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Una monja y un cura de Buenos Aires dejan la iglesia y se unen en un amor prohibido

Nos casamos un domingo 4 de septiembre de 2022, en la parroquia Jesús de la Buena Esperanza la única que los recibió sin juzgarnos. Ya no tenemos por qué ocultarnos Somos solo una familia de dos personas basada en el amor. Vamos caminando juntos y vamos creciendo juntos a la par.

  • 1 año ago
  • noviembre 29, 2022
6 min read
Mariana Julieta Dias and her husband Hugo at their wedding Mariana Julieta Dias and her husband Hugo at their wedding | Photo courtesy of Mariana Julieta Dias
Interview Subject
Mariana Julieta Dias, 49, of Buenos Aires, was born in Los Polvorines, Argentina. She serves as a law student at the University of Buenos Aires, a professor of religious sciences and catechist, and is employed in social work. Hugo Marcelo Pisana, 55, was born in Rosario, a province of Santa Fe, Argentina, and was a priest for 30 years.
Background Information
A survey from Georgetown University shows that between 1965 and 2009, the number of nuns and priests in the U.S. fell from 180,000 to 60,000. Making certain rules more flexible, several congregations of nuns left the traditional habit to dress in everyday clothes, but little has changed in convents and seminaries according to the study. Sex education, according to some members of the Church itself, continues to be a complicated issue to address when instructing seminarians and novices.

BUENOS AIRES, Argentina — Ninguno de los dos imaginó lo que iba a venir después de esos 17 años de monja y de esos 30 años de sacerdote. Ni el “amor prohibido” que se iban a animar a vivir, ni el escándalo que muchos vieron en nuestra relación.

Nos conocimos en aquella época, cuando tenía 22 años. Hugo al verme sintió una atracción inmediata: “Era una mujer hermosa”, sonríe, “ambos teníamos votos de castidad, por lo que no dije ni hice nada. Reconocí esa atracción, y solo la asumí”.

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Yo siempre tuve muchas inquietudes sociales, siempre sentí que podía hacer algo por las personas que tenían menos. Pero ser monja me asustaba muchísimo la idea, sigue. El miedo no era a vivir encerrada o a tener que vivir en la abstinencia sexual de por vida sino a estar dándole entidad a una locura mía. Así que empecé a formarme para ser abogada y dejé mis tareas en los barrios más pobres con la parroquia del barrio para los fines de semana.

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monja amor prohibido
Mariana y Hugo abandonaron la iglesia para perseguir su amor prohibido | Foto cortesía de Mariana Julieta Dias

Estudiaba Derecho cuando me atreví a dejar la Universidad y el resto de mi vida para concretar una necesidad que tenía desde la adolescencia: convertirme en monja. Sabía que mis padres no iban a estar de acuerdo, así que aproveché que estaban de vacaciones, les dejé una carta y entré al noviciado a escondidas. Era el verano de 1994: cuando mis padres volvieron de Mar del Plata, ya era tarde.

Hugo, en cambio, no había querido ser otra cosa que sacerdote desde la primaria y su familia, en Rosario, ciudad de Argentina, lo había apoyado siempre.

Yo nunca había visto una monja en vivo y en directo, le dejé la carta a mis padres, que se negaban rotundamente a que yo entrara a la congregación e ingresé al noviciado de las religiosas de Jesús María, en Bella Vista. Durante los 17 años que siguieron, fui una monja activa: estudié, asistí a los más pobres, fui preceptora de un colegio.

Un ex sacerdote se enfrenta a la culpa por abandonar la orden

El noviciado estaba cerca del Colegio Máximo de San Miguel, donde vivían los sacerdotes jesuitas como Hugo. Las monjas que sabíamos manejar íbamos a buscar a los sacerdotes para que vinieran a celebrar la misa, así que lo veía siempre y charlábamos mucho. No miré a Hugo con otros ojos en aquel momento, pero eso no significa que no me haya enamorado mientras era monja.

Me enamoré varias veces. Yo nunca tuve eso de que las monjas se casan con Dios, no estaba en mi imaginario. Cuando sos monja y te enamoras lo conversas con tu superiora. En el lenguaje religioso se habla de ‘sublimar’, o sea, lo que tenés que hacer es poner en otras cosas eso que sentís. Pasó el tiempo y mi tarea ya no era estar en la calle con los más pobres sino ser la representante legal de un colegio. Sentía que me había convertido en una funcionaria. Mis opiniones acerca de temas controversiales, por ejemplo, la homosexualidad, no se compartían en la comunidad. Un día sentí que no podía más con esa vida que hacía tantos años me había propuesto sentía que me estaba faltando sonreír, había perdido la alegría.

Mariana y Hugo intercambian votos en su boda | Foto cortesía de Mariana Julieta Dias

Ingresé en la orden a los 21 años y la abandoné a los 37, poniendo fin a mi compromiso con los votos de castidad, pobreza y obediencia. Sin otras experiencias vitales, tuve que aprenderlo todo desde cero. A Hugo le costó mucho más.

Antes de enamorarse de mí también había empezado a sentir que ya no era feliz siendo sacerdote. Y se había empezado a sentir un funcionario. La diferencia es que a él le costó mucho dejarlo y tuvo miedo. Yo ya era una “ex monja”, cuando volvimos a encontrarnos Hugo había vuelto de Italia, pero seguía siendo sacerdote, estaba en un momento de mucha pesadumbre, de muchos cuestionamientos.

Aunque los dos primeros años de nuestra relación no fueron secretos, tampoco mantuvimos una relación pública. Para Hugo fueron dos años de culpa, por no darle a su rol de sacerdote todo lo que correspondía, estar así, partido, no le hacía bien a nadie. Y lo que para el común de la gente es un acto de amor entre dos personas fue, en el ambiente, un escándalo, un amor prohibido.

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Seguimos adelante, aunque no fue fácil, muchas personas me cancelaron primero por haberme ido, Pero sobre todo cuando se enteraron de que estábamos juntos. Lo viví con mucho dolor, porque tengo mil defectos, pero no soy una persona que juzga lo que hacen los otros, pero a la vez estábamos tranquilos, sabíamos que estábamos siendo fieles a nosotros. Finalmente, dejó de ser sacerdote para poder vivir una vida libre.

Mucha gente quedó en el camino, gente que se sintió traicionada o decepcionada. Me dio pena la verdad, era gente muy cercana, lamenta él. Hoy soy otra volví a estudiar Derecho en la Universidad y ahora trabajo en una Obra Social. Hugo, a pesar de ser un experimentado profesor de Biblia, tiene prohibido dar clases en universidades católicas.

Sobrevive dando clases de latín, de literatura o de filosofía. Es, además, docente en un colegio católico que tuvo la osadía de contratar a un sacerdote desertor. Nos fuimos de la congregación, pero seguimos creyendo en un Dios que es bueno y que nos ama incondicionalmente.

Nos casamos un domingo 4 de septiembre de 2022, en la parroquia Jesús de la Buena Esperanza la única que los recibió sin juzgarnos. Ya no tenemos por qué ocultarnos Somos solo una familia de dos personas basada en el amor. Vamos caminando juntos y vamos creciendo juntos a la par.

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