Esta galería de fotos capta la vida cotidiana en la vivienda -su resistencia, sus luchas y la vibrante cancha de baloncesto que une a la comunidad- en medio de la amenaza siempre presente del desahucio.
MANILA, Filipinas – En el corazón de Taguig, Manila, el Fort Bonifacio Tenement es una reliquia de los años sesenta. Construido bajo la presidencia de Diosdado Macapagal como solución habitacional para las familias empobrecidas, ahora se tambalea al borde del colapso. Más de 1.000 familias tienen su hogar en esta estructura deteriorada, a pesar de décadas de amenazas de desalojo. Muchos residentes rechazan la reubicación en Cavite, donde las oportunidades de trabajo y las escuelas siguen siendo inaccesibles, aferrándose en cambio a sus medios de subsistencia arraigados en Manila.
Las promesas políticas han fallado repetidamente a esta comunidad. En 2010, los políticos locales, entre ellos Lani Cayetano, aseguraron a los residentes que cesarían los desalojos, pero las notificaciones volvieron a aparecer en 2014. En la actualidad, el edificio sigue siendo un campo de batalla entre los fracasos urbanísticos del Gobierno y una comunidad que se niega a abandonar su hogar. Esta galería fotográfica muestra la vida cotidiana en el edificio -su resistencia, sus luchas y la animada cancha de baloncesto que une a la comunidad- en medio de la amenaza constante de desalojo.
El edificio Tenement revela una historia de hacinamiento, pobreza y resistencia en medio de la adversidad. La ausencia de una planificación urbana adecuada es evidente.
El exterior de las viviendas muestra su antigüedad y abandono: paredes agrietadas, ventanas parcheadas con lonas y ropa sucia colgando de todos los balcones. Los residentes temen perder sus casas sin un apoyo significativo de las iniciativas de planificación urbana.
La colorida cancha de baloncesto, un salvavidas para los residentes, contrasta con la fachada en ruinas del edificio. Adornada con murales de estrellas del baloncesto, la cancha representa la esperanza y la resistencia. Sin embargo, este entrañable espacio puede desaparecer si prosiguen los desalojos.
Las escaleras del edificio están marcadas por pintadas y escayolas que se desmoronan, lo que pone de manifiesto décadas de abandono. Los residentes se enfrentan a diario a peligros estructurales, pero permanecen allí por falta de alternativas asequibles y accesibles.
Una joven camina por un pasillo marcado por la pintura desconchada y el hormigón visto. La inminente crisis de los desahucios se hace eco de promesas políticas incumplidas.
Un residente sin camiseta empuja un carro apilado con contenedores de agua por el estrecho pasillo, mientras cerca, los jóvenes se reúnen para ver un partido de baloncesto en el interior del Tenement, escasamente iluminado. La mayoría de las familias se resisten a trasladarse a Cavite, pues valoran sus medios de subsistencia, sus escuelas y sus arraigados vínculos comunitarios en Manila.
En medio de la tenue luz de una única bombilla, los residentes del Fort Bonifacio Tenement hacen cola a altas horas de la noche para recoger agua en recipientes de plástico. Estos momentos ponen de relieve la lucha de más de mil familias que viven en esta estructura deteriorada, inseguras de cuánto tiempo podrán llamar hogar a este lugar.