Estos incendios se alimentaron de condiciones meteorológicas extremas y fuertes vientos, y también mostraron signos de intencionalidad orquestada. El incendio se inició con cuatro focos simultáneos en el sector de Las Tablas y la Reserva Lago Peñuelas.
VALPARAÍSO, Chile – «Nos quemó el Cartel del Fuego», fue el sentimiento que resonó recientemente en todo Valparaíso, Chile. La comunidad ha señalado mayoritariamente como responsables de los incendios forestales al Ministerio de Obras Públicas (MOP) y al Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU). Los medios de comunicación informaron de que Rodrigo Mundaca, gobernador de la región de Valparaíso, cree que algunos de los incendios son intencionados. El Presidente Gabriel Boric expresó una teoría similar.
Estas implicaciones reivindican un vínculo entre los incendios y los futuros planes de desarrollo de la zona, en particular la Ruta Periférica de Valparaíso. Los lugareños sospechan que los desastrosos sucesos que padecieron, en los que murieron 131 personas y desaparecieron 300, despejaron el camino para el desarrollo.
A principios de febrero de 2024, catastróficos incendios forestales asolaron Viña del Mar y Quilpué. Estos incendios se alimentaron de condiciones meteorológicas extremas y fuertes vientos, mostrando signos de intencionalidad orquestada. El incendio se inició con cuatro focos simultáneos en el sector de Las Tablas y la Reserva Lago Peñuelas. La tragedia se convirtió en el incendio forestal más mortífero de la historia de Chile.
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Los incendios arrasaron importantes zonas de Viña del Mar, consumiendo casi todos sus renombrados jardines botánicos. A menudo llamada la «ciudad jardín» de Chile, Viña del Mar se convirtió en un escenario de humo, cenizas y desesperación. La destrucción afectó a miles de hogares y provocó importantes pérdidas de vidas humanas, con muchas personas aún en paradero desconocido.
Esta catástrofe no sólo puso de manifiesto las vulnerabilidades de la gestión urbana y forestal, sino que también reveló profundos problemas en los sectores de la vivienda de estas ciudades. Muchas viviendas construidas con materiales inflamables permanecen en zonas abarrotadas y de alto riesgo. En consecuencia, la tragedia provocó un llamamiento generalizado para mejorar la preparación y la planificación urbana con el fin de reducir el riesgo de incendios en el futuro.
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Los incendios calcinaron más de 8.500 hectáreas y destruyeron unas 6.000 viviendas, lo que subraya la magnitud y el impacto de la catástrofe. Las altas temperaturas, la sequía, el fenómeno de El Niño y una ola de calor estival que afectó a Sudamérica agravaron la situación. Temperaturas récord.
Entrevista original en vídeo realizada y grabada por Jorge Robledo Zúñiga.