posibilidad de ayudar a otras mujeres transgénero le dio sentido a mi vida.

Mi nombre es Kenya Cuevas, tengo 48 años y vivo con el VIH desde los 13.

Durante la mayor parte de mi vida fui analfabeta.

De los 11 a los 28 viví en la calle pidiendo limosna para comprar drogas. Quería morir. Sentí que no le importaba a nadie, nadie me buscó.

Muchas veces pensé en suicidarme pero no me atreví.

Años después, terminé en la cárcel. Cumplí una sentencia de 10 años, ocho meses y siete días. Me acusaron de tráfico de drogas, delito que no cometí.

La discriminación llegó a tal punto que no tuve acceso a un abogado ni a un juicio. Me sentenciaron directamente, y eso fue todo.

Dentro de la prisión, experimenté violencia extrema debido a mi condición de género.

Otros abusaron sexualmente de mí y me obligaron a prostituirme con otros presos.

Ayudar a otros me salvó

Dentro de la cárcel, comencé a buscar formas de mejorar la vida de mis compañeras transgénero.

Cuidé a los pacientes con VIH, que hasta ese momento, no tenían la supervisión adecuada.

Les insté a hacerse la prueba y a tomar la medicación adecuada.

En 2010, salí de la cárcel y decidí luchar por el bienestar de las trabajadoras sexuales. Exigí pruebas de VIH, repartí condones y comencé a difundir medidas para prevenir infecciones.

Este proyecto transformó mi vida. Dejé las drogas y me convertí en una activista social que busca dignificar la vida de las mujeres transgénero en México.

Fundación Casa de muñecas Tiresias

En 2016, asesinaron a mi amiga Paola Buenrostro.

Paola y yo trabajamos juntas en el comercio sexual. Este evento violento sacudió mi vida y me obligó a buscar justicia para ella. Esta se convertiría en mi nueva causa en mi rol de líder social.

Meses después, tres sujetos intentaron matarme. Decidí dejar el trabajo sexual para dedicarme de lleno en la creación de la Fundación Casa de las Muñecas Tiresias.

Era hora de hacer realidad mi sueño.

A través de mi organización, las niñas transgénero pueden tener un apoyo integral en las áreas de educación, consejería, finanzas, trabajo y atención médica.

También, he hecho un esfuerzo por rescatar los cuerpos de muchas niñas y mujeres transgénero para darles un entierro digno.

Son mujeres transgénero que han sido asesinadas o han muerto a causa del VIH. Algunos mueren en la calle y no tienen familia. Las reclamo y les doy un entierro cristiano.

Es una forma de honrarlas incluso después de la muerte.

También ayudamos a las internas del penal de Santa Marta. Ayudamos a las mujeres transgénero con sus casos y les enseñamos a las personas del Dormitorio 10, donde están las reclusas VIH positivas, sobre la ley.

Casa Casa Paola Buenrostro

Con el paso de los días nos dimos cuenta de que teníamos que ofrecer un espacio donde las mujeres transgénero pudieran vivir seguras y con las condiciones adecuadas para su rehabilitación. Por eso fundé la Casa Hogar Paola Buenrostro en honor a mi amiga asesinada.

Es el primer albergue de su tipo en México. El albergue recibe a las niñas que salen de la cárcel, hospitales o instituciones gubernamentales. De esta manera, se integran a la educación primaria, aprenden finanzas personales e ingresan a un programa de capacitación laboral.

Entrar en el albergue significa que ya no pueden hacer trabajo sexual. Es como un internado donde la única obligación que tienen es estudiar y aprender oficios cuidando su salud física y emocional.

Una forma de dignificar su vida es entender que pueden tener un sinfín de profesiones y que vender su cuerpo y su dignidad no es su única opción.

Soy un ejemplo vivo de que podemos sobrevivir a uno de los trabajos más violentos, con la exposición más significativa al transfeminicidio, para llevar una vida mejor.

Ser feliz es nuestro objetivo

Como la de cualquier otra persona, la vida de las mujeres transgénero está llena de sueños destrozados por la falta de empatía y educación.

Mi mayor sueño es vivir en una sociedad respetuosa que no criminalice a las personas trans ni a ningún sector diferente al estereotipo establecido.

Mientras la sociedad continúe comportándose de esta manera, nuestra mayor venganza es ser feliz.

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