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Una profesora de yoga costarricense combina el cuidado de la casa y el yoga mientras viaja por los continentes, inspirando a otros a seguir estilos de vida significativos.

Mientras cuidaba una casa, unos ladrones irrumpieron en ella, robaron pertenencias y dañaron a la mascota que estaba bajo mi vigilancia. La experiencia fue aplastante, un duro recordatorio de lo rápido que desaparecen la confianza y la seguridad. No sólo cargué con el peso de mi pérdida, sino también con el dolor de los propietarios. Sin embargo, recurrí a mi fortaleza emocional, apoyándome en principios de aceptación y crecimiento.

  • 2 días ago
  • diciembre 26, 2024
6 min read
Sofia at Taj Mahal Sofía at Taj Mahal. | Photo courtesy of Sofía Corrales.
Sofia travelling
NOTAS DEL PERIODISTA
Protagonista
Sofía Corrales, profesional costarricense de 27 años, es instructora multidisciplinar con más de ocho años de experiencia en oratoria y enseñanza de idiomas, formación corporativa, música, yoga, mindfulness y danza fitness. También está cursando estudios en terapia holística, especializándose en sonoterapia, osteopatía y artes terapéuticas. Actualmente se dedica a cuidar casas, Sofía combina su pasión por el crecimiento profesional con un fuerte deseo de viajar y explorar nuevas oportunidades.
Contexto
Sofía y su pareja, Tai, promueven activamente su servicio de housesitting en Costa Rica a través de Facebook combinándolo con un estilo de vida centrado en valores humanos y espirituales. Su enfoque integra la agricultura sostenible, el cuidado de mascotas y la enseñanza de yoga en todo el país.

Sofía ofrece sus servicios a través de MindMyHouse, una plataforma que pone en contacto a propietarios con cuidadores de confianza. A través de esta plataforma, Sofía cuida hogares y mascotas en toda Costa Rica, al tiempo que integra su pasión por la vida sostenible y prácticas de bienestar como el yoga. Estos servicios son cada vez más populares como opción asequible para propietarios de viviendas y viajeros, ya que ofrecen beneficios mutuos en términos de confianza, responsabilidad y rentabilidad.

SAN JOSÉ, COSTA RICA – Hace dos años, me encontraba perdida, a la deriva y sin rumbo. Cada día era como tropezar en una niebla densa, desconectada de cualquier propósito. Sin embargo, en esa oscuridad encontré una chispa: la necesidad desesperada de recuperar mi vida. Cuando cuido casas, me propongo compartir la espiritualidad a través del yoga, la atención plena o la agricultura sostenible.

Hoy, cuando guío a otros, a menudo les recuerdo: «Puedes caminar por la vida consciente o inconscientemente». Elegir la inconsciencia nos convierte en víctimas, ciegos a las lecciones ocultas en nuestras luchas. Pero la conciencia ilumina el crecimiento, incluso en los momentos más duros. Ese cambio transformó mi vida y ahora lo comparto con los demás.

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De viajera a cuidadora de casas de confianza: construir un estilo de vida de conexión y cuidados

House-sitting comenzó como una solución práctica durante mis viajes en solitario en 2018, pero evolucionó hasta convertirse en una forma de vida con propósito. Mientras viajaba por Sudamérica -Chile, Perú y Colombia- comencé a cuidar las casas de amigos y conocidos. Estos simples actos de confianza plantaron las semillas de un estilo de vida arraigado en la responsabilidad y la conexión.

A medida que exploraba 22 estados de Estados Unidos, cuidar casas se convirtió en algo más que una forma de encontrar cobijo: me ofrecía la oportunidad de crear calor y pertenencia allá donde fuera. Poco después, en la India, un viaje de trabajo de tres semanas se convirtió en un viaje de dos meses, posible gracias a las oportunidades de cuidar casas que aumentaron mi aprecio por la comunidad y la atención.

Cuidar una casa durante tres meses en Puerto Rico marcó un capítulo transformador en mi viaje. Cuidar de una casa y fomentar la confianza me llevaron a Tai, ahora mi pareja. Cuidar casas se ha convertido en algo más que un servicio: es una forma de abrazar la intrincada red de relaciones que definen la vida.

