Estaba nerviosa por enviar mi trabajo y ansiosa por conocer el veredicto. Cuando asistí a la ceremonia de entrega del Premio Tezuka de la revista Shōnen Jump, reconocí a mangakas famosos [the Japanese word for cartoonist] como los creadores de Dragon Ball, Once Piece y Slam Dunk.
SANTIAGO, Chile – Cuando anunciaron mi nombre como el ganador del primer lugar del Premio Tezuka de la revista Shōnen Jump, me quedé incrédulo. [Tradicionalmente sólo se otorgaba en Japón, pero en 2020, en su centenario, el concurso se amplió internacionalmente para reconocer a los mejores artistas emergentes del manga de todo el mundo].
Una vez pasado el shock inicial, durante días floté en una nube y me esforcé por creerlo. Mi madre me abrazó y me dijo lo orgullosa que estaba. Una vez que se hicieron públicos los resultados, los mensajes llegaron a mares; la sensación fue abrumadora. De niño dibujaba cómics todo el tiempo y durante años soñé con este momento exacto. Lo que empezó como un hobby se convirtió poco a poco en una carrera. Nunca esperé llegar a este punto.
Lee más artículos sobre Arte y Cultura en Orato World Media.
Dibujando cómics de niño, una historia que escribí llamada Yona me impactó profundamente. Me sentía personalmente unido a los personajes, como si cada uno representara una parte de mí que sólo podía revelar a través de la narración. Viví mucho tiempo con estos personajes, pero nunca enseñé el cómic a nadie. Parecía demasiado personal. Sin embargo, encendió una poderosa necesidad de conectar conmigo mismo y con el mundo a través del arte.
Cuanto mayor me hacía, más disfrutaba creando mis propios mundos y personajes. A menudo me perdía en ellos. Cuando descubrí el anime, me enganché. Pasaba la mayor parte de mi tiempo libre dibujando manga para perfeccionar mi estilo. En cuanto empecé a crear historias completas y a compartirlas, sentí una oleada de emoción. Los últimos trazos de mi bolígrafo sobre el papel se sintieron eléctricos, pronto sustituidos por la urgencia de compartirlos.
Cuantas más historias terminaba, más ganas tenía de empezar otra. Sentí que me invadía una oleada de creatividad y quería asegurarme de que todo salía de mi cabeza y se plasmaba en la página. Pasé incontables noches en mi escritorio creando mundos, sintiendo lo que sentía cada personaje. Cuando no trabajaba, veía todas las series de animación que encontraba para inspirarme. A medida que más y más gente se interesaba por mi trabajo, acabé por mantenerme económicamente haciendo lo que me gusta.
Una de mis mayores influencias es ONE, el autor de One Punch Man. Su estilo de dibujo me fascinaba, pero realmente me encantaba la riqueza y complejidad de sus historias y personajes. Su trabajo me inspiró para salir de mi zona de confort. Empecé a presentar mis obras a concursos a los 22 años, con la esperanza de conectar con un público más amplio.
Estaba nerviosa por enviar mi trabajo y ansiosa por conocer el veredicto. Cuando asistí a la ceremonia de entrega del Premio Tezuka de la revista Shōnen Jump, reconocí a mangakas famosos [the Japanese word for cartoonist] como los creadores de Dragon Ball, Once Piece y Slam Dunk.
Me sentí como un niño en un cuento de caramelos, de pie en el mismo edificio que estos increíbles artistas de éxito. Sabía que el Premio Tezuka era muy prestigioso y que los ganadores ganan muchas oportunidades. La emoción me invadía y, cuanto más nos acercábamos al anuncio de los ganadores, sentía que el corazón se me salía del pecho. Parecía irreal cuando gané.
Abordo mi trabajo con una sensación de libertad, nunca me empujo a hacer nada a menos que me sienta verdaderamente obligada. El proceso debe ser natural y emocionante; en el momento en que se convierte en una tarea, sé que no será tan bueno. Me siento muy agradecido por hacer algo que me gusta cada día y espero que mi viaje motive a otros artistas a seguir creando, exponiendo su trabajo y persiguiendo sus sueños.
Durante mi viaje, conocí a personas increíbles con grandes ideas, pero que carecían de la motivación necesaria para llevarlas a cabo. Nunca tengas miedo de crear algo, aunque sea malo al principio. Siempre es mejor arreglarlo que quedarse mirando un papel en blanco durante horas. Deja fluir tus ideas y confía en tu instinto.