Vi cómo la estación, antaño hermosa y vibrante, se convertía en un basurero. Por todas partes crecían plantas silvestres y había trozos de cristal y metal rotos. Mientras estaba ahí, asimilando la situación, empezó a formarse una idea. Quería devolver la vida al ferrocarril.
SANTA FE, Argentina – Cuando era chico y crecía en San Eugenio, Santa Fe, sentía fascinación por los trenes y su funcionamiento. En nuestra pequeña ciudad de 250 habitantes, me quedé hipnotizado viendo pasar los trenes. Cuando las autoridades cerraron la estación de ferrocarril, la ciudad perdió su magia.
Con el paso del tiempo, vi cómo la estación, antaño hermosa y vibrante, se convertía en un basurero. Por todas partes crecían plantas silvestres y había trozos de cristal y metal rotos. Mientras estaba ahí, asimilando la situación, empezó a formarse una idea. Quería devolver la vida al ferrocarril.
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Decidí reacondicionar las vías del antiguo ferrocarril Mitre. Esta vía desempeñó un papel esencial, conectando Santa Fe con Rosario y Buenos Aires. Verlo cerrado me entristeció. Sabía que el trabajo que tenía por delante podía ser peligroso, pero mi motivación me impulsó a seguir adelante.
Antes del amanecer de una madrugada de julio, subí a mi camión cargado de herramientas y una cortadora de maleza. Conduje hasta las vías y empecé a retirar los escombros y la vegetación crecida. Sin dudarlo, empecé a retirar la espesa maleza que obstruía la vía férrea. Cuando el cansancio se apoderó de mí, miré al frente. Ochenta kilómetros de vía férrea seguían necesitando atención.
De vuelta a casa esa noche, abrí las redes sociales para compartir mis progresos, subí fotos y llamé la atención de dos primos, Román Dodorico y Gustavo Correa. Tenían una «zorrita», un vehículo propulsado por un motor de motocicleta diseñado para circular por las vías del tren. Buscaban una oportunidad para probarlo, así que se unieron a mi proyecto.
Como ya no estaba solo en mi proyecto, parecía más alcanzable. Juntos, trabajamos incansablemente todos los días. Con palas, picos y motosierras, dependíamos únicamente de nuestras fuerzas, sin ayuda externa. El proceso de limpieza comenzó a pie en la estación de la ciudad. Mientras caminaba, mi mente se inundó de recuerdos de mi infancia, cuando observaba el paso de los vagones de tren. Imaginé el lejano estruendo de la locomotora que se acercaba.
Hasta la fecha, hemos despejado 16 kilómetros de 80, desde San Eugenio hasta Larrechea. Quitar maleza gigante, despejar montones de tierra y eliminar árboles resulta un trabajo extremadamente exigente. A veces, nos encontramos con serpientes venenosas, por lo que debemos mantener una distancia de seguridad y movernos con extrema precaución. Nos pasamos el tiempo hablando de viejos recuerdos, compartiendo ideas y haciendo planes para el futuro.
Pronto, Martín Marinuchi, Presidente de Trenes Argentinos, solicitó una reunión con nosotros. Cuando los medios de comunicación se enteraron de nuestros esfuerzos, llegaron periodistas de todas partes para documentar nuestro trabajo en esta ciudad olvidada. Durante la reunión, Martin fue testigo directo de nuestro trabajo y se ofreció a proporcionarnos herramientas para ayudarnos. Decidimos formar una asociación para formalizar nuestros esfuerzos y Marinuchi prometió una subvención y la posibilidad de futuras ayudas.
Mientras continúo con este satisfactorio trabajo -ahora denominado Proyecto de Modernización de la Línea Ferroviaria de Pasajeros Mitre-, anhelo que llegue el día en que pueda volver a sentir la vibración del ferrocarril y el resonante sonido de las locomotoras.
Todas las fotos son cortesía de Alejandro Mio.