Para mí, el atletismo no es una experiencia emocional. No conservo mis trofeos ni medallas ni estudio historia del atletismo; no soy de los que miran carreras o leen demasiado sobre eso. Corro para mantener a mi familia, ese siempre ha sido mi objetivo.
ESQUEL, Argentina—Obtuve el tiempo récord de maratón para mi país y he ganado 45 campeonatos nacionales en diferentes disciplinas de carreras competitivas. Pero no generaron nada especial en mí, porque no obtuve nada a cambio. En España, Brasil, Estados Unidos o Japón, por ejemplo, pagan a los que baten récords nacionales; en Argentina, no conseguimos nada.
Para mí, el atletismo no es una experiencia emocional. No conservo mis trofeos ni medallas ni estudio historia del atletismo; No soy de los que miran carreras o leen demasiado sobre eso.
Corro para mantener a mi familia, ese siempre ha sido mi objetivo. Si el atletismo no me diera el dinero para cubrir los gastos de mi esposa y mis tres hijos, no lo haría competitivamente. Prefiero conseguir otro trabajo y mantener a mi familia de manera segura.
Recientemente, competir me ha permitido crecer: tengo mi propia casa que pude ampliar; compré un coche y he podido viajar por todo el mundo. Por ahora me va bien, y lo que gano me alcanza.
Sin embargo, cuando mi carrera como maratonista no fue suficiente, trabajé como albañil. Primero trabajé junto a mi abuelo Toro, quien me enseñó el oficio, luego solo.
Empecé a practicar carrera a los 12 años. Unos amigos me invitaron cuando fueron a entrenar a una pista una tarde y fui. Cuando me uní, me di cuenta de que esto se sentía bien y me empezó a gustar.
Veía el entrenamiento como un juego, como algo divertido. Me gustaba ir, correr y con suerte, ganar. Como una persona extremadamente competitiva, siempre quiero ganar, y la mayoría de las veces lo hago.
Comencé alrededor de los 16 años, durante aproximadamente una década, trabajé con mi abuelo como albañil. Entrenaba para mis maratones a las 7 a.m, luego trabajaba de 9 a.m. a 5 p.m en construcción. Luego, a las 7 de la tarde, volvía a entrenar.
Me acostumbré a ajustar los entrenamientos de acuerdo con las exigencias de mi trabajo. También me acostumbré a entrenar solo: si pasaba ocho o nueve horas vertiendo concreto, levantando sacos de cemento o arreglando una acera, no podía seguir un plan de entrenamiento convencional como muchos de mis compañeros.
Cuando obtuve una beca por parte de mi provincia, Chubut, en 2016, dejé de trabajar diariamente en la obra. Durante un tiempo, tomé algunos trabajos que sabía que me llevarían una semana en promedio, para no modificar demasiado mis entrenamientos.
Fue solo cuando obtuve la nota para clasificarme para los Juegos Olímpicos de Tokio que dejé la construcción por completo, o casi; sigo trabajando para ampliar y arreglar mi casa, pero ya no trabajo para otros.
Debido a mis hábitos particulares, gestiono mis propias sesiones de entrenamiento. Debido a que trabajo de manera tan diferente a otros atletas, no tengo un entrenador para evitar el conflicto inevitable.
A veces mis amigos me invitan a jugar al fútbol o a correr una carrera de bicicletas y acepto. Otros atletas no lo harían por el riesgo de lesionarse, pero a mí todavía no me ha pasado nada, así que voy a seguir haciéndolo. Aunque tengo el objetivo final de correr la maratón en los Juegos Olímpicos de París 2024, este año quería correr los 3.000 metros con vallas. Me dijeron que no me conviene, pero lo voy a hacer de todos modos. Quiero obtener un récord nacional en eso también.
Si me acuesto a las cuatro, cinco de la mañana, sé que al día siguiente me levanto y tengo que entrenar igual. Pero de todas maneras, me acuesto tarde.
Con la nutrición, también soy un poco desastroso en términos de comer como un atleta serio. Nunca he tenido un nutricionista, me gusta reunirme con mis amigos, comer barbacoa y tomar una o dos cervezas. Trato de comer medio saludable en temporada de competencia, y no como frito, pero eso es todo; simplemente no tiene mucha importancia para mí.
Una vez, un nutricionista me dijo que debería comer cosas como medio aguacate, medio tomate y pechuga de pollo. Pero tengo a mis tres hijos y a mi esposa también; qué van a comer Si tuviera que hacer esa comida para todos, gastaría el dinero que suelo gastar para comer durante tres días en una sola comida. Como lo que tengo y lo que puedo.
Este año me voy a dedicar al track; especialmente a las vallas. También quiero competir en una maratón en los Estados Unidos. A partir del año que viene voy a buscar la marca para clasificar a los Juegos Olímpicos de 2024.
Cuando me retire, seré entrenador. Ahora estoy a cargo de una escuelita de atletismo, donde entrena mi hija. Le va bien y gana muchas carreras. Como yo, ella no guarda sus trofeos o medallas. Se los regala a sus abuelos, tía o madrina.
Yo soy su padre cuando estamos en casa, pero cuando entrenamos ella tiene que prestar atención y seguir mis instrucciones, cumplir como todo el mundo. Me tomo la competencia en serio y espero lo mismo de los niños. Les digo que si quieren sobresalir o ganar algo, tienen que esforzarse. Si es solo una actividad recreativa para ellos, le paso su entrenamiento a otro maestro.
Nunca consideré el atletismo como un entretenimiento o un sueño. Sin embargo, desde que comencé a ganar dinero con las maratones, sí la considero una carrera como cualquier otra.