Dondequiera que buscábamos, no los encontrábamos. Las horas se alargaron y mi ansiedad y miedo crecieron, seguía deseando una y otra vez que aparecieran o que pudiéramos comunicarnos con ellos por teléfono. No los buscamos en una morgue, ya que yo no podía imaginar o pensar en su muerte.
EMBU. KENIA—Lloro la pérdida de mis hijos todos los días, los enterramos hace meses, pero siguen vivos en mí, espero el juicio de sus asesinatos con desesperación en mi corazón.
Mis hijos fallecieron el 1 de agosto de 2021. Fue el mismo día que abrieron su propio negocio, era algo por lo que habían trabajado y anhelado.
Benson era estudiante en el Instituto de Capacitación Técnica Don Bosco y Emmanuel estudiaba derecho en la Universidad de Kabarak. Ambos estaban de vacaciones ya que el COVID-19 había afectado el calendario escolar.
No les gustaba quedarse en casa sin hacer nada, incluso cuando estaban en casa, Emmanuel y Benson siempre encontraban algo que los mantuviera ocupados. Se les ocurrió la idea de comenzar a vender carne de cerdo en la ciudad de Kianjokoma antes de que reabrieran las escuelas.
El 1 de agosto, llenos de entusiasmo, emprendieron su primer día vendiendo carne de cerdo en Kianjokoma. Alrededor de las 4 p. m., llamé a Emmanuel para ver cómo iba el negocio, me dijo que las ventas habían subido y que estaban ganando mucho dinero. Al pasar las horas, los llamé nuevamente y me dijeron que ya estaban por cerrar el día, yo no tenía motivo por el cual entrar en pánico. Mis dos hijos eran disciplinados y educados, si llegaban tarde, siempre había una muy buena razón detrás de eso.
Sin embargo, este no fue un domingo cualquiera, dieron las 10 de la noche y todavía no habían llegado a casa. Esto era inusual y mi instinto me dijo que algo no estaba bien, me consolé, racionalizando que podrían haber visitado a amigos en las cercanías después de un día ajetreado; Emmanuel y Benson eran extrovertidos, animados y siempre tenían tiempo para sus amigos.
Sin embargo, los chicos no contestaban sus teléfonos, y eso era motivo suficiente para despertar mi preocupación.
Su padre y yo llamamos y llamamos hasta que los teléfonos se cortaron casi a medianoche, no nos quedó más remedio que esperar a que amaneciera e intentar encontrarlos entonces. No pude dormí durante toda la noche preguntándome qué podría haber pasado.
Al día siguiente fuimos a buscarlos en varias comisarías de Embu, incluso fuimos a la comisaría de Manyatta— resulta que los policías de esta comisaría estuvieron involucrados en las muertes de Emmanuel y Benson, por lo que no nos informaron nada.
Dondequiera que buscábamos, no los encontrábamos. Las horas se alargaron y mi ansiedad y miedo crecieron, seguía deseando una y otra vez que aparecieran o que pudiéramos comunicarnos con ellos por teléfono. No los buscamos en una morgue, ya que yo no podía imaginar o pensar en su muerte.
El día siguiente, 3 de agosto, escoltados por nuestros amigos cercanos, mi esposo y yo llenamos un reporte de personas desaparecidas en la estación de policía de Manyatta, ya que otra estación nos había referido allí.
Después de que presentamos la denuncia, el jefe de la estación pidió vernos. Finalmente, nos informaron que Benson y Emmanuel habían muerto después de saltar de un vehículo policial en movimiento, sus cuerpos yacían en la morgue del Hospital Embu Nivel V.
Me sentí completamente vacía en cuanto escuché la noticia, lloré y lloré, hasta que finalmente perdí el conocimiento. No puedo creer que nunca volveré a ver a mis hijos.
Hace poco visité la universidad para recoger la ropa de Emmanuel y la arreglé cuidadosamente en su guardarropa en casa. El había criado pollos, a los que todavía alimento todas las mañanas, hago sus camas todos los días para seguir sintiéndome conectada con ellos.
Siempre siento la conexión cuando veo las cosas que amaban, es inconcebible que ellos se hayan ido para siempre.
Desde su muerte, me he distanciado de otras personas. Ya no asisto a las reuniones locales de mujeres y me siento mal cuando estoy en público. Esta casa estaba llena de vida, pero ahora todo se siente vacío.
Los abogados han ofrecido sus servicios para buscar justicia, espero verlo algún día. Sólo rezo para que ninguna otra madre sufra el dolor que yo tengo.