Evelina Cabrera es una luchadora que pasó de dormir en las calles a fundar la Asociacion Femenina de Fútbol Argentino y ser nombrada una de las 100 mujeres más influyentes de la BBC en 2020.
BUENOS AIRES, Argentina — Ellos deben tener el número equivocado.
El pensamiento flotó en mi mente mientras hablaba con la BBC.
No podía ser yo, una mujer argentina que pasó su adolescencia en la calle.
Yo, una exmúsica que contempló el suicidio antes de encontrar el fútbol y convertirse en presidenta de la Asociación Argentina de Fútbol Femenino y hablar en la ONU.
Pero no era el número de teléfono incorrecto. Me eligieron para estar entre estas mujeres increíbles.
Cuando colgué el teléfono, no lo podía creer.
Fui elegida para estar entre las 100 mujeres más influyentes del mundo de la BBC en 2020.
Mi nombre es Evelina Cabrera. Tengo 34 años, pero siento que viví 60.
Mi vida, o vidas, está llena de eventos que me han moldeado a lo largo del tiempo.
Luego del divorcio de mis padres, dejé mi casa para ir a vivir a la calle. Tenía 13 años. Mis padres siempre estaban ocupados. Pensaban que ser un buen padre significaba darme educación y comida, pero necesitaba más. Necesitaba que me preguntaran cómo estaba.
No podía soportar mi situación, así que la dejé atrás.
Vivir en la calle fue más difícil de lo que imaginaba al principio, pero estaba contenta. Dormí en un parque frente a mi escuela mientras terminaba la secundaria y deambulé en busca de comida. Además, me duchaba en gasolineras y cuidaba autos estacionados a cambio de dinero.
A medida que pasaban mis días en la calle, me hice amiga de otras personas que estaban en la misma situación que yo. Se convirtieron en mi grupo y yo imité su entorno. Me adapté.
Sin su enseñanza y aceptación, no habría sobrevivido a las calles. Allí, con mi gente, aprendí los códigos por los que vivo hoy.
La reciprocidad desinteresada dejó su huella en mí. Cuando estás en la calle, no tenés nada. Pero todo se comparte sin pedir nada a cambio.
La vida normal, sin embargo, tiene que ver con la conveniencia, el beneficio. Me entristece esta perspectiva.
Así sobreviví hasta los 17 años.
Finalmente, pude salir de la calle y enamorarme.
Pero, después de un tiempo, comenzó la violencia. Me decía, una y otra vez, que nadie más me amaría, que yo era una inútil.
Él soñaba con tocar los timbales. Entonces, tan pronto como me deshice de él, estudié su instrumento.
Con sólo unas pocas clases, me uní a una banda.
Unos días después, tocamos en una discoteca y, finalmente, aparecimos en televisión.
En ese momento, sentí que podía conquistar el mundo.
Pero no todo es lo que parece.
Años más tarde y después de dejar la banda, entré en una profunda depresión. Regresé a la casa de mi padre. Afortunadamente, hoy tenemos una hermosa relación.
Sentía que la vida no valía la pena. Quería suicidarme y escapar. Mi vida no tenía sentido.
De repente, mi perspectiva cambió. Un día, en la calle, vi a una niña en silla de ruedas conectada a un respirador.
¿Cómo podría estar pensando en acabar con mi vida cuando otros luchan todos los días sólo por sobrevivir? Yo, por el contrario, tenía todo lo que necesitaba para triunfar.
Un día, una amiga me sugirió que jugara fútbol con ella. Aunque dije que era una pésima jugadora, hice una prueba en Platense y eso cambió mi vida para siempre.
El fútbol me dio las herramientas y los valores para llevar adelante mi vida. Entrené sin parar y busqué patrocinadores.
Mi amor y pasión por el deporte me llevó a fundar AFFAR, la Asociación Argentina de Fútbol Femenino, donde ayudamos a jugadoras de todo el país y las alentamos a seguir una carrera en el deporte, buscar un futuro mejor y encontrar una vida fuera de las calles.
Mis deseos evolucionaron y pronto entrené a un equipo de gente en situación de calle en el fútbol y dirigí la selección nacional de mujeres ciegas.
En 2019, la ONU me pidió que viajara a Nueva York para hablar sobre el trabajo social de AFFAR.
Finalmente, se sintió como si el mundo estuviera listo para prestar atención a una mujer de las calles de Buenos Aires.
Hablar de igualdad desde el fútbol argentino. Pero, para mí, la igualdad hoy en día es sólo eso: hablar.
Algunos clubes apoyan el fútbol femenino sin otro motivo que el que se les diga. Se niegan invertir en infraestructura, recursos y costos.
Siento que he hecho lo que puedo en el fútbol femenino y seguiré con mi trabajo, pero estoy cansada.
¿Por qué es necesario enseñarle a las mujeres jóvenes a cuidarse a sí mismas? Necesitamos enseñarles lo que está bien y lo que está mal.
Me esfuerzo por una educación deportiva integral más allá de cómo patear una pelota. La educación no sólo debe enseñar a las mujeres el deporte, sino brindar una perspectiva sobre género y educación sexual.
Ese es mi próximo gol.