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El rapero hondureño Rude Boy emigra a Texas y firma un contrato discográfico

En una de las rondas, canté «La voz del pueblo», una canción que escribí para hablar de lo que estábamos viviendo mis compatriotas y yo. Quería que el mundo supiera lo que pasamos y sufrimos en el país.

  • 2 años ago
  • agosto 1, 2022
6 min read
Omar Fuentes Omar Fuentes "Rude Boy" won the contest, Tengo Talento Mucho Talento |
Omar Fuentes "Rude Boy"
PROTAGONISTA
Omar Fuentes, que se hace llamar «Rude Boy», es un hondureño que vive en Estados Unidos. Salió de Honduras junto con su esposa en una caravana de migrantes en 2018. Al llegar a Estados Unidos, concursó en el programa Tengo Talento Mucho Talento , en la que consiguió el primer puesto.

Firmó un contrato con Ventura Records y el 29 de julio de 2022 lanzó su nueva canción “La Vida en la USA.”
CONTEXTO
Las caravanas de migrantes centroamericanos que se dirigen a Estados Unidos o simplemente caravanas de migrantes son una serie de éxodos que comenzaron en octubre de 2018, con el objetivo principal de ingresar al país en busca de mejores condiciones de vida. El primero de ellos fue iniciado por alrededor de mil Hondureños el 13 de octubre de 2018, que salieron de San Pedro Sula, Honduras, algunos con el objetivo de llegar a México para pedir asilo, otros empujados por la pobreza y la violencia en su país de origen.
Le siguió una segunda caravana de casi mil hondureños, que partió de Esquipulas, Guatemala, el 21 de octubre y otras tres caravanas formadas por salvadoreños, que partieron de El Salvador en los días siguientes. Desde entonces, este tipo de migración se ha hecho frecuente en la región centroamericana.
La primera caravana fue criticada, desde su inicio, por el gobierno de Estados Unidos, especialmente por el presidente Donald Trump, mientras que el gobierno mexicano pidió a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para que les ayude a atender a los migrantes.

TEXAS, Estados Unidos – Cuando vivía en El Progreso, Yoro, en Honduras, nunca me imaginé en otro país. Siempre soñé con representar a mi país en concursos, pero nunca pensé en emigrar. La decisión de huir de mi tierra de la noche a la mañana llegó rápidamente.

Me fui con mi esposa, Keylin, que estaba embarazada en ese momento. Tomamos el camino hacia Estados Unidos junto con otras miles de personas que llegaron en la caravana de migrantes. No tenía dinero. No conocía la ruta. Sólo esperábamos llegar a la familia de Keylin.

En el camino, me sentí desesperado, sin saber qué hacer, pero no tuve otra opción que mantener la calma. No podía hacer nada más que confiar en Dios. Es lo que he hecho toda mi vida. Inesperadamente, una persona nos ayudó cuando estábamos en México y nos llevó a Estados Unidos.

Detenido en prisión durante meses, lejos de mi mujer y mi hijo recién nacido

Cuando llegué a Estados Unidos, no sabía qué hacer ni cómo actuar. No corrí ni me opuse a las autoridades; simplemente dejé que nos detuvieran. Nos llevaron a un centro de detención de inmigrantes. Intenté fingir que no conocía a mi mujer. No me importaba no poder quedarme, quería que ella estuviera con su familia. De repente, se la llevaron para examinarla y pensé que no volvería a verla. 

En ese momento, no podía concentrarme en nada. Veía a la gente mover los labios, oía mucho ruido y palabras en otros idiomas. Sentía que no estaba allí y que no podía oír nada. Sentí como si mi espíritu abandonara mi cuerpo, y pude verme en medio de toda la multitud. Estuve detenido durante siete meses. No pude ver a mi hijo, que vino al mundo cinco días después de nuestra llegada al país. Lo que más me perturbaba era no saber si Keylin había conseguido llegar a su familia. No sabía nada de su paradero.

Durante mi tiempo de detención, vi salir a muchos compañeros. Los policías los llamaban por su nombre, y cuando se levantaban, todos aplaudíamos, celebrando que por fin se fueran. Me sentí feliz por ellos y quise salir así. Cuando por fin me fui, la modalidad cambió. Los policías llegaron una mañana mientras dormíamos. Me despertaron y me hicieron salir. Nunca pude despedirme de los amigos que hice allí. Me pareció agridulce, una mezcla de felicidad y tristeza.

Ser el único hondureño que actúa en el concurso Tengo Talento Mucho Talento

Al reunirme con mi mujer y mi hijo, me sentí completo. Mi deseo de salir adelante en la vida creció. Me sentí preparado para seguir mi sueño de dedicarme a la música, algo que me servía de hobby en Honduras mientras trabajaba como mecánico de motos para sobrevivir.

Omar Fuentes con su mujer y sus dos hijos | Foto cortesía de Facebook – Omar Fuentes (Rude boy)

A pesar de que mucha gente me desanimaba, diciendo que no conseguiría nada en este país, me atreví a soñar. Un día un seguidor de las redes sociales me habló de un casting para el programa Tengo Talento, Mucho Talento (el programa de concursos de talentos más antiguo de la televisión en español de Estados Unidos). Decidí ir a la audición.

Me sentía confiado y seguro de mí mismo sabiendo que a los jueces les gustaría mi canción. Los aspirantes procedían de varios países latinos, pero yo era el único hondureño. Me sentí extraño. Finalmente, me llamaron y me dijeron que me habían seleccionado para el programa. No puedo describir la emoción que sentí. Me pareció una gran oportunidad para que la gente me conociera. Nunca imaginé que ganaría.

La primera ronda resultó ser todo un reto. Tuve que viajar 24 horas en autobús con mi mujer y mi hijo, para ir de Texas a Los Ángeles. Por aquel entonces, no sabía que, a pesar de mi condición de inmigrante, podía tomar un vuelo. Llevaba poco tiempo trabajando. Esto significaba que tenía que gastar todo mi sueldo para llegar allí. Así que pedí a la producción del concurso que me pagara la estancia y el ticket de vuelta, y aceptaron.

Utilizar mi música para hablar de nuestro sufrimiento

Estar en el escenario de Estados Unidos era un sueño hecho realidad. Me sentí en éxtasis. Utilizando toda la energía y el entusiasmo que sentía, con el micrófono en la mano, canté con toda mi alma. Cuando terminé, el jurado y el público se pusieron de pie y aplaudieron. Me convertí en el centro de atención.

En cada actuación, di lo mejor de mí. Aunque perdiera, al menos tenía la satisfacción de haberlo hecho bien. En una de las rondas, canté «La voz del pueblo», una canción que escribí para hablar de lo que vivimos mis compatriotas y yo. Quería que el mundo supiera lo que habíamos pasado y sufrido en el país.

Para mi fortuna, cada episodio era un éxito. El público me apoyaba cada vez más, y eso se convirtió en mi mayor recompensa. Para mi última actuación, creé una nueva canción que preparé en un día y ¡conseguí ganar el concurso!

Soy un hondureño con muchos sueños. Aunque no estoy donde quiero estar, tampoco estoy donde empecé. Ganar el premio me ha abierto las puertas para alcanzar la meta de llevar mi música a miles de personas, y estoy satisfecho.

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