Ha pasado un año y cinco meses desde que les vi la cara. El peso de su ausencia me aplasta cada día y la tristeza que me consume se siente como un dolor constante en mi corazón. Al principio, lloraba constantemente y dejé de comer. Por la noche, en la cama, no conseguía conciliar el sueño.
VERACRUZ, México – El 31 de diciembre de 2021 sentí que el mundo se abría y me tragaba entera. Trece días antes, sonó mi teléfono. Cuando contesté, oí la voz de mi ex pareja. Dijo que quería llevar a nuestros hijos de vacaciones a Ciudad de México. Llegó a las dos de la tarde y partieron hacia la playa.
A medida que pasaban los días, mis hijos enviaban vídeos y nos comunicábamos con regularidad. Todo parecía ir bien hasta que mi ex pareja soltó una bomba. Escuché sus intenciones: no tenía intención de devolverme a mis hijos.
«¿Es una broma cruel?», me pregunté. Empezó a lanzarme acusaciones descabelladas y mi mente no podía procesar sus palabras. No dejaba de preguntar: «¿Hablas en serio?», una y otra vez. Amenazó con inventar cualquier historia necesaria para asegurarse de que los niños nunca volvieran conmigo. Ese fue el momento en que comenzó mi pesadilla.
Dejé a mi pareja en tres ocasiones antes de nuestra separación definitiva en 2017. Cada vez que intentaba marcharme, se vengaba a través de nuestros hijos, reteniéndolos y aislándolos para asegurarse de mi regreso. Después de tantos problemas, un juez me concedió la custodia completa en 2018.
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Cuando recibí esa terrible llamada el 31 de diciembre, me puse manos a la obra. En cuanto colgué el teléfono, hice planes para viajar a Ciudad de México y enfrentarme a él cara a cara. With the Christmas and New Year’s season in full swing, the earliest I could file my complaint with the courts was January 3, 2022. Durante tres largos meses, busqué incansablemente todas las vías legales que se me ocurrieron en Ciudad de México, buscando sin descanso a mis hijos.
Ha pasado un año y cinco meses desde que les vi la cara. El peso de su ausencia me aplasta cada día y la tristeza que me consume se siente como un dolor constante en mi corazón. Al principio, lloraba constantemente y dejé de comer. Por la noche, en la cama, no conseguía conciliar el sueño. Me resultaba imposible concentrarme en otra cosa que no fuera la culpa y la rabia que sentía.
Me asaltaron dudas sobre mi capacidad para resolver la situación. «¿Qué estoy haciendo mal?», me preguntaba, «¿y qué más puedo hacer?». Desde el día en que nacieron, mis hijos se convirtieron en todo mi mundo. Ahora me enfrentaba a un mundo en el que me despertaba cada día sin ellos. Sigo decidida a luchar. Durante estos diecisiete meses, también me decidí a luchar contra la injusticia del sistema en México.
Día tras día, mi pesadilla continúa. He aprendido que la justicia no funciona en México. La Fiscalía posee dos carpetas apiladas sobre investigaciones a mi ex pareja con antecedentes de secuestro ilegal y maltrato emocional. Sin embargo, me dicen: «Aquí velamos por el bienestar de los menores». Suplico sin cesar y nadie escucha.
Incluso después de presentar una demanda por secuestro ilegal, tipificado como secuestro -un delito penal grave-, las autoridades no practican ninguna detención ni emiten ninguna advertencia; y él sigue amenazándome. El miedo me consume, día tras día, mientras espero que el sistema se vuelva contra mí. [Melissa ha concedido entrevistas a medios de comunicación públicos en múltiples ocasiones y colabora con el Frente Nacional de Mujeres, que defiende y acompaña a las víctimas. A pesar del clamor público, su caso no ha llegado a ninguna parte].
Con cada nueva cita, una ansiedad extrema invade mi cuerpo. Me siento aterrorizada por el sistema, pero lo único que puedo hacer para recuperar a mis hijos es seguir enfrentándome a él. A este ritmo, podría tardar años, si acaso, en ver a mis bebés. Algunos días, cuando caigo en la cuenta, un terror inimaginable me deja absolutamente indefensa. No sé si están a salvo o si volveré a verlos. ¿Los envenenará contra mí? ¿Creen que los abandoné?
[En marzo de 2023, la Cámara de Senadores de México aprobó reformas a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y al Código Penal Federal, para considerar la violencia vicaria como delito. El Frente Nacional de Mujeres sigue ayudando a mujeres como Melissa, atrapadas por el sistema].