Cuando vi a la actriz principal personificar a Painé en el escenario por primera vez, me sentí excepcional. Cuando empezó a cantar, se me puso la piel de gallina y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Los miembros de la familia de Painé estaban sentados entre el público, llorando.
NEUQUÉN, Argentina ꟷ En 2012, mientras pasaba lentamente las páginas del periódico, me topé con un artículo sobre la activista mapuche Aimé Painé. Me identifiqué mucho con Painé, que, como yo, había nacido en el sur del país. Recuerdo que corrí a casa y leí todo lo que pude sobre ella en Internet.
Aimé Painé es una de las mujeres más destacadas de la historia argentina. Dedicó su vida a la cultura indígena mapuche. Cuando era niña, quedó aislada de su comunidad nativa, y pasó toda una vida buscando sus raíces.
Fue a través de su voz con la que encontró su vocación. Se reunió con su familia biológica y empezó a luchar para preservar las tradiciones y los derechos del pueblo mapuche en Argentina. Cuando supe de Painé, me dije: «Tenemos que hacer una película sobre esto». Decidí dar vida a la historia de Painé.
En ese momento, comencé el camino de la dirección de mi primera película Soy Aimé, rodada íntegramente en Neuquén, la capital de Argentina.
La película fue muy intensa, fueron pocas jornadas de grabación y particularmente el primer día fue muy emocionante porque uno que viene construyendo, imaginando y admirando a un personaje, intentando alcanzarlo lo ve por primera vez personificado en acción, en el escenario. Trabajé para acercarme lo más posible a Painé.
Cuando vi a la actriz principal personificarla en el escenario por primera vez, me pareció excepcional. En cuanto la actriz protagonista comenzó a cantar, se me estremeció la piel, parte de la familia de Aimé que se encontraba entre el público presente lloraba y un viento fuerte nos circundó, hizo volar las chapas del techo y fue mágico.
para Aimé el viento siempre fue su aliado, ella solía mencionarlo y en una poética muy dulce en sus shows cuando el viento soplaba ella le preguntaba: Que fuerte que estás hoy kürüf ¿Qué me querés decir? kürüf ,que significa viento en lengua mapudungún (mapuche).
Yo pensaba en lo que me quería decir ella a mí. El viento que hablaba y esa conexión que yo siempre sentí con Aimé, marcó un poco el camino de estos años de investigación.
La película comienza con Painé -cuyo nombre de niña era Olga Elisa- desarraigada de su tierra en la Patagonia en 1943. Fue enviada a crecer entre un grupo de monjas que la discriminaban por su origen indígena. Luego pasó de los orfanatos a los internados. Años después, ya adulta, buscó a su familia.
En plena dictadura militar Argentina se transformó en cantora. Con el paso del tiempo, decidió cambiar su nombre por Aimé Painé. Fue la primera mujer mapuche que, a través de su voz, ha dejado su obra como un legado.
Otro momento muy fuerte durante el rodaje de la película fue cuando grabamos las escenas donde Aimé es niña junto a su amiga, hay un momento en donde se separan después de haber estado tan unidas en el orfanato y lo que pasaba era que había una guía que iba más allá de mi dirección, la emoción que se vivía en esa escena hacía que todo fluya increíblemente logrando un resultado único.
El ultimo día, que trae la melancolía en donde se empieza y se termina algo, entre las araucarias, el sol, el río corriendo, los pastizales, las ovejas, las montañas, todo era un regalo y un antes y un después de mi construcción como mujer.
En la escena final, grabamos en Aluminé, un pequeño pueblo de Neuquén. En la escena, Painé se encuentra con una mujer Mapuche en un lugar sagrado. Durante el rodaje, la nieve y el sol bailaban a nuestro alrededor. Parecía que la naturaleza guiaba cada momento y cada acción. Mientras escuchábamos a las dos mujeres hablar, nos mostraban el camino a seguir para avanzar.
Para mí, dirigir esta historia ha sido un honor increíble.