Me desperté en una cama de hospital. Cuando los médicos y mi familia trataron de explicarme que había tenido un accidente, me volví loca. Traté de quitarme el respirador y los tubos y cables conectados a mi cuerpo.
TUCUMAN, Argentina ꟷ El único recuerdo que tengo del día en que mi cuerpo fue aplastado en un atropello y fuga por parte de un conductor ebrio, son mis pies caminando por el centro de la ciudad esa tarde.
De hecho, no tengo recuerdos de las semanas o meses anteriores al accidente. El año completo anterior sigue siendo difuso y poco claro.
En ese fatídico sábado, fui a la tienda a probarme ropa para una fiesta más tarde en la noche. Recuerdo vagamente regresar a casa esa tarde.
Mis padres me llevaron a la fiesta, una celebración de cumpleaños para mi amigo de la universidad donde estudiamos medicina. Más tarde fuimos a un club donde ocurrió el accidente. Caminando por la avenida, el auto aparentemente vino hacia mí. Cuando impactó, mi cuerpo voló cincuenta metros y aterrizó en el bulevar.
Me desperté en una cama de hospital. Cuando los médicos y mi familia trataron de explicarme que había tenido un accidente, me volví loca. Traté de quitarme el respirador, los tubos y los cables onectados a mi cuerpo. Los médicos me ataron por mi propia seguridad.
Estuve en coma durante dos semanas, pero me tomó mucho más tiempo aceptar mi nueva situación. La gente me decía que no podía caminar y me costaba entender por qué. Siempre caminaba antes, así que ¿por qué no podía caminar ahora?
Parte de mi confusión podría atribuirse al terrible daño neurológico que sufrí. Los médicos se preguntaban si alguna vez podría estudiar, caminar o incluso hablar. A menudo, el tipo de daño que sufrí incluía innumerables efectos a largo plazo.
Desafié los peores escenarios, pero mi vida cambió mucho después del accidente. No tenía gustos en las cosas y ninguna historia personal para recordar. Recuperar mi identidad sería el proceso más largo de todos. Solía decir que antes del accidente era tonto. La verdad es que vivir ese trauma me cambió.
Mi cirugía final en la clínica buscó reparar mi tráquea. La dependencia a largo plazo de un respirador causó efectos adversos. Con mi tráquea cerrándose, el aire no podía entrar en mi cuerpo. Los médicos me cortaron un trozo de la tráquea y me dejaron durante 15 días con la barbilla cosida al pecho.
Un mal movimiento y el área dentro de mi cuello se separaría. Fácilmente podría morir.
Inspirada por el apoyo de mi familia y amigos, seguí luchando. Me alimentaba de su energía, devolviéndosela recuperándome día a día.
Ahora, cinco años después de ese horrible día, recién ahora estoy volviendo a la vida normal. El año pasado terminé la carrera de medicina y hoy estoy en una residencia médica. El accidente me inspiró a estudiar neurología. Devoro libros sobre el tema, sabiendo que sufrí. Una lesión neurológica no es la identidad completa de una persona. Sin embargo, tienes que reconstruirte a vos misma de la nada.
Para mí, esta reconstrucción es como un segundo cumpleaños.