Una experta en tecnología habla con valentía después de sufrir abuso sexual en el metaverso y aboga por espacios en línea más seguros
En el momento en que entré, vi tres avatares masculinos En cuestión de segundos, antes de que pudiera acomodarme, se me acercaron. Sentí como si lo hubieran planeado, moviéndose de manera organizada y rodeándome.
- 2 meses ago
febrero 19, 2024
Nina Patel delivering a speech advocating for safety in Metaverse and augmented reality spaces. | Photo courtesy of Nina Jane Patel
LONDRES, Reino Unido – La experiencia de ser abusada sexualmente en el metaverso fue escalofriante y dolorosa. Mucha gente cree que la realidad virtual no puede tener consecuencias en la vida real, pero yo lo viví. El abuso me trajo recuerdos del acoso de mi juventud y me dejó angustiada. Como mujer que trabaja en tecnología, la considero una herramienta clave en el desarrollo de las personas, pero tengo preocupaciones sobre la construcción de espacios seguros.
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Into the Metaverse: «Pronto, el avatar se sintió como yo: como una extensión de mi propio cuerpo».
En 2018, mientras escuchaba y grababa podcasts, me sumergí de lleno en el impacto psicológico de la tecnología en las personas, investigando el tema con fervor. Completamente absorta por lo que leí; se convirtió en una de mis principales pasiones. Vi cómo las tecnologías en su infancia podían tener efectos en formas que no podíamos predecir. Me obsesioné con mi estudio de áreas como la realidad aumentada, el metaverso y las tecnologías exponenciales.
Experimenté cada nuevo entorno pensando en la seguridad y la educación de los jóvenes. Cada nueva tecnología que encontré me trajo movimientos corporales más naturales y entornos cada vez más realistas. Cuando la empresa Meta de Facebook presentó un nuevo metaverso en el Reino Unido en diciembre de 2021, inmediatamente quise explorarlo.
En la industria, hablábamos a menudo de esta tecnología, pero recién ahora la gente comenzó a acceder a ella. Sentí curiosidad por saber cómo reaccionarían y operarían en lo que antes era un espacio muy especializado. Una tarde, mientras trabajaba desde casa, me conecté para experimentar. Mis hijos tardarían unas horas en volver del colegio y me parecía un momento ideal para sumergirme en este universo paralelo. Me puse los auriculares con entusiasmo.
Mirando las opciones, seleccioné mi avatar que se parecía mucho a mí físicamente. Me sentí como verme en un espejo. Conectándome psicológicamente con mi avatar, comencé a mover mis manos y a ver el mismo movimiento en la pantalla. Pronto, el avatar se sintió como yo: como una extensión de mi propio cuerpo. Está diseñado de esa manera; el desarrollo busca la identificación entre la persona y el avatar. Neurológicamente nos conectamos con la imagen. Aunque lo sé debido a mi profesión, la sensación fue muy poderosa.
En el instante en que entré al Metaverso, tres avatares masculinos me rodearon.
Durante un tiempo, practiqué moverme usando los controles del metaverso. Cuando me sentí lista, entré al espacio compartido, que parecía una sala de conferencias o un vestíbulo. En el momento en que entré, vi tres avatares masculinos En cuestión de segundos, antes de que pudiera acomodarme, se me acercaron. Sentí como si lo hubieran planeado, moviéndose de manera organizada y rodeándome.
Comenzaron a acosarme verbalmente y a ser obscenos y agresivos. Casi instantáneamente, pasaron de lo verbal a lo físico, tocando mi avatar. Se sintió como una experiencia en primera persona; no es como ver una escena de una película. El abuso me estaba pasando a mí.
Vi sus manos y sus cuerpos y experimenté sus movimientos y toques. El audio simultáneamente me permitió escucharlos a mi alrededor. Los sentí detrás de mí, a mi lado y frente a mí. Con el avance de la tecnología, la barrera entre el mundo virtual y el físico parecía muy finita. La experiencia se volvió auténtica y real.
En ese angustioso momento, el primer pensamiento que vino a mi mente fue: “Hice algo mal”. Tal vez seleccioné el avatar equivocado o usé ropa sugerente. Las mismas preguntas que tienen las mujeres en las calles cuando sufren acoso, me vinieron a la mente en el metaverso. Aunque sabía que no era culpa mía, no pude evitar analizar mis acciones. “¿Qué hice para causar esto?”, me pregunté.
