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Patinadoras de Bolivia actúan con trajes tradicionales y desafían los roles sociales

Ven nuestro pelo trenzado, los sombreros de copa alta, las faldas plisadas y los monopatines. Eso nos quita el foco de las ideas que nos imponen. Ya no soy simplemente la cholita que trabaja en el campamento o la cholita que vende algo en algún sitio. No soy la cholita que se queda en casa. Soy la cholita que patina, que se cae y que rompe sus cadenas.

  • 2 years ago
  • September 7, 2022
4 min read
PROTAGONISTA
Daniela Nicole Santiváñez Limache, de 26 años, de Cochabamba, Bolivia, estudia ingeniería comercial y trabaja como asistente en una universidad. Pertenece al grupo denominado Imilla Skate.

Group members include Daniela Santiváñez, Huara Medina, Estefany Morales,
Brenda Tinta, Paola Meza, Belén Fajardo, Deysi Tacuri, Elinor Buitrago, and Fabiola Gonzales.
CONTEXTO
El colectivo de mujeres indígenas bolivianas “Imilla Skate” fue creado por dos amigas en Cochabamba que usan trajes tradicionales para patinar como símbolo de resistencia. Llevan las faldas de sus madres y abuelas, y aunque llevan varios años con las patinetas, en 2019 comenzaron a patinar para reivindicar la inclusión de las mujeres en este deporte.
Esta palabra Imilla viene del idioma aymara que significa “niña”. Es un grupo de jóvenes cochabambinas que han unido los mundos a los que pertenecen por nacimiento e interés para encontrar una identidad única. Se visten con un atuendo de cholita con sombrero alto, trenzas tradicionales a ambos lados de la cabeza, faldas anchas de motivos étnicos y llevan zapatos adecuados para patinar. La idea es reivindicar sus raíces indígenas, dar lugar a una fuerza o un motor que les haga sentirse poderosas, darles voz y permitirles volar.

COCHABAMBA, Bolivia ꟷ Pertenezco a un grupo llamado Imilla Skate. Somos hijas y nietas bolivianas de mujeres polleras [la pollera es un atuendo indígena marcado por las faldas plisadas]. Nuestra identidad compartida nos une.

Imilla Skate aúna deporte y cultura. Para nosotros, la chola simboliza la lucha por la libertad y la independencia. Representa la historia de nuestro pueblo. Este hermoso deporte no excluye a nadie.

Las patinadoras bolivianas honran su ascendencia y crean un colectivo

Antes de que Imilla Skate surgiera en 2019, cada uno de nosotros patinaba por separado. Queríamos crear un grupo que patinara junto. Al principio, patinar con faldas resulta difícil. No puedes ver tus pies y debes dominar los trucos para no caer.

Recuerdo nuestro primer encuentro. Elegimos el día de la peatonal, una celebración en Bolivia en la Plaza Colón, en el centro de la ciudad. Como la zona excluye la circulación motorizada, la gente puede salir a las calles y paseos para practicar sus deportes.

Invitamos a todo el que quisiera aprender a patinar y a participar en nuestras demostraciones. Animamos a los participantes a no tener miedo a caerse y les explicamos que la esencia del monopatín incluye aprender a tu ritmo. Si te caes, vuelve a levantarte, dando los pasos necesarios para entender el proceso.

En Bolivia, la mayoría de las personas son conocidas como mestizas (o de herencia mixta que incluye españoles e indígenas).  Este importante sector de la población, los indígenas, siguen siendo discriminados. Patinando con nuestro traje tradicional de cholas llevamos nuestro legado ancestral a las calles y a la vida cotidiana. Del campo a la ciudad, llevamos la sangre de todos los que nos precedieron.

No pongo excusas por mi ascendencia ni por mi aspecto. Mis abuelas y bisabuelas se vestían de cholas. Las mujeres de mi familia transmitieron estas costumbres a sus hijas de generación en generación.

Mientras patino, disfruto de la sensación del viento tocando mi frente. La amistad me rodea. Patinar como una chola se siente como un superpoder, y veo cómo el proceso se transforma ante mis propios ojos. Puedo volar con el impulso de la rampa. Por eso patino.

Imilla Skate honra la herencia cholita y se opone a los roles sociales establecidos

Cuando empezamos el grupo, teníamos dos miembros. Ahora tenemos nueve. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y nuestro crecimiento proviene de nuestro entusiasmo. El objetivo colectivo de Imilla Skate es presentar nuestro mensaje, cuyo lenguaje evoluciona. Podríamos decir 1.000 palabras, pero en cambio transmitimos nuestro mensaje a través de nuestros movimientos. Cuando la gente nos ve, lo entiende. Son testigos de lo que representamos. Ven a una mujer tradicional patinando, cayendo y volviéndose a levantar.

Ven nuestro pelo trenzado, los sombreros de copa alta, las faldas plisadas y los monopatines. Eso nos quita el foco de las ideas que se nos imponen. Ya no soy simplemente la cholita que trabaja en el campamento o la cholita que vende algo en algún sitio, ni la cholita que se queda en casa. Soy la cholita que patina, que se cae y que rompe sus cadenas.

Llevar la falda resulta la parte más difícil de nuestra actuación cuando se combina con la realización de trucos porque no podemos vernos los pies, pero seguimos compartiendo nuestro mensaje y animando a los demás a formar parte de él.

Nos oponemos a los roles establecidos por la sociedad y a las clases sociales asignadas a las personas en función de su lugar de origen y del color de su piel. En los últimos tiempos, la gente ha comenzado a derribar estos roles y clases sociales, negándose a ser definidos por los estereotipos. Honramos el legado de nuestros antepasados a través del mensaje del colectivo boliviano Imilla Skate. Llamamos la atención.

En el futuro, nuestro grupo pretende crear un parque de patinaje y una escuela de patinaje para niñas, un lugar de pertenencia.

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