Mi primer rescate de perros ocurrió en 2018. Vi a un perro tirado en un cerro de Ecatepec, muerto de hambre. Nadie quería ayudarlo. Aunque el perro no era agresivo con las personas, huyó de nosotros, aterrorizado. Cuando lo recogí, sabiendo que este acto salvaría su vida, me llenó de orgullo. Desde ese momento, me di cuenta de que tengo una conexión especial con los perros.
CIUDAD DE MÉXICO, México – Rescato perros en las calles de la Ciudad de México desde mi taxi. Toda mi vida me he preocupado por los perros. El amor de mi abuela por los animales me afectó mucho cuando era pequeño. Hoy, ayudar a los animales desprotegidos me llena el alma de alegría.
Rescatar a los perros, sobre todo a los que están a punto de morir, produce una sensación increíble. Les ayudo a encontrar familias seguras. También acojo a los perros en mi casa. Mi trabajo como voluntario es un regalo especial, ya que veo cómo los perros callejeros de México vuelven a tener una vida nueva y feliz.
El trabajo de rescate de animales va más allá de las recompensas materiales de la vida. En el fondo, siento una sensación de paz al contribuir al mundo salvando perros.
Mi primer rescate de perros ocurrió en 2018. Vi a un perro tirado en un cerro de Ecatepec, muerto de hambre. Nadie quería ayudarlo. Aunque el perro no era agresivo con las personas, huyó de nosotros, aterrorizado.
Cuando lo recogí, sabiendo que este acto le salvaría la vida, me llenó de orgullo. Desde ese momento, me di cuenta de que tengo una conexión especial con los perros.
Al rescatar a estos animales de mi taxi, me di cuenta de que pueden sentir cuando una persona está ahí para ayudarles, y lo aceptan de buen grado. En el momento en que salvas a un perro, crece una fuerte confianza entre vosotros.
Esto sigue siendo cierto incluso para los pitbulls y otras razas consideradas peligrosas. Aunque algunos parecen agresivos e incluso atacan a las personas, suelen cambiar su actitud hostil cuando me acerco. Se vuelven dóciles y cariñosos porque saben que intento ayudarles.
Creo que la razón por la que los animales se vuelven agresivos con los humanos tiene su origen en el maltrato que reciben de la sociedad. Rara vez un perro se vuelve agresivo a menos que la gente lo maltrate física o emocionalmente.
Encuentro la alegría de ayudar a los perros más olvidados: los que tienen cáncer o los muy viejos. La gente tiende a abandonar a los perros cuando envejecen, pensando que ya no se puede hacer nada por ellos. Estos perros tienen la misma oportunidad que nosotros de vivir, y yo los honro.
El trabajo de rescate me permite reflexionar sobre el valor de la vida de un perro. Irradian mucho amor a todos los que les rodean. A lo largo de los años, un caso de rescate fue el que más me impactó. Un coche atropelló a un perro causándole heridas tan graves que se le salieron los intestinos. A punto de morir, lo envié al veterinario. Con el tiempo, se recuperó totalmente del accidente.
Otro caso impactante fue cuando encontré un perro atado a las vías del tren. Había sido atropellado. El tren le destrozó las patas delanteras, pero lo llevamos a tiempo al hospital de animales y sobrevivió.
Una vez fui testigo de cómo un cachorro era devorado por gusanos hasta el punto de que la piel de su cuello empezó a morir. Con seis meses de tratamiento, el cachorro sobrevivió.
Los momentos más tristes del trabajo de rescate se producen cuando los perros en estado crítico resultan demasiado enfermos para ser salvados. Hacemos todo lo posible por ayudar, con la esperanza de ver cómo se recuperan y encuentran una nueva familia. Sin embargo, no todos los casos tienen un final feliz.
Sin embargo, algunos rescates críticos nos sorprenden. Una vez rescaté a un cachorro con un grave cáncer de piel y un importante tumor en la cabeza. Ese día no había llevado equipo de protección y el perro me mordió el brazo durante el rescate. Fueron necesarios tres meses de tratamiento, pero el cachorro se recuperó totalmente del cáncer.
En México, algunas personas desconfían de nuestro trabajo. Piensan que queremos beneficiarnos del sufrimiento de los animales. Esto no podría estar más lejos de la realidad. Conseguir apoyo financiero de la sociedad o de personas individuales sigue siendo uno de nuestros retos más difíciles.
La gente en la Ciudad de México puede ser hostil hacia el rescate de perros. Afirman que los rescatadores de perros empeoran las cosas; dicen que al alimentar a los perros en las calles propagamos enfermedades. Intento no juzgarlos y entender que tienen un sesgo social.
La gente suele pensar que los seres humanos son los dueños del mundo, pero en realidad seguimos siendo una de las muchas especies y debemos aprender a respetar a todos los seres vivos.
Los perros son seres extraordinarios que debemos cuidar y proteger. Exhorto a los dueños de perros en México a no abandonar a sus mascotas ni tomar el camino fácil y cruel.
Mi trabajo como rescatador de perros incluye muchos sacrificios personales. Invierto la mayor parte de mi tiempo en el cuidado de los animales. En cierto modo, he renunciado a mi vida personal para rescatar perros. No puedo ir de vacaciones o de paseo porque tengo muchos perros que cuidar.
Entiendo que me necesitan y, gracias a este trabajo, me doy cuenta de que los perros son mis mejores amigos. Nunca nos traicionan y siempre son la mejor compañía.
Mis perros confían plenamente en mí y son leales. Sé que no todo el mundo lo cree, pero los perros siempre nos quieren incondicionalmente, incluso cuando sufren abusos y abandonos a manos de los humanos.