El taxista se apresuró a saltar del coche, pidiendo ayuda a gritos. Respiré hondo para calmarme y abrí la puerta del coche. Al salir del vehículo, noté que el suelo bajo mis pies se partía por la mitad.
CIUDAD DEL CABO, Sudáfrica – El miércoles 19 de julio de 2023, cuando salía de una sesión de fotos para dirigirme a casa, una fuerte explosión resonó en las calles. Le siguió un terrible estruendo. El taxi en el que viajaba se levantó del suelo durante una fracción de segundo y volvió a caer.
Mi cuerpo se tensó al instante cuando el brusco movimiento del taxi me sepultó en el asiento trasero. Me empezó a sonar la cabeza y anticipé algo terrible. Miré por la ventana, intentando comprender lo que acababa de ocurrir. La gente a nuestro alrededor corrió a refugiarse, temiendo algún tipo de ataque. Todavía en estado de shock, me sentía incapaz de moverme. En ese momento me pregunté si saldría vivo.
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El taxista se apresuró a saltar del coche, pidiendo ayuda a gritos. Respiré hondo para calmarme y abrí la puerta del coche. Al salir del vehículo, noté que el suelo bajo mis pies se partía por la mitad. Más adelante, vi un coche que había volcado. La gente de alrededor sacó sus teléfonos y empezó a grabar.
Sentía que el corazón me latía deprisa y me preocupaba desmayarme de la ansiedad. Rápidamente, me distancié del coche derribado que teníamos delante por si explotaba. Más tarde descubrí que el conductor fue encontrado enterrado bajo los restos.
Una vez que llegó la ayuda, mi nivel de estrés disminuyó. Me quedé un rato observando la situación y asegurándome de que nadie más había resultado herido. Las autoridades nos dijeron que una falla causó una explosión subterránea de gas. Sin embargo, algunas personas creen que hay algo más en la historia.
La gente especula con que la minería ilegal y la negligencia del gobierno en materia de seguridad pública causaron el incidente. Las carreteras se llenaron de grietas y agujeros, haciendo que los coches se deslizaran por ellas. Con un muerto y 41 heridos, el pueblo sudafricano merece una explicación.
Por desgracia, este país tiene una historia de abandono. Muchas de las carreteras e infraestructuras de Sudáfrica siguen siendo un problema de seguridad pública. Aunque muchos intentaron concienciar y sugerir soluciones, el gobierno sigue ignorando las peticiones de la población. Parece como si la seguridad de los habitantes del país apenas se les pasara por la cabeza. Lamentablemente, la corrupción y la negligencia son aún más profundas. Muchos hospitales siguen en pésimas condiciones por falta de financiación.
Hoy, las secuelas de la explosión en la calle Bree parecen haber sido arrasadas por un terremoto. Cerraron toda la zona mientras persiste el horrible olor a gas. Los edificios de los alrededores parecen estar en peligro de derrumbarse.
Me doy cuenta de lo afortunada que soy por estar viva e ilesa, pero el trauma se queda contigo. En ese momento, todos creímos que nos estaban atacando. Seguimos llevándolo con nosotros, pesándonos en el pecho mientras oímos a los funcionarios excusarse por ello en la televisión. Lo que más me inquieta es la falta de responsabilidad que hemos visto. Me pregunto: «¿Volverá a ocurrir? ¿Y será mucho peor la próxima vez?». El gobierno tiene que hacer lo necesario para mantenernos a salvo.