Mi nombre es Catalina Guimarey, pero me dicen “Cata”. Hacer ejercicio está en mi sangre y me ayudó a convertirme en quien soy hoy.
PILAR, BUENOS AIRES, Argentina— Cuando era niña, mi familia nos animaba a mí ya mis hermanos a practicar deportes, no como un pasatiempo, sino como un estilo de vida. En la escuela jugaba tenis, al hockey y nadaba.
A los 17 años, me inscribí en la Universidad de Buenos Aires para obtener una licenciatura en administración de empresas y dejé de hacer deportes. Para mí, esa etapa de mi vida había terminado.
Cuidarme dejó de ser una prioridad. Salía hasta altas horas de la noche, bebía alcohol y fumaba. Ese estilo de vida me llevó a la depresión. Pasaba los días en el sofá o en la cama sin hacer nada. La vida no tenía sentido y comía sin parar.
Probé todo tipo de dietas pero nunca logré resultados a largo plazo.
No tenía ningún propósito en mi vida y mi antigua yo era como un pasado fantasmal que no podía reconocer. No me gustaba la imagen que me devolvía el espejo.
Luego, gracias a un amigo, acepté un trabajo como recepcionista en un gimnasio y mi vida cambió por completo.
Descubrí el mundo del Crossfit.
Aparecieron nuevas oportunidades frente a mí, fue como un milagro. Empecé a practicar Crossfit con regularidad y, aunque parezca solitario, la motivación viene de la persona que compite a tu lado.
Esa sensación de trabajo en equipo me remontó a mis raíces.
Nuevamente, estaba motivada. Rápidamente, supe que este era mi camino de regreso. Al principio, los ejercicios fueron un desafío para mí. Fue difícil encontrar el ritmo de los entrenamientos y recuperar la disciplina que solía tener.
Pensé que no lo lograría y estaba aterrorizada de fracasar. Las personas a menudo no se dan cuenta de lo difícil que es entrenar cuando se tiene sobrepeso.
Poco a poco fui alcanzando las metas que me propuse. Noté los cambios, no sólo en mi cuerpo sino en mi autoestima. Fue una transformación de 360 grados.
Después de eso, comencé a competir en Crossfit de alto rendimiento. Competí durante cinco años mientras enseñaba y me di cuenta de que me gustaba compartir mi experiencia. Decidí convertirme en entrenadora personal.
Sin salir de la modalidad, adapté los ejercicios y los mezclé con el fitness, disciplina que estiliza aún más el cuerpo. Compartí mi formación a través de mi cuenta de Instagram @cataguimarey.
Mi punto de partida siempre ha sido crear conciencia sobre la importancia de un estilo de vida saludable, no sólo del ejercicio o la dieta. Los hábitos son la clave y le brindan bienestar general de cuerpo, mente y alma.
Nació mi programa, BeFit by Cata, y junto con colaboradores en todas las áreas, mi nuevo sueño se hizo realidad. BeFit consta de cinco días de entrenamiento y dos días de descanso con pautas a seguir en función de lo que funciona: alimentación, ejercicio, descanso y meditación.
Soy la prueba viviente de que es eficaz.
La cuarentena nos obligó a cambiar nuestros hábitos, pero en mi caso, la aproveché como una oportunidad para llegar a más personas.
Creé la cuenta de Instagram @befitbycata en octubre de 2019 y alcancé una gran cantidad de seguidores rápidamente. Hoy tengo más de 100.000 seguidores. En este perfil, subo información sobre el programa y hago vivos dos veces por semana dedicados a los entrenamientos.
Los mejores resultados se logran como equipo, por lo que el plan BeFit incluye nutricionistas, meditación, entrenadores, recetas y una tienda de productos a través del sitio web.
Nunca pensé que llegaría tan lejos y quiero seguir creciendo.
Llego a personas de todo el mundo y sus mensajes reconfortan mi alma. Es muy gratificante ver el crecimiento de cada uno de mis alumnos.
El mensaje que quiero dejarle a la gente es que el exterior es un fiel reflejo de lo que somos por dentro. Es fundamental ser buenos con nosotros mismos para que la bondad se exteriorice.
Establezca metas que desafíen sus límites y consúltelas, para que pueda encontrar la mejor versión de sí mismo.