Cuando terminó el video, subí a la tarima y dejé las muletas. Bailé una coreografía que preparamos en un tiempo récord. Mis movimientos armonizaban con la música. Mantuve el equilibrio al bailar con una pierna y el público no podía creer lo que veía.
CARACAS, Venezuela – Hace seis años, un árbol me cayó encima en el exterior de la compañía de danza donde trabajaba. Perdí la pierna por amputación. Toda mi vida me había dedicado a la danza y ahora me preguntaba si volvería a bailar.
Poco a poco, reanudé la actividad, pero nadie lo sabía. Entonces, un día, mi compañía de danza organizó un acto en mi nombre. Se proyectó un video en pantalla ante cientos de personas. Mi vida pasó ante mis ojos mientras veía momentos cruciales antes y después del accidente. Surgieron muchos sentimientos en mi interior al revivir aquellas escenas.
Cuando terminó el video, subí a la tarima y dejé las muletas. Bailé una coreografía que preparamos en un tiempo récord. Mis movimientos armonizaban con la música. Mantuve el equilibrio al bailar con una pierna y el público no podía creer lo que veía.
Cuando terminamos la presentación las personas se levantaron de sus asientos, comenzaron a aplaudir y gritar. Muchos no me conocían pero estaban llorando. Sentí escalofríos.
Estaba con mi pareja y algunos amigos fuera de la academia de baile donde trabajaba. Solíamos salir y sentarnos a platicar al terminar las clases. Cerca de donde estábamos, había un árbol muy deteriorado. Éramos unas 20 personas. Algunos escucharon que el árbol se estaba desprendiendo y nos avisaron. Todos empezaron a correr. Yo estaba sentada en el suelo con las piernas entrecruzadas. Hice lo posible por levantarme rápidamente, pero solo alcancé a colocar las manos y estirar las piernas. El árbol cayó, quedé atrapada.
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Mis piernas estaban debajo del enorme tronco, pensé que las perdería. No podía moverme. Muchos vecinos se acercaron a ayudar a retirar el árbol. Cerca del lugar vivía un rescatista que trabajaba en el cuerpo de bomberos. Él me brindó los primeros auxilios y me hizo un torniquete.
Cuando llegamos al hospital yo seguía consciente, pero escuchaba muy poco. Sentía que estaba en modo automático. Cuando iba a entrar a cirugía, mi cuerpo se empezó a enfriar y sentí fuertes dolores. Estaba sufriendo mucho, no tenía idea de como tenía mis extremidades, pero algo en mi interior me decía que podía perderlas. Solo recordar el tamaño del árbol me hacía pensar lo peor. Me sedaron.
Desperté dos días después. En esas horas en las que estuve inconsciente, los médicos hicieron todo lo posible por salvarme las dos piernas. La izquierda sufrió el mayor daño y mi familia tomó la dura decisión de aprobar la amputación. Era necesario para salvar mi vida.
Después que desperté de toda la recuperación, empecé a razonar. Comprendí lo que realmente estaba pasando y empecé a caer en un estado de depresión. Al perder un miembro de tu cuerpo entras en un duelo. Me cuestionaba muchísimo ¿Porqué pasó esto? Me preguntaba que iba a hacer con mi vida. Yo me dedicaba al baile y no sabía si iba a poder seguir haciéndolo. Pero lo que en realidad me atormentaba era no saber cómo iba a poder llevar una vida cotidiana normal y como iba a poder atender a mi hija quien en ese entonces era muy pequeña.
Cuando reaccioné después de la primera operación, mi madre estaba conmigo. Me dio la noticia y lo tomé con calma, incluso traté de calmarla al verla llorar. Ahora que lo pienso, creo que aún estaba muy aturdida y somnolienta a raíz de la anestesia, porque no lloré.
Afortunadamente, mi familia y mis amigos nunca me dejaron sola. Después de pasar dos meses internada en el hospital. Me enviaron a casa. No quería estar sola, tenía miedo. Mi pierna derecha sufrió múltiples fracturas y tardó mucho en recuperarse. Cuando pude afianzarme en ella me fueron dejando sola poco a poco. Fui tomando valor para hacer las cosas por mi cuenta.
Durante mi recuperación no consideré volver al baile. Bloqueé mi mente y dije ¡Yo no voy a volver a bailar! La academia donde yo bailaba es de mi pareja. Después del accidente me dediqué solamente al trabajo administrativo. Pero me sentía frustrada. Miraba a todos bailar y yo no podía. Para no caer en una etapa de tristeza decidí hacer deporte. Empecé a nadar, mis músculos se fortalecieron y eso me ayudó.
Compartía con mi pareja muchas actividades de baile.Y Él fue quien me ayudó a retomar otra vez esa parte de mi vida. Cuando sonaban canciones me invitaba a bailar y decía, vamos a probar a ver qué tal ¿Cómo te sientes? Me hacía sentir segura e íbamos probando poco a poco. Descubrimos que tenía equilibrio y empezamos a practicar hasta que logré conseguir bailar bien con una pierna.
Decidimos montar un proyecto. Nadie sabía que yo podía bailar de nuevo. Preparamos una coreografía en tres días. El teatro donde realizamos el evento, estaba lleno. Todos quedaron sorprendidos al ver mi habilidad de bailar con una pierna. Fue un momento único.
Alguien grabó todo. El video se viralizó y los medios de comunicación dieron a conocer mi historia. Abrí mis cuentas de redes sociales y muchas personas me mostraron su admiración y apoyo. Ahora mi vida inspira a otros. Muchas personas me escriben para pedirme consejos o simplemente darme las gracias por ser una motivación.
Me siento completa y feliz porque hago lo que me apasiona y me encanta. Es algo que me recorre por el cuerpo.
Bailar es parte de mi naturaleza y me siento súper contenta de haber descubierto esa habilidad para seguir bailando. Siempre le agradezco a Dios por esta segunda oportunidad de vida.