La falta de comida y de agua deshumaniza a tal punto que uno se siente inútil. Las puntadas del hambre son desesperanzadoras.
TURKANA, Kenia – Mientras crecía, fui testigo de cómo las familias luchaban por conseguir alimentos cada vez que una sequía o una hambruna golpeaban a nuestra comunidad desfavorecida.
Los niños que viven en zonas áridas o semiáridas de Kenia corren el riesgo de padecer hambre y, posiblemente, una grave inseguridad alimentaria.
Vengo de Turkana, una de las comunidades pastorales de Kenia, y represento con todo orgulloso. Debo respeto a todos los pastores de Kenia que han sido descuidados y marginados durante mucho tiempo.
Mis padres han hecho todo lo posible para combatir la inseguridad alimentaria aguda año tras año.
Los climas árido y semiárido, en la mayoría de los casos, no nos favorecen. Durante la sequía y la hambruna, sufrimos mucho. El acceso al agua, a los alimentos y a otras necesidades básicas son constantes desafíos.
La falta de comida y de agua deshumaniza a tal punto que uno se siente inútil. Las puntadas del hambre son esperanzadoras.
La comida es una necesidad básica y la falta de ella puede acabar con la vida.
Cuando tenía 10 años, me preguntaba si alguna vez se terminaría la hambruna en mi comunidad.
A esa edad, no entendía por qué éramos los únicos a los que les faltaba comida. Sin embargo, la desesperación que vi en mi entorno me impactó de sobremanera.
La gente estaba perdiendo peso y los niños, desnutridos. Ellos carecían de energía pero querían seguir viviendo.
Los adultos podían aguantar el hambre durante más tiempo, pero para los niños era difícil. Lamentablemente, los padres no tenían recursos para resolver este problema. La única esperanza era que el gobierno interviniera y salvara a las personas de la sed y el hambre.
Sin embargo, a medida que pasaban los años, comprendí que la hambruna era permanente. El ganado, la principal fuente de sustento en la región, también estaba perdiendo energía y moriría debido a la falta de pastos y agua.
Mi comunidad y sus animales siempre fueron vulnerables a calamidades como el hambre.
Durante las hambrunas, nuestra lucha era por sobrevivir. Buscamos algo que nos sostenga mientras tratamos de descubrir cómo conseguir comida y agua para nosotros y nuestros animales domésticos.
Mi pueblo ha sufrido pérdidas debido a las sequías, agravadas por el cambio climático. Crían ganado, que les proporciona leche y carne. También pueden venderlo y eso genera ingresos para los nómadas.
En el peor de los casos, los animales mueren, lo que expone a los nómadas a la falta de alimentación. Cuando mueran los animales, no habrá leche ni carne para que mi comunidad controle el hambre.
En las zonas áridas del país, las lluvias son insuficientes y agravan el problema de la falta de alimentos.
Cuando la sequía se extiende más de lo habitual, se pueden ver cadáveres de cabras, vacas, camellos, burros y perros por todas partes.
Son imágenes terrorificas, pero estoy acostumbrado a verlas. Me perturban, pero intentamos, en la medida de lo posible, tener esperanza en medio de una hambruna devastadora.
Lamentablemente, los cadáveres de estos animales a menudo se convierten en alimento humano. Como no hay nada más para comer, los niños y los adultos agarran los cadáveres ya que sus vidas dependen de ellos.
Enfrentamos una cruel hambruna en 2019, el peor año desde que soy adulto.
Las víctimas estaban demacradas y podía contar sus costillas. Era inimaginable ver a personas desnutridas hasta ese punto.
Los condados áridos y semiáridos como Wajir, Tana River, Marsabit, Garissa, Mandera e Isiolo son los más afectados por la hambruna en Kenia. Es poco probable que uno de sus habitantes pueda escapar de esta situación.
En febrero de 2021, el Grupo Directivo de Seguridad Alimentaria de Kenia (KFSSG) anunció que alrededor de 1,4 millones de kenianos en regiones áridas y semiáridas corren no podrán cumplir con sus necesidades alimentarias de este año. Este número representa el 10% de la población de Kenia en los condados de ASAL.
Espero que alguien pueda contener la crisis antes de que la situación empeore.
Me considero afortunado porque estamos atravesando las condiciones más duras en las áreas de ASAL.
Mi gente ha comenzado a darse cuenta de la necesidad de llevar a sus hijos a la escuela. Están considerando la educación como un medio para salir de este eterno problema.
Me alivia ver que los niños de las comunidades pastorales marginadas de Kenia siguen sus estudios. He visto niños decididos a cambiar la situación a través de la educación.
