Al estrenar la película, me sentí liviano, como si por fin pudiera cerrar la puerta a un capítulo de mi vida. Me parece importante recalcar en el hecho de que un abuso sexual nos hace sentir ajenos a nuestro cuerpo porque siempre está el hecho de no haber permitido que usen nuestro cuerpo, y por ello te llegas a sentir ajeno a este. Lo digo de una manera realista, aunque se piense que puede ser pesimista, un abuso sexual nunca se supera porque es irreparable el daño que se le hace a alguien cuando se le abusa sexualmente.
CUENCA, Ecuador – Entre los cuatro y los ocho años sufrí abusos sexuales. Mantuve mi trauma reprimido durante años, viviendo con ansiedad y depresión paralizantes la mayor parte de mi vida.
Finalmente, decidí afrontarlo con el arte para sanar. Durante dos años, trabajé en un cortometraje sobre el abuso sexual. La película se estrenó el 22 de noviembre de 2022 en el Festival de Cine Ecuatoriano de Nueva York. Obtuve los premios al Mejor Cortometraje en el Cinemark de Samborondón, y al Mejor Cortometraje Documentalen el programa Historias Por Contar.
Ver más noticias de Ecuador en Orato World News
Aunque no recuerdo muy bien los abusos que sufrí, se me quedaron marcados. Las secuelas en mi salud mental me afectaron toda la vida. Crecí luchando con mi propia sexualidad y nunca me sentí cómodo expresándola o estando demasiado cerca de nadie. Además, luché contra la adicción, que es la razón inicial por la que asistí a terapia. Empecé a aislarme mucho. Con el tiempo, supe que tenía que hacer un cambio o no sobreviviría.
Trabajar en el guión de mi cortometraje resultó difícil. Como las historias del guión me habían sucedido a mí, me sentía mentalmente bloqueado. Volver a juntar las piezas del borroso rompecabezas me llenaba de una angustia indescriptible. Un día, mientras escribía los diálogos, sentí el principio de un ataque de pánico. No podía separar el texto de las vívidas imágenes de mi mente. Lo sentía demasiado real, independientemente de cuánto tiempo hubiera pasado. Pasé días postergando el trabajo hasta que me sentí preparado para retomarlo.
Durante los primeros días en el plató, rodamos escenas en las que hablaba de los abusos y de cómo me afectaban a diario. Me esforcé por mantener la calma y no derrumbarme. Reviví mi trauma aquel día. Por suerte, mi madre estaba a mi lado, apoyándome desde el otro lado de la habitación. Su presencia me dio fuerzas. Más tarde, grabamos la narración en off de la película. Leí una carta al agresor anónimo. En ella denunciaba su violencia y me negaba a callar.
Como víctimas, los sistemas sociales nos obligan a callar y nos piden que sigamos adelante. Los abusadores andan sueltos porque el sistema judicial no les exige responsabilidades. Por esta razón, muchas víctimas tienen miedo de hablar. Por eso me pareció vital hacer esta película. Quería ofrecer una voz a quienes no pueden hablar. Merecemos justicia. No podemos permitir que prevalezca la violencia, y debemos demostrar a nuestros agresores que nunca descansarán.
Sabía que la carta tenía importancia en la película. La reescribimos varias veces, la corregimos hasta que quedó bien. Decir las palabras en voz alta me destrozó. Recordé las palabras de Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura, que una vez describió tan bien mis sentimientos. Dijo: «Entre todas las razones que pueden explicar mi pasado, de una estoy segura: estas cosas sucedieron para que yo pudiera contarlas». Tal vez el verdadero propósito de mi vida sea que mi cuerpo, mis sensaciones y mis pensamientos se conviertan en escritura, en algo inteligible y universal; que mi existencia se funda en las vidas y las cabezas de otras personas.»
Por eso el cine es tan importante para mí. Nos da la posibilidad de inmortalizar momentos en una pantalla, permaneciendo siempre en el tiempo presente del espectador. En el cortometraje, una persona intenta llegar al mar. El océano representa posibilidades infinitas, y el horizonte actúa como una puerta que se funde con el cielo. Cuando el personaje contempla esta vista, ve la vida. Aludo a la canción gitana de Willy Colón, cuando dice «Las palabras están hechas de aire, y fluyen al aire. Mis lágrimas son agua, y fluyen hacia el mar». Para mí, el mar infinito aún no puede contener el sufrimiento que puede sentir una sola persona.
En la última semana de filmación, viajamos a Guayaquil por unos días. Nos alojamos en el Hotel Wyndham y trabajamos en la Universidad de las Artes con nuestros mentores estadounidenses. Una vez que terminamos de editar el corto, lo proyectamos frente a un jurado en un cine de Samborondón. Después, lo proyectamos en el Cinemark de Guayaquil y en la sala de proyección del Hotel Wyndham. El jurado eligió nuestro proyecto como ganador entre los cinco cortometrajes seleccionados. Me sentí muy orgulloso y feliz. No lo podía creer.
En el hotel Wyndham emitieron la película ante el público. Les miramos a la cara y vimos sus reacciones de sorpresa e incomodidad. Esperaba arrojar luz sobre lo que se sentía al estar en la piel de las víctimas». En noviembre de 2022, el cortometraje se estrenó en el Festival de Cine Ecuatoriano de Nueva York. También proyectaron nuestro corto en la gran pantalla del Barrymore Film Center, en Nueva Jersey, junto con otras películas de Ecuador. Fue irreal. Me sentí sin peso, como si por fin pudiera cerrar la puerta a un capítulo de mi vida.
Para mí sigue siendo importante subrayar que el abuso sexual nos aleja de nuestro propio cuerpo. Este sentimiento de violación contra nuestro cuerpo hace que queramos rechazar nuestros propios miembros. Aunque suene pesimista, creo que nunca se supera del todo el abuso sexual. Con el tiempo encuentras la paz, pero el daño causado permanece en ti. Simplemente aprendes a separarlo de lo que eres. Hacer este cortometraje me liberó de ello. Cuando pienso en la espuma del mar tocando mis pies y flotando en el océano, me siento viva. Me lo repito una y otra vez: Estoy vivo.