Inmediatamente pedí una cita con mi médico para hablar de un aborto. Me sentía preparada mentalmente, pero no comprendía las implicaciones físicas del proceso. Durante toda mi vida he sido muy cuidadosa para asegurarme de no quedarme embarazada, así que el desliz resultó ser inesperado. Documenté todo el proceso en mi canal de YouTube.
NAIROBI, Kenia ꟷ Aborté en julio de 2020. Aunque consulté a mi médico en todo momento, nada me preparó para el proceso al que me enfrenté. Mi cuerpo pasó por cinco horas de dolor insoportable mientras la medicación hacía efecto. Aun así, preferí abortar a toda una vida de remordimientos, criando un hijo que nunca quise.
Hubo un tiempo en el que sí aspiraba a la maternidad, como muchas niñas que crecen en la sociedad africana, donde ese papel sigue siendo glorificado. Sin embargo, con el tiempo, la idea se hizo cada vez menos atractiva. Cuando me quedé embarazada en 2020, la noticia me destrozó. Las implicaciones financieras y emocionales de criar un hijo no tenían sentido para mí y sabía que no quería tener hijos.
Inmediatamente, pedí una cita con mi médico para hablar de un aborto. Me sentía preparada mentalmente, pero no comprendía las implicaciones físicas del proceso. Como durante toda mi vida he sido muy cuidadosa para asegurarme de no quedarme embarazada, el desliz resultó ser inesperado. Documenté todo el proceso en mi canal de YouTube.
En los comentarios, algunas personas aplaudieron mi decisión, mientras que otras me condenaron. Me tomo esos comentarios como lo que son: opiniones. A fin de cuentas, la sociedad no me ayudará a criar a mi hijo.
Meses después, decidí tomar una decisión más permanente. Me sometí a un proceso llamado ligadura de trompas. En este procedimiento de esterilización, que en la mayoría de los casos es permanente, los médicos ligan las trompas de la mujer, evitando así futuros embarazos. No quería volver a pasar por un embarazo inesperado.
En Kenia, los abortos siguen estando muy restringidos, por lo que muchas mujeres los practican en secreto. Yo decidí abortar públicamente. Antes de hacerlo público, notifiqué mi decisión a mis padres. Se sintieron infelices, pero sabían desde hacía tiempo que no quería tener hijos. Esperaban que algún día cambiara de opinión, pero no lo hice.
El valor me impulsó a llevar mi experiencia a la esfera pública. Quería tener autonomía sobre mi cuerpo y hacer saber a las mujeres que pasaban por circunstancias similares que no estaban solas. A lo largo del proceso, recibí muchos mensajes de hombres y mujeres que apoyaban mi decisión de ser sincera sobre un estilo de vida sin hijos. Algunos detallaban sus propias experiencias o incluso pedían ayuda para conseguir un aborto seguro.
En Kenia, el proceso sigue envuelto en el secreto y la vergüenza. Las mujeres son vilipendiadas y tachadas de asesinas, prostitutas y no aptas para el matrimonio. La sociedad nos hace creer que no tenemos derecho a decidir sobre nuestro cuerpo. Yo elijo un estilo de vida sin hijos (CF). Me da la libertad y el espacio para explorarme a mí misma y al mundo que me rodea al máximo. No tengo que dividir mi atención y energía entre mis propios esfuerzos y la crianza de otro ser humano.
Sin estar agobiada por una maternidad no deseada, puedo construir mi riqueza, hacer crecer mis negocios, viajar por el mundo y disfrutar de una vida sexual. Tal vez me establezca en mis años de ocaso y viva plenamente mi juventud.