Me siento satisfecha y muy feliz de estar mejorando la vida de las personas con nuestra idea ganadora, aportando mi granito de arena. Fue un reto para mis compañeros y para mí, pero estamos orgullosos del resultado.
LOS ANDES, Chile—Mi nombre es Francisca y soy de Chile. Nunca imaginé que participar en un proyecto escolar cambiaría la vida de tantas personas. Participé y ayudé a inventar un filtro de agua sin darme cuenta del impacto que podría tener.
Una mañana en la escuela en el 2020, corría el rumor en los pasillos de que el Premio Los Creadores al Talento Digital se llevaría a cabo por cuarto año consecutivo. Hasta ese momento, no había aprendido sobre el tema y no tenía suficiente información sobre lo que implicaba el concurso. Además, no me agradaba pensar en palabras como premio, talento y erudito; No me gusta competir bajo ningún concepto.
De todos modos, no voy a negar que me pareció interesante a pesar de eso. Todos los días esperaba con ansias el recreo y ahí consulté con uno de mis compañeros sobre el premio. Explicó que no era una competencia diseñada con un propósito cínico, sino una en la que los concursantes podían mostrar sus talentos y conectar tecnología y capacidades.
Al escuchar esta distinción quedé fascinada y supe que quería participar. Corrí y fui a buscar amigos que pensé que serían perfectos para acompañarme en este proyecto. Una idea tras otra comenzó a parpadear dentro de mi cerebro.
Les dije a mis amigos lo emocionado que estaba por esta oportunidad y que quería hacerlo juntos. Somos jóvenes, y tenemos la imaginación y la capacidad de crear absolutamente lo que queramos, exclamé.
Ni siquiera pasaron dos segundos antes de que los tres dijeran que también estaban dentro. En ese momento, proyectamos nuestra visión. Nuestro objetivo era encontrar un problema que teníamos actualmente, no solo a nivel local sino también a nivel mundial.
Tenía tantas ideas a la vez que ninguna me quedaba clara. Necesitaba lavarme la cara y calmar mi cabeza.
Cuando fui al baño, abrí el grifo, y el agua que salía era marrón claro, casi de un color gris; Sentí asco de lavarme la cara con él. Pensé: «Si me da asco lavarme la cara con esta agua sucia y contaminada, ¿qué debe sentir una persona que no tiene más remedio que usar esta agua para sobrevivir todos los días?»
Inmediatamente supe que este era el proyecto que teníamos que presentar. Necesitábamos crear e implementar una solución para las personas que usan “aguas grises” para fines domésticos.
Juntos, decidimos que la mejor solución era un filtro. Tratando de que fuera una solución económica, trabajamos y reelaboramos nuestra idea hasta tener un filtro fácil de montar y usar gracias a las impresoras 3D, y no solo eso, también son reutilizables.
Me siento satisfecha y muy feliz de estar mejorando la vida de las personas con nuestra idea ganadora, aportando mi granito de arena. Fue un reto para mis compañeros y para mí, pero estamos orgullosos del resultado.