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Periodista panameño pierde un ojo durante una protesta ambiental cuando la policía disparó contra la multitud

Un poste de luz cercano se convirtió en mi escudo improvisado contra los disparos dirigidos de un oficial, pero no fue suficiente. De repente, sentí el espantoso impacto. Me rompió el globo ocular y casi me tira al suelo.

  • 10 meses ago
  • enero 7, 2024
5 min read
journalist’s notes
protagonista
Aubrey Baxter, un periodista comprometido, activista climático y antiespecista vocal, está al frente del colectivo Ya es Ya de Panamá. Desde 2014, defiende fervientemente la naturaleza y los animales, defendiendo a los que no tienen voz ante la escalada de la crisis climática. Conocido por su resiliencia y dedicación, el activismo de Baxter dio un giro grave el 19 de octubre de 2023, cuando sufrió una grave lesión facial por un perdigón disparado por un oficial de policía durante una protesta en la Asamblea Nacional. Este incidente resultó trágicamente en la pérdida de un ojo, una consecuencia nefasta de su compromiso inquebrantable con la defensa del medio ambiente y de los animales. A pesar de que la policía niega su participación, los relatos de los testigos afirman las circunstancias del hecho. Baxter sigue siendo un símbolo de perseverancia y cambio dentro del movimiento ambientalista.
contexto
Desde el 19 de octubre de 2023, Panamá ha experimentado importantes protestas, que recuerdan a las de la época de la dictadura, provocadas por la polémica aprobación de un contrato minero prorrogable por 20 años para Minera Panamá, una subsidiaria de la empresa canadiense First Quantum Minerals. La empresa apunta a explotar la mina de cobre a cielo abierto más grande de Centroamérica. El detonante fue la rápida aprobación de la Ley 406 por la Asamblea Nacional, ratificada por el presidente Laurentino Cortizo, a pesar de las críticas de larga data y las preocupaciones ambientales. Estas protestas llevaron a una decisión de la Corte Suprema que declaró inconstitucional el contrato minero, una victoria celebrada por los activistas. Para obtener información más detallada, visite BBC Mundo.

CIUDAD DE PANAMÁ, Panamá — El 17 de octubre de 2023, fui testigo de cómo la Asamblea Nacional de Panamá aprobó una polémica ley de minería, lo que desató un enfrentamiento entre activistas y autoridades en el exterior. Dos días después, rodeado de manifestantes, documenté la atmósfera cargada. Nuestra tranquilidad se hizo añicos cuando el gas lacrimógeno llenó el aire, lo que me impulsó a llevar a mi grupo a un lugar seguro.

Resuelto a capturar la historia, desafié los disturbios, sólo para ser alcanzado por el disparo de un oficial, que hirió gravemente mi ojo. A pesar de que la Policía Nacional niega haber cometido algún delito, me mantengo resistente, impulsado por un sentido de solidaridad y un compromiso inquebrantable con la gestión ambiental en Panamá.

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El sacrificio de un periodista panameño al frente del activismo ambiental

El 19 de octubre de 2023, mientras la anticipación reinaba en la Asamblea Nacional de Panamá por el segundo debate sobre la Ley 406, las voces de activistas sociales, ambientalistas y estudiantes resonaron afuera. Se opusieron valientemente al proyecto de minería de cobre propuesto por la empresa canadiense First Quantum con pancartas y megáfonos en mano. A pesar del fuerte sol que los golpeaba, los manifestantes se mantuvieron decididos.

Al documentar la escena con una colega y sus hijas, de repente nos encontré rodeados de caos y una ola de represión policial. Se abrieron paso entre la multitud lanzando gases lacrimógenos. Instintivamente, llevé a nuestro grupo a un lugar seguro, sorteando la agitación mientras intentaba distanciarnos de ella.

Una vez que la escena se calmó, volví para seguir capturando los acontecimientos que se desarrollaban, pero no era consciente del peligro que se avecinaba. Documenté la escena mientras la policía atrincheraba la asamblea, negando el acceso del público. Noté desde lejos cómo los agentes lanzaban bombas lacrimógenas contra los manifestantes. Sin embargo, rápidamente me encontré en problemas. Un poste de luz cercano se convirtió en mi escudo improvisado contra los disparos dirigidos de un oficial, pero no fue suficiente. De repente, sentí el espantoso impacto. Me rompió el globo ocular y casi me tira al suelo.

En medio del caos, me negué a rendirme. Con la ayuda de mi colega, esquivamos los perdigones y el gas, navegando por el entorno hostil. Mientras buscábamos una ruta de escape, encontramos caminos bloqueados y la ausencia de ayuda inmediata. Después de un viaje angustioso, logramos tomar un taxi cerca del metro, que rápidamente me llevó al hospital.

Mi contenido audiovisual publicado contrarrestó las negaciones policiales

Al llegar al hospital, corrí a la sala de emergencias para recibir atención inmediata. Los médicos rápidamente se dieron cuenta de la gravedad de mi lesión y me informaron que necesitaban extirparme el globo ocular para evitar mayores complicaciones. La gravedad de esta noticia, junto con el trauma que acababa de soportar, me abrumó.

Me rendí ante un incontrolable flujo de lágrimas. Sin embargo, saber lo que me esperaba antes de la cirugía me ayudó a prepararme. Después del procedimiento, una enfermera me aseguró: «Todo va a estar bien» y volví a quedarme dormido. Los acontecimientos del día me dejaron cicatrices físicas y emocionales. Esto se convirtió en un recordatorio del volátil choque entre la protesta civil y la respuesta estatal.

La Policía Nacional emitió un comunicado desligándose del incidente. Simplemente me etiquetaron como víctima de una lesión en el ojo y negaron cualquier participación. Como resultado, echaron la culpa a los manifestantes, acusándolos de empuñar armas caseras y objetos contundentes. Sin embargo, no proporcionaron ninguna prueba que lo corroborara.

Por el contrario, acumulamos una gran cantidad de pruebas sobre el incidente. Mi contenido audiovisual publicado, que ilustraba proyectiles provenientes del lado de la policía, alteró la narrativa. Sin estas pruebas, mi historia podría haberse disuelto en la niebla de la burocracia y la corrupción.

A pesar de la agitación que experimenté, me siento impulsado por el optimismo y la solidaridad generalizada y la creciente conciencia ambiental entre los panameños. El Ministerio Público inició una investigación y he presentado una denuncia penal contra la Policía Nacional. He pasado años documentando protestas y movimientos, y este incidente no detendrá mi trabajo. Actualmente, estoy participando en terapia y la encuentro inmensamente útil para equiparme con las herramientas que necesito para ser resiliente en esta situación.

Fotos cortesía del álbum de fotos de Ya es Ya.

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