En lugar de esconderme, me siento empoderada cada vez que presento una nueva colección.
Nací con una malformación congénita que me dejó sin el antebrazo izquierdo.
Crecí rodeada de estigmas, sintiéndome diferente a los demás, excluida de la sociedad.
Comprar ropa siempre fue un desafío. Quería hacer algo por personas como yo, para ayudarlos a sentirse más aceptados.
Mi amor y mi pasión por el diseño me llevaron al lanzamiento de mi negocio.
En lugar de esconderme, me siento empoderada cada vez que presento una nueva colección.
Durante mucho tiempo, oculté mi discapacidad.
Cuando me miraba al espejo, sólo podía ver la mitad de mi cuerpo. Ocultaba permanentemente mi brazo izquierdo.
En las redes sociales, no me animaba a publicar una foto mostrando mi discapacidad.
Si pudiera retroceder en el tiempo, todo sería diferente.
Comprar ropa siempre me resultaba difícil. No podía encontrar nada que se adaptara a mí, me incomodaba.
Quería hacer algo por personas como yo y ayudarlos a sentirse más aceptados en la sociedad.
Fue entonces cuando decidí empezar a estudiar diseño de indumentaria. Sentía que podía ayudar a las personas a través de la integración. A partir de ese momento, todo cambió.
Me costó hacer las prendas por falta de movilidad. Sin embargo, logré entregarlas.
Puede que me llevaran un poco más de tiempo que el resto, pero nada me impedirá seguir adelante.
Durante esos cinco años, nunca me sentí diferente al resto de mis compañeros.
En 2018, comencé a trabajar como vestuarista. Disfrutaba haciéndolo, pero era intermitente. Siempre fui una persona muy activa y mi sueño era ayudar a otros como yo.
Con la llegada de Covid-19, esta situación se agravó. Mis ingresos se habían desplomado. No llegaba a fin de mes.
Vi como mi único sueño en la vida iba muriendo poco a poco, y comencé a sentirme ansiosa.
Afortunadamente, mi amor y mi pasión por el diseño fueron más fuertes que la ansiedad.
Tomé la difícil decisión de comenzar mi negocio. Dediqué todo mi tiempo a crear una colección otoño-invierno.
Mis amigas fueron las primeras modelos en probar mi ropa.
Quería crear ropa similar a la que uso, con mi estilo.
Amigos y familiares me ayudaron mucho con la difusión de mi proyecto.
Empecé a producir algo diferente, algo único. Puse mucha pasión en mi sueño.
Afortunadamente, pude vender todas las prendas y eso me llevó a diseñar aún más opciones para la línea primavera-verano.
Pasé por un profundo proceso de introspección durante el aislamiento.
Me preguntaba por qué me castigaba tanto por ser físicamente diferente.
Una de las razones es que el mundo no reacciona bien ante las personas que no cumplen con los estándares de normalidad.
Me surgió una pregunta fundamental para entenderlo todo: ¿Qué significa ser aceptado? ¿Quién es ordinario?
Esas preguntas me ayudaron a dejar de castigarme.
Nací de esa manera. Es algo que no pude elegir. ¿Cuál es el punto de castigarme por algo que no pude y no puedo controlar?
Lo que PUEDO hacer es desafiarme constantemente y mostrarle al mundo que las limitaciones no me condicionan.
Ahora me veo y me gusta lo que me devuelve el espejo.
Soy una mujer que se destaca por sortear cada una de las piedras que se interponen en su camino. No me importa tener una foto como todos los demás.