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En las profundidades del mar de Chile, científicos y un robot experimentan montañas submarinas, criaturas de otro mundo y el sueño de su vida.

Vi esponjas marinas de casi un metro de altura y corales bambú que se erguían como majestuosos árboles. Los erizos de mar, del tamaño de un melón y de tres o cuatro kilos de peso, poblaban densamente algunas partes del fondo marino. Mi corazón se aceleró al contemplar estas maravillas.

  • 6 meses ago
  • mayo 9, 2024
7 min read
notas del periodista
Protagonista
Javier Sellanes es Profesor Titular del Departamento de Biología Marina de la Universidad Católica del Norte (FCM-UCN), Chile, e Investigador Asociado del Centro de Ecología y Manejo Sustentable de Islas Oceánicas. También dirige el Acuario y Museo FCM-UCN, junto con su Sala de Colecciones Biológicas (SCBUCN).

Sus investigaciones se centran en la ecología bentónica de los fondos marinos y la taxonomía de los moluscos, con especial atención a los hábitats de filtraciones de metano, los montes submarinos y los entornos mesofóticos. Javier es licenciado en Ciencia en Biología Acuática por la Universidad de la República, Uruguay, y doctora en Oceanografía por la Universidad de Concepción, Chile. Dirige el proyecto «Biodiversidad oceánica amenazada por el cambio climático (BiodUCCT)«, financiado por el ANID.
Contexto
Los océanos, que cubren más del 70% de la superficie terrestre, son una reserva fundamental de biodiversidad. Los ecosistemas marinos albergan más de 250.000 especies conocidas, y los científicos calculan que dos tercios permanecen sin identificar. La salud de nuestro planeta depende en gran medida de los hábitats marinos, lo que subraya la importancia de preservar su flora y fauna como prioridad mundial. Para más información, consulte el artículo de la ONU.

Sin embargo, nuestros mares se enfrentan a una crisis urgente. Se calcula que hasta un 20% de las especies mediterráneas corren peligro de extinción a largo plazo. Esto incluye la rica biodiversidad que se encuentra en las montañas submarinas o montes submarinos, que proporcionan hábitats vitales para la abundante vida marina. Expediciones recientes, como la realizada por el Instituto Oceánico Schmidt, han mostrado cómo estos montes submarinos albergan una asombrosa variedad de especies que prosperan en sus entornos únicos.

MAR DE CHILE, Chile – Zarpar en el buque Falkor para explorar las montañas submarinas de Chile fue como un viaje por el cosmos. Nuestro robot SuBastian descendió 4.500 metros bajo la superficie, revelando un ecosistema único.

Durante la expedición capturamos vídeos de varios centenares de especies: bosques de corales milenarios, grupos de erizos de mar con púas de cactus, langostas de ojos saltones y patas espinosas, vibrantes floraciones de coral, estrellas de mar y lirios de mar. Los fantasmagóricos jardines de esponjas blancas que se aferraban a las montañas submarinas, elevándose a miles de metros del lecho marino, me dejaron anonadado.

Recogimos especímenes para estudiarlos más a fondo y, aunque muchos se han registrado en otros lugares, al menos 100 podrían ser especies recién descubiertas. Estos datos siguen siendo cruciales para establecer potencialmente la primera zona protegida en aguas internacionales.

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A bordo del R/V Falkor un investigador se une a una expedición marítima, podría llevar al descubrimiento de nuevas especies marinas

A bordo de un barco más pequeño, camino del R/V Falkor del Instituto Oceánico Schmidt, me sentí increíblemente pequeño mientras el buque se cernía ante mí. Empequeñecido por su magnitud, sentí que comenzaba la mayor aventura de mi vida. Al subir a bordo del R/V Falkor, la magia del barco me envolvió. En la pared de un pasillo vi un fragmento del libro que inspiró la película La Historia Sin Fin. Me invitó a soñar y despertó mis emociones.

Muchas cosas del barco tenían nombres inspirados en La Historia Sin Fin. La nave se llamó Falkor por el dragón de la suerte; el robot submarino SuBastian tomó su nombre del niño de 10 años de la película. Nuestra lancha Auryn debe su nombre al poderoso medallón de la emperatriz niña.

Como en La Historia Sin Fin, fuimos de exploración, sólo que la nuestra fue en el océano. Con una sonrisa, cerré los ojos y sentí el viento mientras Falkor empezaba a moverse. Sentí volar la nave y pensé en la famosa frase de la película: «El mejor compañero para una aventura es un dragón». Nuestra expedición nos adentró en los montes submarinos de Nazca y Juan Fernández, y luego en las cadenas de Salas y Gómez.

Estas montañas submarinas se extienden por el fondo del mar, atravesando las aguas de Perú y Chile y adentrándose en territorios internacionales. Por el camino revelan increíbles especies marinas. Las expediciones se desarrollaron en dos etapas. La primera fue del 8 de enero al 11 de febrero de 2024, y la segunda, de finales de febrero al 3 de abril.

