La tensión aumentó cuando se anunciaron las medallas de bronce y plata sin que se dijeran nuestros nombres. La duda apareció cuando, de repente, anunciaron nuestros nombres para el oro. Mi compañero y yo nos miramos sin poder creerlo. Lágrimas de alegría corrían por nuestros rostros mientras nos dirigíamos hacia el escenario.
BUENOS AIRES, Argentina – Mientras estábamos en medio de la abarrotada sala de la Copa Mundial de la Cerveza, una oleada de emoción recorrió mi cuerpo. Escuchamos al presentador decir nuestros nombres, y una oleada de aplausos resonó por todo el espacio. Parecía que por fin habíamos tocado el cielo.
Un sentimiento de orgullo me invadió al ver que destacábamos entre las mejores marcas de cerveza del mundo. Competir contra 10.000 cervezas de 51 países representó la culminación de años de trabajo. Mis socios y yo llamamos a nuestra cervecería y marca «Juguetes Perdidos«, por el legendario grupo musical latinoamericano que tiene un tema con ese mismo nombre.
Conocidos por sus conciertos multitudinarios, que atrajeron a medio millón de personas únicamente a través del boca a boca, el nombre y el espíritu de la banda resonaron en mí. Desde muy joven valoré mucho la pasión, la dedicación y el amor por el propio oficio. A través de Juguetes Perdidos conseguimos compartir nuestro amor por la experimentación y el juego a través de la cerveza.
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Aunque habíamos triunfado en competiciones de América Latina y Japón, soñaba con la Copa Mundial de la Cerveza. Durante 17 años asistí al evento como juez y fui testigo de la tremenda presión de la competencia. Participé en un proceso riguroso y justo, sintiendo la emoción y la ansiedad cuando anunciaron las categorías de cerveza.
Cuando participamos en el concurso, llegamos hasta el cuarto puesto. Este año afrontamos la competencia sin expectativas. Como un ritual, llevábamos la bandera argentina y nos sentábamos siempre en las mismas posiciones. Cuando empezaron a anunciar los premios, mis compañeros y yo nos agarramos fuertemente de las manos.
La tensión aumentó cuando se anunciaron las medallas de bronce y plata sin que se dijeran nuestros nombres. La duda apareció cuando, de repente, anunciaron nuestros nombres para el oro. Mi compañero y yo nos miramos sin poder creerlo. Lágrimas de alegría corrían por nuestros rostros mientras nos dirigíamos hacia el escenario.
Mientras nos dirigíamos hacia los anunciadores, saludamos a la multitud extasiada y agitamos nuestra bandera. El ambiente era electrizante, con flashes de cámaras, aplausos atronadores y todo el mundo en pie. Ver nuestro nombre en la pantalla gigante detrás de mí fue como tocar el cielo. Cantábamos y saltábamos como locos. En ese momento, los rechazos previos inundaron mi mente. Esta victoria no ha sido sólo para nosotros, sino para toda nuestra comunidad. Al salir del evento, lo celebramos con todos nuestros conocidos.
Empecé a elaborar cerveza en casa en los años 90 como hobby. Por aquel entonces, la información y el acceso a las materias primas seguían siendo limitados, pero mi pasión y mi carácter autodidacta me impulsaron a aprender y mejorar. Cuando dimos el salto e iniciamos la comercialización en mayo de 2015, la respuesta fue increíble.
Creo firmemente en el principio de hacer cervezas que yo mismo disfruto bebiendo. La honradez y la pasión siguen siendo vitales a la hora de ofrecer un producto de la máxima calidad. Elaboramos cada cerveza con un propósito y una intención. Desde el principio, mi equipo y yo hicimos hincapié en la unanimidad, lo que significa que los tres socios deben aprobar cualquier producto antes de lanzarlo al mercado. Esto garantiza que nuestras cervezas sigan siendo realmente excepcionales y satisfagan las expectativas de los clientes más exigentes.
En 2019, alcanzamos un hito tras presentarnos en el Extreme Beer Festival. Cuando comenzó la pandemia, teníamos lista de espera y despachábamos nuestros barriles como pan caliente. Con el tiempo, mis socios y yo reunimos a 65 cerveceras de todo el mundo. Esto ofreció una oportunidad increíble para conectar con cerveceros locales e internacionales.
Cuando pienso en lo que nos espera, sé que seguiremos poniendo todo nuestro corazón en cada lote, asegurándonos de mejorar a medida que avancemos. La cerveza forma parte de mi vida desde que tengo uso de razón, y la siento como un asunto de familia. Incluso mis hijos aprendieron el término «regusto» antes de poder articularlo del todo. Tengo recuerdos entrañables de ellos de pie en los bancos, elaborando cerveza conmigo a la tierna edad de tres años. En Juguetes Perdidos, la fabricación de cerveza se siente como una parte inseparable de lo que somos como seres humanos, un arte que impregna todos los aspectos de nuestras vidas.