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Corriendo con creencias religiosas

La reprogramación de los Juegos Olímpicos podría costarle la oportunidad de competir a una maratonista de religión judía.

  • 4 años ago
  • noviembre 23, 2020
6 min read
protagonista
Baruch «Beatie» Deutsch nació en Estados Unidos el 29 de junio de 1989. Criada en una comunidad judía ultraortodoxa, a los 20 años decidió mudarse a Israel. Allí se casó y formó una familia que hoy tiene cinco hijos. Luego de dar a luz a su cuarto hijo, decidió retomar la actividad física que anhelaba desde su adolescencia.
Contexto
Baruch “Beatie” Deutsch comenzó a correr en 2016, sin sospechar que el atletismo se convertiría en su pasión y en su profesión.
En 2018, ganó su primer maratón y, desde 2019, es la campeona israelí de la disciplina. Se ganó el derecho a representar a su país en los próximos Juegos Olímpicos.
Periódicamente, da conferencias para compartir su experiencia como mujer, madre y religiosa. Empresas multinacionales como Nike y Coca Cola la han contratado como figura publicitaria.

Ser deportista profesional nunca fue mi objetivo. Cuando comencé a correr a los 25 años, todo lo que quería era volver a la actividad física después de dar a luz a cuatro niños en un período de seis años. Eso fue todo.

Cuando comencé a correr descubrí una pasión por esto. El atletismo me cambió la vida. El correr de los años me presentó una oportunidad impensada. Hoy tengo 31 años, cinco hijos y soy una maratonista profesional israelí en condiciones de representar a mi país en los próximos Juegos Olímpicos. Un hobby que se convirtió en profesión.

Probablemente no pueda hacerlo, esa es una historia que no está relacionada con mis marcas deportivas.

Correr acompañada

Al contrario de los prejuicios que puedan existir sobre algunas comunidades judías ortodoxas, cuando comencé a entrenar el apoyo de mi familia era total. Mis padres estuvieron de acuerdo desde el principio y desde entonces a menudo corro con mi marido. En mi comunidad, la mayoría de las repercusiones también fueron positivas.

Por supuesto, lo que hago es muy diferente a lo que suelen hacer muchas religiosas y siempre habrá gente que no esté de acuerdo o que no comparta mi visión de la vida. Tuve que aguantar algunos comentarios negativos. Nunca les di importancia, y siempre fueron una minoría que no estaba de acuerdo con lo que estaba haciendo. De hecho, recibí mucho apoyo de mis amigos, de mi comunidad y fundamentalmente de mi rabino que me dio su bendición y el coraje para seguir adelante.

Es difícil ser deportista profesional y madre de cinco hijos al mismo tiempo. De hecho, considero que completar una maratón es mucho más sencillo que la crianza de mis hijos. Pero no creo que mi caso sea muy diferente al de muchas madres trabajadoras.

En 2017, en su séptimo mes de embarazo, Deutsch completó el maratón de Tel Aviv en poco más de cuatro horas.

Los obstáculos de ser una deportista religiosa

Vivo con barreras competitivas más complejas que la maternidad. Cuando comencé a entrenar, no pensé que ser un atleta profesional religioso tendría tantos obstáculos. Confiaba en que iba a ser una situación manejable. En Israel la mayoría de las carreras se disputan los viernes y a nivel mundial las maratones se suelen correr los domingos, lo que a simple vista no me forzaba a competir los sábados y comprometer mi descanso del Shabat, uno de los preceptos más importantes del judaísmo.

Pero, a medida que mi carrera avanzó, algunas cosas no salieron como las pensaba en mis inicios. Renuncié a competir en torneos importantes porque fueron programados durante Shabat o alguna festividad judía, como ocurrió con una maratón de Londres, una media maratón en Polonia o el Campeonato Mundial de Atletismo de Doha en 2019. Sin dudas priorizar mis creencias me afectó deportivamente. Pero hace un tiempo tengo claro que todo lo que hago es para traer la palabra del Todopoderoso al mundo y ya no me preocupa tanto renunciar a determinadas competencias.

Su primer gran récord

En la maratón de Jerusalem en 2018 fui la mujer israelí que mejor tiempo realizó, con 3 horas, 9 minutos y 50 segundos. Un año antes, en Tel Aviv, recorrer los 42 kilómetros de la carrera me demandó casi una hora más. Pero lo hice en circunstancias especiales: cursaba el séptimo mes de embarazo de mi quinto hijo.

Pocos meses después, con ese niño en mis brazos, me subí al podio como ganadora de la maratón de Tiberias y me consagré como campeona israelí. Ese año me convertí en la primera mujer religiosa en ganar una competición internacional de atletismo, la media maratón de Riga (Letonia), que completé en una hora, 17 minutos y 34 segundos.

Un año después repetí el logro en Tiberias. Así fue que me gané el honor de representar a mi país en los Juegos Olímpicos de Tokio.

Sueños truncados

La cita más importante del deporte internacional estaba prevista para que se desarrolle entre fines de julio y principios de agosto. La maratón, puntualmente, se había agendado para el domingo 9 de agosto en la ciudad de Sapporo, unos mil kilómetros al norte del calor que suele azotar a Tokio. La pandemia cambió los planes y los Juegos Olímpicos se postergaron para 2021. Cuando supe la nueva fecha de la maratón fue un momento muy frustrante: sábado 7 de agosto, en plena celebración del Shabat, el día semanal de descanso de la religión judía.

Aparentemente el Comité Olímpico Internacional no está dispuesto a cambiar el cronograma de la competencia y me voy a perder una gran oportunidad. No creo que el mundo deba acomodarse completamente a mis valores religiosos, pero sí considero que los Juegos Olímpicos son un evento de unión entre las personas, y que en su espíritu está arraigado el valor de la diversidad cultural. Siento que debería haber más tolerancia.

Más allá de si finalmente viaje o no a Tokio, nadie me quitará el orgullo de haber ganado más de una maratón vistiendo polleras. Muchas personas nunca pensaron que la competencia de alto nivel no es compatible con la vestimenta modesta, pero todos mis logros los conseguí con una pollera por debajo de las rodillas, cubriéndome el pelo y con camiseta de manga larga como marca mi tradición.

Continuaré entrenando y esforzándome lo mejor que pueda. Independientemente de si la carrera se cambia o no, todavía no lo dejaré ir. Soy una luchadora, no me rindo fácilmente y haré todo lo posible para cambiar la fecha del maratón olímpico. Es difícil invertir mi tiempo por completo cuando ni siquiera sé si seré capaz de correr, pero la vida no siempre se trata de los resultados, a veces el viaje es aún más importante.

Ahí están mis verdaderos triunfos. Lo que busco, más que un podio es ser un ejemplo de cómo se puede competir a un alto nivel sin renunciar a mis valores religiosos.

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