Recuerdo cuando comenzó la explotación del río Layou. Una enorme crecida del río hizo bajar una importante cantidad de arena que hubo que extraer. Una vez terminada la extracción reparadora, siguieron cavando. Excavaron en el río y en la llanura de inundación, destruyendo la cuenca del río.
ST. JOSEPH, Dominica – Durante cuatro décadas, dirigí con éxito acciones de protesta contra empresas y organismos gubernamentales por violaciones contra el medio ambiente en Dominica. Una de ellas fue denunciar las operaciones de minería excesiva en el río Layou.
Recibí amenazas de muerte por denunciar estas violaciones por parte de ciertas personas afiliadas a inversores y organismos gubernamentales. Esta es la dura realidad del activismo en mi país. A pesar de sus rigurosos esfuerzos por aislarme, sigo hablando.
Como profesional muy respetado en la comunidad internacional, me siento orgulloso de recibir invitaciones a reuniones con organizaciones como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Cuando hablo de temas medioambientales y de agroindustria, no me siento tímido. Expongo mis ideas sobre la forma correcta o incorrecta de proceder.
En los años 90 y 2000, empecé a defender rigurosamente los ríos de Dominica. Mi empresa creó el plan y el proceso de desarrollo integrado de 20 años, basado exclusivamente en los principios del desarrollo medioambiental sostenible. El contrato y mi trabajo, financiado por la Unión Europea, no toleraban ninguna política en el proceso. En consecuencia, las personas que apoyaban al gobierno lanzaron amenazas contra mi vida. No me importó; seguí defendiendo el medio ambiente frente a la muerte.
Recuerdo cuando comenzó la explotación del río Layou. Una enorme crecida del río hizo bajar una importante cantidad de arena que hubo que extraer. Una vez terminada la extracción reparadora, siguieron cavando. Excavaron en el río y en la llanura de inundación, destruyendo la cuenca del río.
Se reunieron grupos de asociaciones de conservación, sociedades de ecoturismo, miembros del pueblo pesquero de Layou y otros. Ninguna persona o grupo resuelve estos problemas por sí solo. Los problemas siguen siendo demasiado polifacéticos. La creación de soluciones que incluyan a todos los interesados crea poderosas asociaciones.
Recuerdo, también, cuando el huracán María devastó Dominica en 2017. Los organismos internacionales se apresuraron a solicitar mi asistencia inmediatamente. La invitación vino de la comunidad internacional, no de mi gobierno ni del departamento forestal. Es frustrante pensar que la política excluya a personas críticas de participar en la curación de nuestra tierra y nuestra nación.
El majestuoso río Layou sigue amenazado hoy, quizá más que nunca. Tiene una cuenca fluvial destruida y problemas continuos por un vertido de petróleo. Tienes violaciones de las leyes medioambientales en torno a la construcción en 2009 de una planta de asfalto en la ribera del río. Durante la construcción de esa planta, y el montaje de las empresas mineras, no vi ningún estudio de evaluación del impacto ambiental. Sin embargo, la maquinaria pesada rodó en la obra. Esa obra se llevó a cabo de forma muy llamativa.
Otro problema que afecta a la salud del río y de su fauna es la falta de seguimiento, control y eliminación adecuados de los residuos de petróleo. Veo un fallo sistémico en la aplicación de una planificación adecuada del uso del suelo en zonas sensibles.
Se me ocurre que la población en general puede no comprender la ciencia de cómo se reponen los ríos. La gente no sabe cómo ese proceso afecta a su supervivencia y a la de nuestros bosques, fauna y flora, y vías fluviales. Veo que la gente da por sentada la existencia de los ríos en Dominica. Quizá sea porque tenemos muchos.
La estrategia para resolver estos problemas hoy debe incluir la conservación y preservación de los recursos naturales. Sin embargo, debe hacerlo en el contexto de diversos intereses compartidos. Sin embargo, los funcionarios se aseguran de que personas como yo sigan sin ser invitadas a cualquier debate sobre ríos o conversación sobre el medio ambiente. La exclusión se siente como algo personal.
Parece que el personal gubernamental de las divisiones de silvicultura y planificación física descuida a propósito su responsabilidad marginando a los expertos. En última instancia, socavan el desarrollo del país, poniendo en peligro los recursos naturales que nos mantienen vivos y sanos.
Hoy en día, mi determinación sigue siendo absoluta a pesar de haber sido expulsado de las reuniones de importancia y ante el descrédito. Castigar a los expertos como yo en realidad castiga al país al excluir una gran experiencia. Veo cómo las mezquinas diferencias políticas se interponen en el camino de las buenas prácticas políticas y de liderazgo.
Pido al pueblo que considere que las violaciones y los debates aislados sólo sirven a los intereses personales. No sirven a los intereses de Dominica. ¿De qué sirve mantener el control y centrarse en los beneficios?
El gran progreso nunca es un espectáculo individual. Requiere asociaciones, asociaciones que hemos perdido. Me duele verlo; saber que la gente inteligente y culta no puede verlo. Sin embargo, veo una pequeña cantidad de agua en un río donde antes había un diluvio. Ese caudal ha disminuido hasta convertirse en un hilillo y el daño continúa. Perderemos el río. Un día, sólo quedará un canal seco.