Mi objetivo es sentar las bases para el deporte Paralímpico en Colombia para el 2027.
BARRANQUILLA, Colombia – Nací sin mi antebrazo ni mi mano izquierda, pero eso no me impidió convertirme en atleta.
Como competidor Paralímpico, mi gobierno se negó a patrocinarme para que pudiera participar en los Juegos Parapanamericanos en Toronto, Canadá.
A partir de ese momento decidí ayudar a los demás para que no sufrieran la discriminación que yo sufrí.
El amor de una madre no ve discapacidad
Mi mamá me cuenta que antes de nacer no quiso verme en una ecografía. Soy su hijo mayor, y Dios le mostraba en los sueños algo.
Ella veía que iba a un bosque y le caían unos gusanos en la cabeza y se los sacudía. A ella no le gustaba esos sueños y sentía que Dios la estaba preparando para algo.Ella tenía miedo, porque yo podía tener alguna enfermedad en la cara y podía interrumpir el embarazo.
Cuando nací el médico le dijo: Hay que lástima. Mi mamá lloraba de felicidad y solo buscó mi cara y vio que era muy bonita. No le importó que hubiera nacido sin mi antebrazo y la mano izquierda.
Un psicólogo del hospital le dijo que si no me quería porque me faltaba el brazo, podía dejarme. Hasta el día de hoy, cuenta la historia con asombro.
Poniendo mi discapacidad en exhibición
Una vez en casa, una horda de vecinos se acercó a nosotros. Presionaron para que la enfermera y la amiga de mi mamá me llevaran, me desnudaran y me mostraran a todos frente a mi casa.
A pesar de la reacción de la sociedad, mi madre me crió como un niño promedio. Ella no escondió mi brazo ni me privó de usar mangas cortas.
Desde pequeño, me enseñó a atarme los cordones y a utilizar herramientas.
Mi exceso de energía me llevó al fútbol, pasión que comparto con mi papá. Casi por casualidad, el deporte se convirtió en mi vida.
Estudié educación física en la universidad y me gradué.
Excluido de las oportunidades
En 2013, comencé mi carrera como deportista.
Mi entrenador, Aymer Castillo, de la Universidad del Atlántico, que conocía mi condición, me animó a perseguir mi sueño.
Participé en el primer campeonato nacional paralímpico en Medellín y logré dos medallas de plata en 100 metros y 200 metros en la clase T47.
Al año siguiente, me mantuve como número uno en ambos eventos, y en 2015 aspiraba a ir a los Juegos Parapanamericanos en Toronto, Canadá.
A pesar de tener los mejores resultados, no pude ir. No tenía respaldo del gobierno como tantos otros atletas, y tampoco tenía dinero para volar.
Supuse que se debía a mi falta de experiencia internacional.
A partir de ese momento, decidí ayudar a los demás y evitar que ellos no sufran lo mismo que yo.
Decidí estudiar las discapacidad como especialización en Alemania. Después de eso, regresé a la competencia en agosto de 2017, entrené hasta marzo de 2018 y escuché nuevamente que no había recursos.
Terminé ese año en el puesto número uno de Colombia en mi deporte. No había ninguna razón técnica para que el gobierno no me apoyara.
Esta vez, pregunté qué estaba pasando y, desde el gobierno, me dijeron que el rechazo debía un error, que tenía que esperar una nueva resolución.
Cuando finalmente salió la nueva comunicación, la respuesta era la misma. Nadie me escuchó. Mi difícil situación no le importaba a nadie, ni siquiera a los medios.
Durante 24 meses, desde 2019, sólo participé en una competencia: los Juegos Paranacionales, donde logré una medalla de bronce en los 100 metros con 11,57 segundos.
Próximos pasos para los atletas paralímpicos sin fondos ni apoyo
Me encanta ser deportista, pero no tengo apoyo. Muy pocos pueden dedicarse exclusivamente al entrenamiento y vivir sin esa ayuda económica. Hoy, yo, y otros, debemos renunciar a nuestros sueños.
Mientras menos atletas paralímpicos representen a mi país, más invisibles nos vamos a volver. Los atletas paralímpicos quieren vivir con dignidad. Queda mucho por hacer para remediar esta situación.
Me gusta resaltar el importante rol del docente de educación física y su capacitación para el cuidado y desempeño en el sector.
Estoy a cargo de la selección de talento en el atletismo convencional en Barranquilla, Colombia, y soy metodólogo de atletas paralímpicos.
Apoyamos tanto a quienes tienen la discapacidad como a sus familias, quienes a menudo no cuentan con la información adecuada.
Debemos atraer a los jóvenes mediante convocatorias y llamar a aquellos que hayan sido separados de sus proyectos.
Aunque no puedo aceptar todos los nuevos talentos, esos individuos pueden ser visibles y activos de otras formas, dándoles una mejor calidad de vida.