Salimos a las calles de Phoenix llevando juntos la bandera argentina y ondeándola. Los conductores que pasaban tocaban el claxon mientras saltábamos y cantábamos en medio de la ciudad. Después de tantos años de arremangarnos y luchar, por fin hemos hecho historia para nuestro país.
PHOENIX, Arizona ꟷ Durante el Campeonato Mundial de la Asociación Americana de Taekwondo (ATA), celebrado del 10 al 16 de julio de 2023, el equipo que entrené se hizo con el título mundial en las modalidades de sparring y songahmen. El equipo argentino de taekwondo destacó desde el principio, venciendo a Sudáfrica en cuartos de final y a Chile en semifinales. Durante 12 años perseguimos la medalla de oro, aspirando al máximo galardón del taekwondo en el mundo. Este año, en Phoenix, conseguimos por fin nuestro sueño.
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Ganar el Campeonato de la Asociación Americana de Taekwondo 2023 fue épico. Cuando nos enfrentamos a Estados Unidos en la final, parecía impensable que pudiéramos ganarles. Ellos entrenaron duro, se prepararon bien, tenían suplentes y un entrenador de talla mundial, pero nuestra garra, hambre y pasión argentinas siguieron siendo inigualables.
En el interior de la pista de competición del centro de convenciones, las gradas rebosaban de estadounidenses. Durante la final, animaron y celebraron. Al haber viajado desde otro país, no teníamos seguidores que nos animaran.
De cara a los últimos partidos, las dos mujeres de nuestro equipo tuvieron una actuación magnífica. Mientras se desarrollaba el combate final, me senté en la mesa principal, conteniéndome como una cuestión de formalidad. Sentía que mi cuerpo se movía constantemente. La inquietud me consumía y me frotaba las manos, aplaudiendo suavemente de vez en cuando.
Grité entre dientes mientras me ardía el pecho. Con cada latido de mi corazón, podía sentir la victoria. De repente, al ver que nuestro combatiente tomaba impulso, salté de mi asiento y grité. Suelto un rugido feroz de pura emoción. Se giraron mis compañeros de mesa y me regalaron una sonrisa, levante mi puño, y dije: ¡Vamos carajo! De pie fui hasta la pista.
Las cosas cambiaron cuando Argentina se puso por delante de Estados Unidos. La ruidosa multitud repleta de aficionados estadounidenses enmudeció. Podrías cortar el aire con un cuchillo. De repente ganamos y sentí que me caían las lágrimas. Pensaba: ¡Si ganamos, no lo puedo creer! Una ráfaga de pensamientos pasó por mi cabeza al pensar en el esfuerzo que había costado llegar hasta ese punto. Una explosión de euforia nos consumió a todos. Por un momento, nos quedamos helados.
Nos miramos y empezamos a saltar como locos abrazados. Los chicos sacaron una bandera y empezaron a ondearla. «Somos campeones», gritamos, mientras formamos un círculo y nos abrazamos. «¡Somos campeones!»
Cuando terminaron las actividades, salimos a las calles de Phoenix llevando juntos y ondeando la bandera argentina. Los conductores que pasaban tocaban el claxon mientras saltábamos y cantábamos en medio de la ciudad. Tantos años luchándola, remándola, arremangándonos, estábamos dejando un legado, hacienda historia. El premio y el reconocimiento significaron mucho para nosotros.
Para mí, el taekwondo es pura alegría. Es lo que me fundamenta y me sirve de base, el motor que me mantiene en marcha. En los momentos más adversos de mi vida, me ofreció una salida, proporcionándome una fuente constante de felicidad.
Ante cuatro mil competidores de todo el mundo y un público enardecido, el equipo argentino de taekwondo hizo realidad nuestro sueño. Nos convertimos en campeones del mundo.