Ya con las pruebas teóricas y prácticas y sabiendo el vehículo tiene una autonomía de viaje considerable, me propuse (junto con mi esposa), realizar un viaje a lo largo del País, uniendo La Quiaca con Río Gallegos (casi 4800 kilómetros).
ANISACATA,CORDOBA, Argentina- Después de retirarme del trabajo allá por el 2008, en un momento de reflexión me cuestioné algo obvio, que los vehículos en su mayoría funcionan gracias al uso del petróleo y sus derivados, y que éste es un recurso limitado. Entonces cuando empiece a terminarse este recurso, ¿qué pasaría con las máquinas agricolas?, la alimentación mundial depende de las siembras y cosechas y éste es el punto más importante para reemplazar este combustible. Preguntándome que combustibles alternativos podría usar y en cuál realizar un trabajo investigativo y práctico que contribuyese a solucionar en parte esta problemática y luego de una investigación surgió la idea.
En uno de esos momentos mágicos, vino la inspiración. Ahí estaban en mi cabeza esos gasógenos que usaban en la Primera y Segunda Guerra Mundial. Pero éstos eran muy pesados y complicados.
Mi esfuerzo inicial fue simplificar el mecanismo y hacerlo funcionar a gas, pero en base de desechos, es decir, “GASURA” como le llamo yo. Ya tenía una meta a cumplir y con ello un tremendo desafío personal.
Ya con esa idea en la cabeza, me surgió otra, poder recorrer el país con un vehículo totalmente ecológico, sin utilizar petróleo.
Como es un sistema impulsado por GAS, éste lo produzco a partir de desperdicios como cáscaras de nuez, restos de viña, carozos de frutas o carbonilla. Ésto lo relato en un par de líneas, pero fueron al rededor de 10 años de pruebas y miles de errores. Encendía el auto y se apagaba… o funcionaba una cuadra y quedaba en el camino. Otras veces no levantaba velocidad, era horrible.
Si bien sabía (en teoría) que el sistema tenía que dar resultado, en la práctica no me salía y cada vez que no me funcionaba sentía una angustia tremenda. tanto esfuerzo, tanta investigación, tantos cálculos y nada. Estaba al borde de la depresión y muchas veces pensé en abandonar el proyecto, pero tenía claro que una de las claves del éxito era encontrar la mezcla estequiométrica, que es la exacta proporción de basura y aire, para que el motor pueda funcionar.
En un momento di por terminado el proyecto, renuncié. Estaba viendo cómo vender el vehículo, no me quería ni levantar de la depresión. De repente, sentí una voz, pensé que era algo dentro de mí mismo o quizás un ángel, tal vez Dios. Me empujaba de la cama, fue increíble. Entonces, lo prendí por última vez y aunque no lo podía creer, encendió.
Por eso en los costados de mi vehículo, en agradecimiento, reza la frase “Para gloria de Dios”. Lo cierto es que cuando el automóvil no arrancaba de verdad me angustié e hice la promesa de escribir esa frase si finalmente la podía hacer andar.
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Ya con las pruebas teóricas y prácticas y sabiendo el vehículo tiene una autonomía de viaje considerable, me propuse (junto con mi esposa), realizar un viaje a lo largo del País, uniendo La Quiaca con Río Gallegos (casi 4800 kilómetros). Además de calcular las medidas de los contenedores de basura, igual de importante fue saber cómo proveerme de desechos aptos. Teníamos muchas ciudades por recorrer!
Me fui informando de los tipos de desechos que comúnmente generaban y así fue que hasta me guardaban lo necesario cuando sabían qué pasaría por sus ciudades. No contaminé, de hecho aporté un 20% de oxígeno al ambiente. El viaje fue una de las experiencias más hermosas que he vivido.