Pablo Hasél fue encarcelado durante dos años bajo los cargos de «enaltecimiento del terrorismo» después de llamar al rey de España un gángster en Twitter.
LLEIDA, España – Ocurrió el 17 de febrero de 2021 cuando estaba en la Universidad de Lleida, a solo 150 kilómetros (90 millas) de Barcelona, la capital cosmopolita del noreste de España.
Mientras decenas de testigos observaban, una marea de cascos y palos inundó los pasillos de la universidad. La policía había venido a arrestarme.
No me resistí, y aun así, me atacaron verbal y físicamente mientras me escoltaban hasta el patrullero. El amor y el apoyo resonaron en mis compañeros y simpatizantes.
El viaje desde la sala de estar a la planta baja fue aterrador y sorprendente al mismo tiempo. Experimenté el amor y el odio al mismo tiempo, sucediendo al unísono.
Los reporteros y las cámaras se sumaron a la confusión y, sin embargo, me sentí tranquilo. Ese entorno fortaleció aún más mi determinación.
Mi nombre es Pablo Rivadulla Duró pero mi nombre artístico es Pablo Hasél. Soy un rapero español que fue encarcelado por mis letras, por hablar en contra de la familia real de España.
Estoy en la cárcel por decir lo que pienso, mientras los miembros de la familia real de España permanecen libres, a pesar de todas las atrocidades que cometieron.
Parece irreal que en 2021 los gobernantes puedan impedirte cantar o que las ideas puedan llevarte a la cárcel.
El gobierno me acusa de «enaltecer el terrorismo e insultar a la Corona española y a las instituciones estatales».
Lucho por la libertad. Nadie puede dictar lo que podemos decir, sentir o hacer. La forma en que elijo hablar no es políticamente correcta, pero así es la libertad de expresión.
Creo que el derecho está siendo suprimido en todo el mundo y es reemplazado por opiniones políticamente correctas. Es fundamental abrir los ojos. Si pueden hacerme prisionero a mí, significa que ningún ciudadano es verdaderamente libre.
Después de mi arresto, estallaron las protestas en España, y no sólo por mi liberación. La gente está alzando la voz contra los opresores que no ven más allá de sus propias necesidades; que realizan negocios en su beneficio con dinero público; y que se manchan con el sudor de los contribuyentes.
Son las personas que pasan su vida trabajando desde el amanecer hasta el atardecer por su futuro y el de sus familias. Me enfurece ver cómo se abusa de la gente de mi país y me entristece lo que considero un abuso de poder y terrorismo de Estado.
Hoy soy el juez que repudia sus actos inmorales.
Todo esto comenzó con nuestros gobernantes, quienes establecieron políticas que trastocan las vidas de las mismas personas que los han alimentado y dado la bienvenida a la familia real durante generaciones.
No estoy orgulloso de mis acciones, pero hice lo correcto. Me levanté contra la violación y el abuso del pueblo.
Por otro lado, me enorgullece abrir los ojos a ciudadanos anestesiados, distraídos e incapaces de ver las atrocidades cometidas y que siguen ocurriendo. Seguiré luchando por despertar a mis compatriotas.
Enfrentar a los poderosos tiene consecuencias y estoy pagando injustamente por eso. No tengo miedo de lo que puedan hacerme a mí o a mi nombre. Me preocupa más que mi gente no se exprese ni se levante contra la tiranía.
Hoy, en la cárcel, encuentro un gran apoyo emocional en las cartas que llegan constantemente. Extraño a mi familia y a mis seres queridos, pero estoy en paz conmigo mismo. Incluso desde la cárcel, sigo luchando.
Sigo sin entender cómo estoy tras las rejas mientras la familia real, a lo largo de la historia, ha cometido tantas atrocidades opresivas y crímenes de lesa humanidad.
Sin embargo, a pesar de estar en la cárcel, me siento más libre que nunca.