El miedo es importante, el día que perdamos el miedo tenemos que dejar de trabajar. Uno es consciente del riesgo. Si no tenés consciencia podés cometer un error. La tensión es un buen síntoma. El sentido común te dice que para no tener problemas no tenés que volar muy bajo, respetar la seguridad del vuelo, del operativo y sobre todo de la gente que está abajo.
SANTA FE, Argentina – Despega un pequeño avión cargado con 3.000 litros de agua que minutos más tarde escupirá sobre el incendio a gran velocidad y al ras, al ras del fuego. Hacemos un trabajo de enfriamiento con ellos. Es apoyo a su trabajo. Desde abajo, por radio, los brigadistas nos van pidiendo. Que les mojés la línea del cortafuego, que enfríes lo quemado para que no se encienda de nuevo, o un ataque directo sobre la llama, El aporte de los aviones es, a diferencia de lo que se cree popularmente, de soporte del combate de los brigadistas en tierra.
Para que el agua apague incendios de estas dimensiones, se necesita una lluvia constante durante un largo rato, especialmente en territorios como el Delta, donde no llueve de forma persistente hace meses. El de los aviones hidrantes es un aporte táctico imprescindible. El trabajo de los brigadistas es impresionante. Ellos hacen contención y van derivando el fuego hacia donde se vaya a extinguir, donde no le quede más que desaparecer. Nosotros humedecemos la zona, bajamos la potencia de la actividad del incendio.
Originalmente me dedicaba a vuelos de fumigación. Se volar a nada del piso a gran velocidad, pero con mucho menos riesgo que al hacerlo sobre incendios. Este es un trabajo B -muy bien pago- que como consecuencia del cambio climático y los reiterados incendios les lleva cada vez más tiempo. Este del Delta no es el primer incendio.
Estuve en el Delta y en Corrientes el verano pasado, es especial volar arriba del fuego, parece que te metés en el infierno, Es la imagen más parecida al infierno: las trombas, el humo, las llamas, la presencia de varios aviones, helicópteros, brigadistas, tenés gente abajo, es un entorno complejo.
Para eso se hace un plan antes de despegar, sobre cómo se encara el vuelo. Está todo pensado.Tienen que estar dadas las condiciones climáticas, no volamos en cualquier situación. Por lo general el fuego tiene cabeza y cola. Los brigadistas trabajamos sobre los flancos este y oeste y donde hay visibilidad. Trabajamos por donde podemos, por donde las llamas, el viento y el humo los dejan. Y el avión es igual.
Muchas veces los pilotos perdemos la visibilidad de los brigadistas porque entre ellos y los aviones hay una cortina de humo. Nosotros trabajamos en contacto por radio con los muchachos que están abajo. Entonces ellos nos van diciendo ‘un poco más a la derecha’, y nos indican cuándo largar el agua.
El miedo es importante, el día que perdamos el miedo tenemos que dejar de trabajar. Uno es consciente del riesgo. Si no tenés consciencia podés cometer un error. La tensión es un buen síntoma. El sentido común te dice que para no tener problemas no tenés que volar muy bajo, respetar la seguridad del vuelo, del operativo y sobre todo de la gente que está abajo.