El robot SuBastian desciende 4.500 metros en el mar de Chile, los investigadores son testigos de un paisaje submarino de ensueño

Cuando desplegamos el robot submarino teledirigido (ROV) SuBastian, sentí un asombro total. Capaz de descender 4.500 metros y equipado con sensores y cámaras, SuBastian captura fotografías y vídeos de alta resolución. Una máquina enorme, el robot embarca grandes brazos robóticos.

Mientras tanto, entrar en la sala de cámaras de la nave era como entrar en un centro de control de la NASA. Apenas podía contener mi asombro al ver los vídeos y fotos grabados por SuBastian en varios monitores. Fuimos testigos de una vista de casi 360 grados. La emoción me revoloteaba en el estómago como mariposas mientras las imágenes se precipitaban antes de que pudiera procesarlas por completo.

Para controlar los brazos del robot, la nave contenía réplicas en miniatura que reflejaban con precisión sus movimientos. Estas réplicas nos permitían coger con delicadeza diminutas criaturas marinas como estrellas de mar o caracoles, a menudo de apenas uno o dos centímetros de tamaño. La manipulación era casi como usar las propias manos. Al mismo tiempo, los brazos robóticos podrían aplastar fácilmente una roca. Me sentí inmerso en una película de ciencia ficción. Los monitores parecían ventanas a otro mundo.

Vi esponjas marinas de casi un metro de altura y corales bambú que se erguían como majestuosos árboles. Los erizos de mar, del tamaño de un melón y de tres a cuatro kilos de peso, poblaban densamente algunas partes del fondo marino. Mi corazón se aceleró al contemplar estas maravillas. Nos rodeaban bancos de peces de colores brillantes, junto con langostas rojas resplandecientes y esponjas a profundidades superiores a los 1.200 metros. Los corales subieron en espiral desde más de 1.400 metros. En algunos lugares, el agua parecía tan clara que la luz penetraba profundamente, iluminando las profundidades y transformando la escena en un impresionante paisaje de ensueño.

Cada momento de exploración revela algo nuevo y emocionante: «inesperadamente me encontré con el monstruo espagueti volador»

Recuerdo vívidamente estar sentado en la sala de cámaras cuando un particular pececillo rojo apareció de repente en pantalla, moviéndose humorísticamente bajo el agua como si interactuara con nosotros. Sus aletas modificadas le permitieron «caminar» por el fondo marino, y las imágenes de alta calidad captaron este comportamiento maravillosamente. Su vibrante color rojo, que ayuda a los peces a permanecer invisibles en las profundidades azules del océano, donde la luz roja se absorbe primero, parecía hipnotizante.

Los corales resultaron ser impresionantemente altos. SuBastian, de dos metros de altura, tuvo que inclinar su cámara hacia arriba para captar la parte superior de estos gigantes submarinos. La gran extensión de coral creaba majestuosos bosques submarinos que se mecían suavemente con la corriente. Durante estas exploraciones, descubrimos zonas vírgenes repletas de peces y tiburones, lo que nos proporcionó una rara visión de la belleza intacta de las profundidades marinas. Un momento fascinante fue el inesperado avistamiento del «monstruo espagueti volador», tan sorprendente como sobrecogedor.

Explorar las profundidades marinas era como aventurarse en el espacio exterior, descubrir nuevos planetas. Las especies que rodean estas montañas submarinas son singularmente fascinantes. Los montes submarinos, situados al menos a 1.000 kilómetros de la costa, presentan un alto nivel de endemismo. Más de la mitad de sus especies no se encuentran en ningún otro lugar del planeta. Esto pone de relieve la importancia de su biodiversidad única, que sigue siendo en gran parte desconocida. Cada momento de exploración revelaba algo nuevo y emocionante.

La expedición nos permitió capturar vídeos de varios centenares de especies, al tiempo que recogíamos algunos especímenes para estudiarlos más a fondo. La mayoría resultaron ser nuevos registros para la zona, aunque otros los documentaran previamente en otras partes del mundo. Sin embargo, al menos 100 podrían ser potencialmente nuevos para la ciencia.

La expedición supera las expectativas: los datos podrían contribuir a establecer la primera zona protegida en aguas internacionales

Hemos superado con creces nuestras expectativas para esta expedición, y ahora nos enfrentamos a la tarea de analizar las muestras. Estudiaremos a fondo cada una de ellas para determinar si son especies recién descubiertas.

Estos viajes exploratorios, que documentan la biodiversidad del fondo marino y descubren nuevas especies, proporcionan datos esenciales que podrían ayudar a establecer la primera zona protegida en aguas internacionales.

En las vastas y oscuras profundidades de nuestros océanos habitan algunas de las criaturas más misteriosas, parecidas a la vida de otro mundo. Las profundidades marinas siguen siendo una de las partes menos exploradas y comprendidas de nuestro planeta, un reino oculto rebosante de vida que apenas estamos empezando a descubrir. Creo que los descubrimientos que están por venir serán realmente asombrosos.

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