Si bien no tenía sensaciones físicas, me preguntaba ¿qué pasará cuando la tecnología avance aún más? La gente utilizará las tecnologías disponibles para cometer delitos. Si pudieran ir más lejos, creo que lo harían. Algunos dicen que sin penetración física, esta situación no se puede llamar abuso sexual. Le pregunto: «¿Eso lo hace correcto?
En shock y sola en su casa: mujer decide contar su historia sobre abuso en el Metaverso
Cuando me quité los auriculares, sentí que entraba en pánico. El caos del momento me dejó confundida. Como no había nadie más en mi casa, tuve que afrontar el shock sola. La impotencia sentía lo mismo que ser acosada en las calles El trauma del abuso en el metaverso se sintió tan real como el abuso en el mundo físico.
Al crecer en la década de 1990, era más común que hablaran de mi y me miraran como un objeto sexual. Como mujer, simplemente lo afronté, pero las cosas han cambiado. Hoy me niego a tolerar este comportamiento y sigo decidido a contribuir a un mundo en el que mis hijas no tengan que experimentar esto, ni física ni virtualmente.
El resto de ese día, las imágenes del incidente se repitieron en mi cabeza mientras intentaba comprender lo que pasó. Cada vez me invadía un horrible sentimiento de angustia y de ira. Me imaginé a esas personas, todavía en el metaverso, acosando a otros avatares y sentí repulsión.
Si bien soy introvertida, he dedicado mi trabajo y activismo a defender a mujeres y niñas en entornos tecnológicos, así que me obligué a compartir mi historia al día siguiente. Me hizo falta valor para exponerme, pero sabía que era importante arrojar luz sobre los impactos psicológicos y filosóficos de lo que pasé; para estimular la conversación sobre las implicaciones morales de la innovación tecnológica.
Inmediatamente, la industria reaccionó negativamente, acusándome de intentar ahuyentar a la gente del metaverso y sembrar el pánico. Dijeron: «La gente no adopta la tecnología porque historias como la mía les dan miedo». Creo en la tecnología y la quiero en nuestra vida diaria, pero no así.
Una mujer sufre una gran reacción en la industria y recibe mensajes violentos y amenazantes
Después de que conté mi historia, llegaron comentarios de todo tipo. Algunos se burlaron de mí mientras que otros me llamaron estúpida. Aún más enviaron mensajes de odio. Las consecuencias causaron aún más dolor. Cuando un periodista muy amable se ofreció a entrevistarme, acepté. Una hora después de publicar el artículo, llegaron a mi bandeja de entrada dos correos electrónicos de desconocidos.
En el momento en que los abrí, la violencia que encontré me sorprendió. Estos extraños amenazaron con violarme personalmente y violar a mis hijas. Aunque todas estas experiencias duelen profundamente, me niego a permanecer en silencio. La exposición es necesaria. Las implicaciones legales siguen siendo más complejas. Las leyes tradicionales se centran en las interacciones físicas, pero el Metaverso desdibuja estos límites y plantea preguntas sobre la jurisdicción, la aplicabilidad y las definiciones mismas de un delito.
Por ejemplo, si una agresión ocurre en un entorno virtual, el sistema legal debe abordar la naturaleza del delito. ¿Es parecido a una agresión física, un acoso o es algo completamente nuevo?
Estas preguntas solo reforzaron mi compromiso de trabajar en tecnología más segura. Recientemente, me asocié con una universidad de Londres para enseñar a niños de cuatro a 12 años cómo utilizar el metaverso con cuidado. Observé sus interacciones, cómo vestían y cómo se movían. Le explicamos sus derechos, cuándo saber si algo anda mal y cómo denunciarlo.
Lamentablemente, miles de millones de dólares se canalizan hacia el desarrollo de tecnología, pero priorizar la seguridad de los niños recibe una atención minúscula. El abuso y la misoginia que viví seguirán sucediendo, así que sigo compartiendo mi historia. La tecnología tiene un enorme potencial en la educación pero debemos crear entornos seguros. Es nuestra responsabilidad interactuar con esta tecnología para dar forma al futuro en el que vivirán nuestros hijos.