A lo largo de mis viajes, el yoga y la atención plena me sirvieron de anclas y me ayudaron a superar los retos con valentía y gracia. Las personas que encontré por el camino enriquecieron profundamente mi trayectoria. Mientras viajaba por Chile, Don Alejandro me instó a cuestionar las normas sociales y a confiar en un propósito superior. En la India, un maestro espiritual replanteó las luchas como oportunidades de crecimiento. Y luego, en Puerto Rico, la resistencia de una mujer me enseñó a encontrar la luz incluso en los momentos más oscuros. Estas experiencias profundizaron mi gratitud y ampliaron mi comprensión de la humanidad. Cada historia que encontré me reveló la belleza interconectada de la naturaleza y el espíritu humano, recordándome que la curiosidad y la conexión están en el corazón mismo del amor.

Lecciones de la naturaleza y los animales mientras cuidamos casas

La naturaleza siempre ha sido mi mejor maestra, ofreciéndome profundas lecciones de compasión, paciencia y conexión. Los árboles que hay fuera de mi casa en San José susurran silenciosos milagros, mientras que los animales que he cuidado han profundizado mi comprensión de los vínculos emocionales. Una vez cuidé de un perro en una casa de la capital durante mes y medio, que antes había estado al cuidado de otra cuidadora. Durante los paseos y las carreras, irradiaba alegría y energía, pero por la noche, mientras yo tomaba té y leía, se acercaba a mí con una tristeza palpable. Me impactó tanto que se lo comenté a mi pareja. Bromeamos alegremente sobre su inocencia, ya que no tenía ni idea de que sus dueños sólo se habían marchado temporalmente y habían contratado a cuidadores de confianza para garantizar su bienestar.

Esta experiencia me recordó a una gata que tuve hace años. Era ferozmente independiente y evitaba a todo el mundo hasta que, tras mucho esfuerzo, me gané su confianza. Cada vez que me iba, lloraba desconsoladamente, y cuando volvía, sentía como si hubiera «resucitado» para ella. Estos momentos revelaron la profunda preocupación y apego que los animales desarrollan hacia nosotros, encarnando un lenguaje tácito de amor y confianza.

En otra ocasión, recuerdo haber cuidado de dos caniches franceses, perros de servicio criados para cuidar bebés. Su nobleza en el cumplimiento de sus tareas me marcó. Poco después, al llegar a Puerto Rico a una escuela de yoga, nacieron nueve cachorros. Durante tres meses, los vi abrir los ojos, encontrar sus patas y desarrollar personalidades únicas. Cada momento reafirmaba cómo el amor y la atención moldean vidas. Su crecimiento reflejaba una verdad que he aprendido sobre la psicología humana: al igual que las primeras experiencias moldean el futuro de un cachorro, nuestra infancia influye profundamente en los adultos en que nos convertimos.

La resistencia convierte las pruebas en crecimiento

Este año me he enfrentado a pérdidas materiales y desafíos que han puesto a prueba mi capacidad de recuperación. Mientras cuidaba una casa, unos ladrones entraron en el hogar que yo cuidaba, robaron mis pertenencias y dañaron a la mascota que estaba bajo mi vigilancia. La experiencia fue aplastante, un duro recordatorio de lo rápido que se desvanecen la confianza y la seguridad. No sólo cargué con el peso de mi pérdida, sino también con el dolor de los propietarios. Sin embargo, recurrí a mi fortaleza emocional, apoyándome en principios de aceptación y crecimiento.

Otro incidente ocurrió mientras impartía una clase de yoga. Al terminar, encontré la ventanilla del coche rota, mis pertenencias desaparecidas y el interior desordenado. Al principio, la ira y la frustración me consumieron, nublando cualquier sentimiento de gratitud o claridad. La vida me puso a prueba una vez más, recordándome la frágil línea que separa las posesiones de la seguridad.

Cuando me siento como una víctima en estas situaciones, me permito ser compasiva conmigo misma, cuidarme y nutrirme, y llorar si lo necesito, porque forma parte de mi curación. Sin embargo, la mayor parte del tiempo, siento gratitud por estas pruebas. Han forjado mi carácter, me han dotado de herramientas para afrontar la adversidad y me han enseñado a practicar la resiliencia. Estas lecciones no sólo me permiten compartir la mejor versión de mí misma a través de mis clases, sino que también me ayudan a navegar por mis luchas diarias, abrazar mi humanidad y afrontar los retos de la vida con mayor fortaleza.

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