Hoy me estoy preparando para competir en Mallorca el año que viene, para eso me entreno diariamente y para no perder la diversión, juego con mis amigas. Me preguntan hasta cuando voy a seguir, y yo digo que hasta que el cuerpo me dé. No es un impedimento para mi, me ayuda.
BUENOS AIRES, Argentina ꟷJuego tres veces por semana con amigas y participo del torneo nacional de la Asociación Argentina de Tenis (ATA). No tengo rutinas ni dietas específicas.
Mi curiosidad por el tenis empezó cuando era muy joven, durante mi adolescencia. En ese entonces mi padre era un fiel fanático del tenis y lo practicaba constantemente. Fue en una de esas oportunidades en las que sentí el deseo de probar el deporte y ver hasta dónde me llevaba. Años más tarde, ya en 1948, me federé como tenista profesional y aquellos días que entrenaba en el San Isidro Club quedaron en el pasado. Ya estaba preparada y deseosa para lanzarme a las altas competiciones, pero hubo algo que me frenó.
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Nací en 1933 en Capital Federal, de los 13 a los 18 años entrené y jugué campeonatos constantemente, pero me casé y con la llegada del primero de mis diez hijos relegué mi pasión.
Hoy tengo 89 años y 37 nietos. Cuando falleció mi esposo, hace ya 29 años, retomé con todo. El tenis es casi la razón de mi vida. Es motivación y felicidad. Energía y salud. Es, simplemente, bienestar general.
Como mujer, transgredí muchas barreras de mi época. Una vez mi mamá me cosió unos pantalones cortos para jugar y todo el club se revolucionó: Me tildaron de loca por usar shorts, pero a mí no me importaba nada.
Cuando era joven, fui catalogada como una de las grandes promesas del tenis argentino. Pero mis sueños se vieron truncados por el amor que le tuve a mi esposo. Tenía que jugar un campeonato muy importante y debía jugar con el campeón de Italia. A mi marido no le gustaba que jugara doble mixto con hombres, entonces no jugué, y a partir de ahí no jugué más. No me arrepiento.
Mi primera felicidad son mis hijos y después el tenis. Crié a diez niños, los cuales tuve muy seguidos y me demandaron demasiado tiempo. Recién a los 40 logré hacerme un espacio para despuntar el vicio con la raqueta, pero sólo para enfrentar a mis amigas. Cuando falleció mi pareja, a los 60, intenté retomar mi truncada carrera como tenista.
Los torneos me llevaron a competir en Croacia, Austria y Turquía, de hecho en el 2017 consiguí mi mejor ranking al terminar tercera en la Copa del Mundo. Hace 15 años que viajo por el mundo y con una amiga siempre nos quedamos y aprovechamos para pasear un tiempo más. El juego me dio además nuevas amistades.
A los 18 años me casé, fue cambiar una pasión por otra: decidí seguir al hombre que amé y formar una familia con él. Pasaron los años, o tuvimos hijos, y hoy tengo 38 nietos. Recién cuando enviudé me animé a empezar a jugar nuevamente al tenis.
Antes de decidirme, una amiga me había dicho que estaba jugando muy bien que me anote en los campeonatos, y de ahí en más no paré. Cuando entro a la cancha siento como que bailo ballet, no bajé los brazos y seguí el impulso de mis deseos siempre.
En el deporte aprendés mucho de la vida, a competir, a perder, a ganar, es algo que te da energía, placer, bienestar. No es solo físico, tiene una parte mental que es muy importante, te hace accionar las neuronas, tenés que estar preparado para tomar decisiones y reaccionar rápido y eso me preparó para la vida en general.
El tenis tiene mucho de estrategia, tenés que observar al contrario cómo se mueve, a dónde la tenés que mandar, no es solamente pegarle a la pelota. Me pasa que cuando gano siento mucha felicidad por lo que logro, es la respuesta a mi esfuerzo y cuando pierdo pienso cómo hacer para ganar la próxima vez, cómo puedo mejorar, soy muy competitiva. Cuando estoy cansada voy a jugar, el tenis me hace sentir mejor, me da mucha energía, no me cansa para nada, me activa.
Hace 10 o 15 años que empecé a viajar y que no paro de conocer el mundo. Anduve en globo, en helicóptero y conocí varias personalidades de otros países. El tenis me abrió al mundo, hoy me estoy preparando para competir en Mallorca el año que viene, para eso me entreno diariamente y para no perder la diversión, juego con mis amigas.
Hoy me estoy preparando para competir en Mallorca el año que viene, para eso me entreno diariamente y para no perder la diversión, juego con mis amigas. Me preguntan hasta cuando voy a seguir, y yo digo que hasta que el cuerpo me dé. No es un impedimento para mi, me ayuda.
La vida puede dar segundas oportunidades, como cuando jugué en el mundial de Palm Beach, Miami, y me reencontré con el equipo inglés, el cual cuatro años, en un torneo en Croacia, atrás me había vencido durante el último tanto. Jugué, por primera vez, contra Inglaterra en un torneo realizado en Croacia, allí mismo, durante el último tanto, una mujer inglesa me ganó, sin embargo desde ese momento no dejo de pensar en el partido de reencuentro para obtener mi merecida victoria.
La revancha sucedió después de todo este año en Palm Beach donde pude enfrentarme a Inglaterra nuevamente y ganar el partido, desde el principio hasta los últimos instantes. Las revanchas para mí son muy importantes, durante estas me centro únicamente en el partido y no pienso en otra cosa; es uno de los desafíos de mi vida y me esfuerzo por superarlo.
En relación a la emoción también se me ocurre compararlo con la templanza, tanto de los jugadores como del técnico de nuestra selección Argentina, gracias a que la mentalidad ganadora es algo propio de los deportistas. Para mí no se trata solo de saber cómo jugar un deporte o jugarlo bien, sino de la forma en la que te posicionas mentalmente para obtener la victoria. Previo al partido la mente del jugador debe estar segura de que ganará y, a la par, esta debe encontrarse calmada, a esto último lo encuentro clave a la hora de enfrentarse a los adversarios del juego.
Otro partido muy importante sucederá el año próximo, 2023, en Mallorca, España. Jugaré en 85 aunque mi edad esté más cerca de los 90 años. Mentalmente ya estoy en esa isla pensando en cómo ganar el torneo, mi vida es así. No entiendo de impedimentos, para mi siempre hay que seguir, yo traigo eso siempre en la cabeza, siempre voy en busca de mis sueños. Cuando entro a la cancha mi mundo se detiene y mi cuerpo se llena de alegría. Me pongo las zapatillas y cuando siento el piso de la cancha de tenis, me produce placer, para mí es felicidad. El tenis me da muchísima felicidad.
Mi frase de cabecera es: voy donde la vida me lleve.