Los que vivimos cerca del agujero nos reunimos con trabajadores de Candelaria. Nos aseguraron que no corríamos peligro, pero no les creo. Hace años su contrato multimillonario les dio acceso a toda la plata del subsuelo y no dejó nada para el pueblo.
TIERRA AMARILLA, Chile ꟷ El 30 de julio de 2022 apareció un enorme socavón en el suelo a 600 metros (menos de media milla) de mi casa. El agujero, de 36 metros de diámetro y 60 de profundidad, me angustia desde que me despierto hasta que me acuesto. Si ocurre algo durante el día, puedo actuar, pero temo dormir por la noche.
En el periódico apareció un anuncio en el que se declaraba una gran emergencia con una mina cercana, que se sospecha que es la causa de este y otros hundimientos. El artículo indicaba a los ciudadanos que no entraran en la mina por el peligro de derrumbe. Mi comunidad y yo nos sentimos estresados y asustados.
Pasé toda mi vida de 57 años en Tierra Amarilla. Hace treinta años llegó la compañía minera. Antes de que llegaran, nuestro pueblo vivía en el valle, lleno de aire puro y sensación de calma. Cuando llegaron las minas, no sabíamos cómo organizarnos. Trajeron la riqueza a nuestra región, muy pobre, y los ciudadanos se creyeron la ilusión de que la gran empresa minera daría trabajo a nuestros maridos y vecinos.
Desde ese día, vinieron más mineros y explotaron nuestro pueblo. Primero se instalaron en Tierra Amarilla, luego en Alcaparrosa. Pronto se trasladaron a Santos, Ojos del Salado, Carola, Pucobre y Atacama Kozan. Miráramos donde miráramos, la explotación minera nos rodeaba.
Pronto nos encontramos viviendo en un lugar contaminado, constantemente suspendido en el polvo, plagado de voladuras insoportables que se sienten como un temblor de grado seis. Aunque nos hemos acostumbrado un poco, cuando nos visitan familiares de Santiago, vemos su miedo. Cuando las explosiones suenan a las 3:30 de la tarde o a las 7:00 u 8:00 de la mañana, les decimos a nuestros invitados que no se asusten.
Los niños se asustan al principio, cuando oyen los sonidos y sienten que el suelo tiembla. La paz ya no existe aquí.
El primer socavón apareció en 2013 en la mina de Santos. Nadie entendió lo que pasó. Las personas que vivían allí fueron obligadas a salir y redistribuirse a un pueblo recién creado llamado Los Aromos. El Sernageomin (Servicio Nacional de Geología y Minería) no entregó datos en ese momento. Por lo tanto, la gente no confía en los estudios realizados por ellos y por Candelaria (el complejo minero canadiense bajo la organización matriz Lundin). Queremos estudios independientes.
Los que vivimos cerca del agujero nos reunimos con trabajadores de Candelaria. Nos aseguraron que no corríamos peligro, pero no les creo. Hace años, su contrato multimillonario les dio acceso a toda la plata del subsuelo y no dejó nada para el pueblo. Pongo en duda la presencia de agua en el sumidero. Los vídeos filtrados parecen mostrar una cantidad aterradora de agua, después de que escucháramos suposiciones de que el suelo estaba seco.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, prometió invertir recursos para seguir estudiando el socavón. Queremos saber si hay túneles bajo la ciudad. Si un trabajador entra en la mina en Alcaparrosa y sale en Santos, parece que tendría que pasar justo por debajo de nosotros. Si los túneles existen y el agua los inunda, tiene que salir por algún sitio. Ahora, han aparecido nuevas grietas en el suelo en forma de círculo. Parece que se está formando otro socavón.