El fuego se salió de control y se convirtió en una amenaza para mi vida. Recuerdo haber pensado que las llamas iban a destruir mi universidad y harían lo mismo con mi apartamento.
CIUDAD DEL CABO, Sudáfrica – Era un domingo por la mañana cuando me quedé atónita cuando un fuego llamó mi atención con sus colores ondeando a través de la montaña.
A medida que se intensificaba, mi asombro se convirtió en pánico.
Cuando los incendios se extendieron hacia la Universidad de Ciudad del Cabo el 18 de abril, los estudiantes y el personal huyeron del edificio histórico para escapar del infierno.
Aunque vivo fuera del campus, el peligro de los incendios se expandió por el centro de la ciudad tan rápidamente que me preparé para evacuar mi residencia.
Me desperté y me puse a preparar el desayuno.
Desde la ventana de mi cocina puedo ver la Table Mountain.
Cuando miré hacia afuera, la vi envuelta en focos de incendio. Como no había visto un incendio forestal antes, me cautivaron sus colores como un telón de fondo de la montaña.
Creía que con el viento alcanzaba para apagarlo.
Entonces la calma se convirtió en caos. La situación del incendio se había intensificado.
Los helicópteros se desviaban hacia el área y arrojaban agua. Los cuerpos de bomberos se dirigieron al lugar.
Por un momento, entre las 12 y la 1 de la tarde, el fuego parecía estar bajo control, pero rápidamente me di cuenta de que no era así. Fue como si el fuego se detuviera para reaparecer con más intensidad.
El fuego se extendió sobre el Rhodes Memorial, una estructura construida sobre el campus de la Universidad, y luego hacia la parte superior.
El fuego se salió de control y se convirtió en una amenaza para mi vida. Recuerdo haber pensado que las llamas iban a destruir mi universidad y harían lo mismo con mi apartamento.
Al mismo tiempo, mi amigo que vive en la residencia de la universidad corrió a mi apartamento en busca de refugio. Fue evacuado de su residencia y estaba angustiado.
Los bomberos contuvieron los incendios antes de que pudieran llegar a mi hogar.
Allí refugié a mi amigo. Empecé a racional la comida para que nos alcance a los dos.
Me estresé pensando en cómo podríamos sobrevivir con un suministro limitado de alimentos, artículos de tocador y ropa. Podían pasar días o semanas antes de que él regrese a su residencia.
Me comuniqué con organizaciones que vinieron a ayudar a los estudiantes desamparados.
Los días posteriores al incendio fueron mi mayo desafío, pero estaba agradecida de que no se registraran heridos.