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Pensar en el otro

La dramática escasez de sangre para las víctimas de cáncer llevó a Ayelén García a impulsar una campaña de donación.

  • 4 años ago
  • noviembre 23, 2020
6 min read
La vida de Ayelen García cambió cuando le diagnosticaron cáncer de ovario con una embolia pulmonar que le afectó hasta en el corazón. Cuando necesitaba donantes de sangre, tenía suerte de recibir las transfusiones necesarias.
Protagonista
Ayelen García es maestra y alumna de artes del lenguaje y está estudiando una licenciatura en artes visuales. A la edad de 32 años, la vida cambió cuando le diagnosticaron cáncer de ovario y ya padecía una embolia pulmonar en el corazón. Cuando necesitaba donantes de sangre, tenía suerte de recibir las transfusiones necesarias.

No es lo mismo estar enfermo en el mundo antes del Covid-19 que durante esta pandemia.

El virus empeoró la baja tasa de donación de sangre en Argentina, lo que provocó una escasez dramática y rara vez vista.

A los 32 años, me diagnosticaron cáncer de ovario cuando ya padecía una embolia pulmonar que me afectó hasta el corazón. Cuando necesité donantes de sangre, tuve la suerte de recibir las transfusiones necesarias. A pesar de mi cáncer y sabiendo que muchos no lo iban a contraer, no me quedé quieta y comencé una campaña para crear conciencia sobre la importancia de donar sangre.

La peor noticia

En enero de 2020 empecé a sentirme mal. Me ingresaron a la guardia de un hospital donde quedé internada 20 días en terapia intensiva por una trombosis en el corazón y el pulmón.

Tenía un 10% de la arteria pulmonar para respirar. Estuve bastante grave con pronóstico reservado.

Durante mi terapia intensiva, los médicos me pincharon repetidamente y fue extremadamente doloroso.

Finalmente, me informaron que mi situación clínica reflejaba un posible aspecto cancerígeno. Me quedé helada. Mi familia tiene una historia marcada por esta enfermedad. P.or ella fallecieron mi papá y hace poco mi tía. Mi mamá Susan, que siempre me acompaña, también resistió un cáncer de mama.

Pensé que no me iba a pasar porque, de alguna manera, ya lo había experimentado. Sentí que no era justo.

Cuando me diagnosticaron, estaba con mi pareja y mi madre. Nos abrazamos. El médico me explicó que, según los resultados de los estudios, todo indicaba que era cáncer de ovario. Le pregunté todo.

Ella me respondió. Empecé a tratar de entender que a pesar que el tratamiento de quimioterapia y la cirugía, iba a ser duro lo que tenía que vivir, pero que era el camino a mi sanación.

Un amigo y médico de la familia, que falleció hace poco por el coronavirus, me vino a ver y me dijo que el cáncer es una enfermedad maestra, que aprendiera todo lo que pudiera. Eso cambió mi perspectiva.

Los consejos de mi mamá, el apoyo de mi pareja, familiares y amigos fueron muy importantes en los primeros momentos y cuando todo se complicaba para poder sobrellevar los dolores y temores.

Cáncer durante la pandemia

El personal médico me ha tratado con el más alto nivel de atención. Cuando me dijeron que tenía que afrontar una cirugía durante la pandemia, entré en pánico. Estaba muy asustada. Sin embargo, ellos me tasnmitieron paz. Me explicaron que Covid-19 llegó para quedarse y que tenemos que aprender a vivir con él. Hoy soy un paciente oncohematológico y estoy anticoagulado.

Finalmente, después de varios hisopados, tuve una cirugía altamente invasiva. Los primeros días fueron muy difíciles, el dolor fue muy fuerte y el miedo al contagio fue intenso. Afortunadamente, a pesar de algunas complicaciones, se me permitió regresar a casa.

Pasé la enfermedad con mucha incertidumbre. Estaba aterrorizada de contraer Covid-19 durante la cirugía y los tratamientos.

Tuve que viajar desde mi casa en la provincia de Buenos Aires hasta la Ciudad para continuar con mis tratamientos médicos. Los accesos a la Ciudad de Buenos Aires son un dolor de cabeza por el aislamiento social y preventivo establecido por el Gobierno Nacional Argentino. Es muy difícil obtener permisos oficiales para circular y las carreteras suelen estar cortadas o demoradas.

El miedo al contagio del Covid-19 es grande para todos. Los protocolos hospitalarios cambiaron drásticamente.

Aunque soy una paciente oncológica, nunca me dejaron desatendida. Pero nunca bajé los brazos e hice todo lo que me pidieron para mejorar. Ir al hospital, estar en contacto con otras personas, saber lo difícil que sería si me enfermaba de coronavirus me hizo tener más cuidado.

Constantemente usaba mascarillas y otras protecciones transparentes como medida preventiva. Con la quimio tuve días buenos y otros no “tan buenos”. Estos últimos se hicieron a veces muy largos por los dolores que me dejaban muy cansada.

Pero nunca bajé los brazos y siempre hice todo lo que los médicos me pidieron para tener la mejor oportunidad de mejorar.

Falta de sangre y vuelta a la vida

En una de las tantas idas a las urgencias a un hospital me dijeron que me iban a realizar una transfusión.

El problema fue que el personal de hemoterapia me contó que a raíz de la pandemia habían bajado muchísimo las donaciones voluntarias de sangre.

Tuve la suerte de que hubiera glóbulos rojos y plaquetas disponibles para mí. Cuando comenzaron la transfusión, realmente sentí que me estaban devolviendo la vida. Si no me transfundían ese día, me moría.

Pensar que tu vida depende de otra persona es muy impactante. Hoy ya llevo varias trasnfusiones, las cuales requirieron la colaboración de más de siete donantes. Gracias a ellos he podido seguir con mis tratamientos.

‘I love painting, it helps me channel what is happening to me.’

Un acto de amor

Ser consciente de esto fue muy fuerte porque me invitó a pensar, que pese a todo lo que me estaba pasando, podía hacer algo por los demás. De alguna manera, estoy en deuda con la sociedad al haber recibido sangre de donantes voluntarios.

Investigué, me moví y eso me impulsó a crear DonAcción, un movimiento independiente para fomentar la donación voluntaria y frecuente de sangre. Armé una página web y en Facebook e Instagram donde pacientes y familiares dejan los pedidos de donantes, también publicamos distintas campañas de difusión y acciones educativas.

Comencé contándole a amigos y conocidos y rápidamente se extendió en la comunidad. Podía hacer algo por los demás.

La idea es funcionar como puente y ayudar, divulgar, compartir y comprometernos más. Es ir sembrando conciencia, educar que la sangre no es un producto, que no se fabrica y que es nuestro motor vital.

Donar creo que es un acto de amor, de agradecimiento para con el otro al acercarse como donante. A veces hasta que no nos toca de cerca ni vemos la importancia de donar sangre. Como paciente oncohematológica trato de explicarlo desde esta perspectiva.

Me siento en gratitud. Hacer algo por personas que se encuentran en una situación similar me da mucha fuerza para seguir luchando. Nuestra iniciativa también ayuda a las personas que luchan contra la Covid y necesitan transfusiones de plasma.

Vivir estos tratamientos es muy duro e invasivo. A veces no puedo dedicar mucho tiempo al proyecto por mi delicada salud. Me hace sentir bien pensar que estoy intentando ayudar.

En especial a personas que la están pasando tan mal.

Ojalá en Argentina llegue el día que no haya que pedir más dadores de sangre, porque mi vida como tantas otras, depende de la conciencia y solidaridad del otro. Soy conscientes que una donación de sangre hace la diferencia.

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