Durante el concierto, me hago a un lado como una directora técnica, ofreciendo orientación y ánimo al coro. Se convierte en su momento de brillar, y yo me voy soltando poco a poco, sabiendo que ya no es mi ensayo. Ser testigo de cómo el coro levanta el vuelo con su pasión y su talento es profundamente gratificante.
LONDRES, Inglaterra – El London Symphony Chorus (LSC), reconocido mundialmente por su excelencia artística, se encuentra al borde de un hito trascendental. Por primera vez desde su creación en 1966, este emblemático conjunto estará dirigido por una mujer.
Es surrealista haber sido elegida para esta tarea. Esta oportunidad cobra aún más sentido por los retos a los que me enfrenté para llegar hasta aquí. Desde 2018, trabajé extensamente por toda Europa, pero mi viaje comenzó en la vibrante ciudad de Buenos Aires. Desde muy joven me sentí atraída por el mundo de la música.
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Cuando cumplí 17 años, recibí una beca para completar mis estudios de bachillerato en Italia y tropecé con la oportunidad de dirigir un coro. Aunque nunca había dirigido nada, aproveché el momento y dirigí mi primer ensayo. La experiencia fue mágica. Una descarga de adrenalina me inundó mientras me concentraba en la hermosa melodía que rebotaba suavemente por la habitación.
Fue como si todas las cosas que me gustaban -la música, cantar y actuar- se fusionaran en un solo momento. Mi cuerpo se sentía inquieto por la alegría desbordante. Mis mejillas se iluminaron desde dentro, como si me hubiera tragado el sol. Nunca antes me había sentido tan emocionada por algo. En ese momento supe que era el único camino que quería seguir.
Tras completar mis estudios en Italia, regresé a Argentina para cursar estudios superiores en el Instituto Universitario Nacional de Arte. Después, me dediqué a una formación rigurosa y a trabajar duro mientras enseñaba en la universidad. Incluso dirigí mi propio coro de cámara llamado Proyecto 13. Para desarrollar mis aptitudes como directora de coro, pedí consejo a Simon Halsey, que me recomendó fervientemente. Me puse en contacto con él y solicité el máster que impartía en la Universidad de Birmingham. En aquella época, Simon también dirigía el Coro Sinfónico de Londres.
Fue increíble rodearme de personas con ideas afines que compartían una profunda pasión por la música. Los últimos cinco años han sido un torbellino de experiencias y oportunidades que llegaron de forma natural pero inesperada. Sentí como si el universo se hubiera alineado para llevarme a este punto. Cuando recibí por primera vez la noticia de que asumiría el cargo de directora del Coro Sinfónico de Londres, me invadieron fuertes emociones, como cuando un bateador se prepara para empezar el partido.
Sentí una mezcla de miedo, incertidumbre y nervios, pero al mismo tiempo me sentí segura de mí misma. Pasé toda mi vida preparándome para este momento. Con el compromiso de dar lo mejor de mí, también reconocí que podría cometer errores. Siguen formando parte del proceso de aprendizaje. Aunque algo intimidada, me decidí a afrontar la oportunidad con apertura, dedicación y aprendizaje continuo. Yo evolucionaría como directora.
El trabajo que hago varía en función de la pieza. Normalmente, hacemos entre ocho y diez ensayos con un piano para familiarizarnos con la música. A continuación, el coro celebra un ensayo con el director y el pianista, donde añaden su interpretación única, infundiendo a la representación su sello artístico. Este proceso requiere que el coro vuelva a aprender la obra, pero también exige flexibilidad para adaptarse a cualquier cambio o elección artística del director. Esta adaptabilidad es lo que hace que la música sea realmente mágica.
Durante el concierto, me hago a un lado como una directora técnica, ofreciendo orientación y ánimo al coro. Se convierte en su momento de brillar, y yo me voy soltando poco a poco, sabiendo que ya no es mi ensayo. Ser testigo de cómo el coro levanta el vuelo con su pasión y su talento es profundamente gratificante. Se convierte en un testimonio del poder de la colaboración y la belleza de la música. Cada actuación presenta un momento único y memorable, una auténtica celebración de la expresión artística.
El día del concierto, mis nervios se disparan. Normalmente me encuentro sentada entre el público, observando a mi coro mientras trabaja junto al director. Cuando llega el momento, las luces se atenúan y se abre el telón, siento la culminación de todo el trabajo que hemos realizado. No hay vuelta atrás y, en ese momento, estoy completamente inmersa en la música. Es como si todo mi cuerpo y mi mente se fundieran con las melodías y siguiera la interpretación en un estado casi analítico, meditativo. La música me envuelve, me transporta al hogar de mi infancia, cantando y tocando instrumentos con mi familia.
La fusión de letras y voces suena maravillosa. Mi papel consiste en facilitar el camino a los miembros del coro, ayudándoles a descubrir su voz y a abrazar el poder de la música. El canto en grupo ocupa un lugar especial en mi corazón. Hay algo increíblemente poderoso y unificador cuando todos nos reunimos para expresar nuestros sentimientos a través de la canción. Ser la primera mujer que ocupa un cargo así es increíble, pero también triste. Me recuerda lo despacio que se mueven las ruedas del cambio.
En esta industria, como en cualquier otra, las mujeres trabajan muy duro para reclamar su lugar y ser reconocidas en lugar de menospreciadas. Estaba decidida a demostrar mi valía sin importarme lo que pensaran los demás. Esto supone una gran responsabilidad para mí. Al ocupar un puesto en el que históricamente han predominado los hombres, tengo la oportunidad de mostrar mis capacidades y aptitudes, demostrando que el género no debe ser un factor determinante de la competencia y el talento.
Mi objetivo sigue siendo sobresalir en mi puesto y dirigir el Coro Sinfónico de Londres con pasión y profesionalidad, estableciendo un poderoso ejemplo para las mujeres en la música y más allá. Al triunfar como mujer directora, espero contribuir al progreso de la igualdad de género en la industria musical, enviando un mensaje rotundo de que las mujeres pueden prosperar y sobresalir en cualquier puesto que elijan. Mi trayectoria y mis logros animan a otros a desafiar las normas de género y a luchar por sus sueños, independientemente del campo que elijan. Asumo esta responsabilidad con orgullo y confianza, sabiendo que estoy desempeñando un papel vital en la configuración de un futuro más equitativo.