Durante mis días de escuela primaria y secundaria, creí que la situación de mis compañeros cambiaría. Yo no era el niño más desfavorecido, pero ver a mis compañeros quedarse en clase con seguridad, a veces sin comida adecuada, era un signo de esperanza.
Los niños de mi comunidad siguen sus estudios a pesar del hambre mordaz.
El acceso a la educación nos ha permitido reestructurar nuestras vidas y encontrar una forma de superar la hambruna.
Los padres se están iluminando y llevan a sus hijos a la escuela para que ellos los ayuden a salir del hambre y de las duras condiciones económicas.
Estoy concentrado en mis estudios y estoy decidido a tener éxito. La educación es la única herramienta que tengo para mejorar mi vida y luchar por mi comunidad.
Mi educación me está iluminando y me he dado cuenta de que el problema de la falta de alimentos no es permanente.
Cuando vine a la capital, Nairobi, para mi educación superior, me di cuenta de que es posible cambiar mi situación y la de mi comunidad.
Al finalizar mis estudios, tengo la esperanza de conseguir un trabajo que me ayude a satisfacer mis necesidades básicas sin problemas.
Una vez que me gradúe y consiga un empleo, comprometeré mis ingresos para luchar contra el hambre a nivel familiar. Esta promesa implica que si muchos niños de comunidades o familias desfavorecidas acceden a la educación, estarían en una excelente posición para luchar contra la pobreza.
Sin embargo, la matrícula escolar es llamativamente baja en las tierras áridas y semiáridas. Una tendencia preocupante ha llamado la atención de los funcionarios de educación y, afortunadamente, se están moviendo con rapidez para exigir que los padres lleven a sus hijos a la escuela.
Algunos padres mantienen a sus hijos en casa para cuidar el ganado.
Los administradores de las regiones de ASAL instan a los padres a llevar a sus hijos a la escuela; no hacerlo daría lugar a un arresto. Este movimiento finalmente ayudará a las comunidades de ASAL a resolver la falta de alimentos recurrente.
El hambre y la desnutrición han afectado a las comunidades nómadas durante muchos años. Sin comida en la escuela, ningún niño puede ver la necesidad de buscar educación.
La matrícula escolar ha sido insuficiente en tierras áridas y semiáridas debido al hambre. Los niños sentían que no era necesario estar en la escuela si no había comida.
Sin embargo, la situación había cambiado lentamente desde la década de 1980, cuando la junta introdujo programas de alimentación escolar en las comunidades nómadas para estimular la matriculación.
Me he beneficiado significativamente del programa de alimentación escolar del gobierno. El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) y el Ministerio de Educación han trabajado en colaboración para alimentar a los niños que van a la escuela desde la década de 1980.
Sin embargo, en 2018, el gobierno de Kenia se hizo cargo de las comidas escolares del PMA.
Este programa convenció a muchos niños de ir a la escuela. Como personas nómadas, no estaban interesados en la educación en absoluto. Cuando la comida estuvo disponible en las escuelas, se convirtió en un refugio para muchos que antes podían pasar hambre durante numerosos días.
Debo admitir que la mayoría de mis compañeros de escuela venían sólo en buscar de comida. Las comidas escolares eran un anzuelo, y si el gobierno se atreve a eliminar este programa de alimentación, muchos niños abandonarán la escuela.
Aprecio este programa porque ha ayudado a muchos de mis compañeros a alcanzar niveles de educación superior. A veces podían recoger comida de la escuela y llevársela a casa para sus familiares.
Este esfuerzo ha hecho que algunos padres y tutores prefieran la educación a la cría de ganado tradicional con bajos rendimientos.
Además de llevar a los niños a la escuela, estamos cambiando gradualmente la atención a la agricultura. Las pocas precipitaciones que caen se destinan a la agricultura.
Mi gente está trabajando con cultivos resistentes a la sequía como el sorgo. Con una cosecha significativa cada temporada, se pueden asegurar su propio sustento.
Aunque las oportunidades son limitadas en nuestra región, podemos convertirnos en ingenieros, maestros, médicos, periodistas y empresarios exitosos. Estas opciones son posibles si priorizan la educación sobre la cría de ganado.
Las áreas de ASAL no son agrícolamente productivas como otras áreas fértiles en Kenia, pero pueden crear oportunidades si el gobierno canaliza los recursos.
El gobierno del condado de Turkana y otros condados de ASAL reciben asignaciones de ingresos considerablemente altas para abordar problemas como la falta de alimento. Si utilizan adecuadamente estos recursos, habrá un futuro brillante para las comunidades afectadas por el hambre.
Seré un agente de cambio en mi comunidad.
Mi enfoque será alentar a los jóvenes a seguir su educación y buscar oportunidades fuera de las regiones de ASAL.